GUERRILLA EN VENEZUELA, ¡CULPA DE URIBE!
El
chavismo dentro de la oposición merece sus treinta monedas.
Si
un pequeño consuelo queda en este inmenso valle de lágrimas en el
cual el socialismo ha convertido a Venezuela (por acción e inacción
de su gente, hay que reconocerlo), es que si el país la está
pasando horrible, pero terrible, al régimen que nos desgobierna no
le va mucho mejor, angustiados como están por sobrevivir un día y
otro y otro y que no terminen sus existencias dentro de tribunales a
los que no puedan ordenarles qué hacer, y en pequeñas celdas al
igual que Manuel Noriega. Pero la situación está tan mala para el
resto, para mí, por ejemplo, que esto no representa ningún consuelo
real. Nunca he creído que agonizando voy a reírme del enemigo que
se muere también a mi lado, ¿qué triunfo de porquería es ese? Que
desaparezca él y yo siga, para recordar cuando se iba, entre chanzas
y risas.
El
cepo que va cerrándose fuera de nuestras fronteras sólo augura
dolor a estos ladrones inútiles y violentos, o socialistas para
resumir la definición; un traje naranja y años tras las rejas es la
promesa. Y sin embargo no es suficiente todo lo que se está
haciendo, y cómo se hace. Que dentro de las sanciones personalizadas
se formen comisiones para investigar en todos los países las cuentas
bancarias a nombres propios o de terceros de los socialistas hace
reír, saber que todo lo que se robaron, aquello por lo que
condenaron a muerte a la gente en los hospitales, por fallas de
servicios públicos y de alimentación (todo se lo robaron, pero
todo), se les convierta el sal y agua es maravilloso. Que vivan con
miedo de saber que ya no pueden tocar el botín; que les han quitado
de sus ávidas manos socialistas todos esos dólares que tanto aman
es algo que alegra. Que sepan que los testaferros hablarán, pactarán
por un porcentaje, debe robarles la paz. Como se robaron el resto.
Esa es la pesadilla que vive una gente condenada a quedarse en un
país en ruina por miedo a salir, sospechando que mientras peor se
pongan las cosas, aquí, la rabia de la gente puede terminar
arrollándolos. Que se les detenga y sean juzgados en tribunales
populares, por ladrones y traidores, como siempre han soñado... para
los demás.
Que
se les retiren las visas para el imperio del norte a esos generales
comprometidos en la sustentación de lo carteles de drogas, de la
guerrilla, a los directamente señalados de violentar derechos
humanos con represión, a sus familiares, así como a personeros del
régimen, y a los suyos, con medidas parecidas en Europa, es
perfecto. Si a una persona le piden una constancia de buena conducta
para cruzar una frontera no es posible que estos delincuentes con las
manos manchadas de la sangre de los que dejaron morir por falta de
alimentos y medicinas en más de quince años de restricciones por
falta de producción y una corrupción desmedida, y de manera más
directa torturando gente, arrojándolas por ventanas. No, no pueden
ir alegremente por ahí, sonriendo felices mientras gastan lo mal
habido. Ni la familia que les ríe las gracias y se frota las manos
pensando en cuánto ganan con nuevas muertes y violaciones de los
derechos fundamentales de cualquiera.
Lo
de las sanciones contra empresas navieras que llevaban el petróleo
con el cual el régimen le paga la coima a Cuba por los favores
recibidos (carísimos), bien merecidas son. ¿Que cuál fue el aporte
de la isla a este desastre? La gente aprende a ser basura, y el
régimen castrista es un gran maestro al respecto. En la isla, al
inicio de la revolución, un cubano no creía que matar maestros y
gente que siempre fue independientemente libre de pensamiento fuera
correcto, menos torturarlos para que implicara a este o aquel; se
necesitó al Che y a la stasi alemana que se encargara de esos
menesteres hasta que apareciera una nueva camada de cubanos que
creyeran que eso era legítimo, como ocurre en Venezuela con la
represión y la manera de tratar a todo el que no está de acuerdo
con el fascismo en Miraflores. A esta gente se les enseñó a ser
torturadores y asesinos.
A
la revolución cubana se le pagaba, se les paga aún a pesar de la
miseria de Venezuela, esa “ayuda”, sus lecciones. Que no les
llegue el petróleo, y que las empresas que sacaban ganancias de esas
aberraciones paguen por ello, alegra. ¿Acaso no pagaron las empresas
químicas que producían los componentes del gas con el cual los
nazis mataron a todas aquellas personas? Por que uno criminales deben
ser condenados y otros dejados en paz?
Fue
este cuadro lo que obligó a Nicolás Maduro a viajar a Rusia, de
donde “llegaría con importantes declaraciones de apoyo y acuerdos
económicos”, dijo la muy falaz Vicepresidenta de la nación, Delcy
Rodríguez; que el dinero rodaría. Maduro fue a donde no había sido
invitado, y así le trataron. El Vladimir Putin, molesto por tantas
chambonadas, tantas idioteces (el régimen resultaría divertido,
gracioso, si no fuera por la cantidad de gente que ha muerto o a la
que se le ha arruinado la vida por su culpa), le aclaró que Rusia no
va a soltar más plata ni a custodiar ningunos barcos (para hacerlo
tendría que traerlos del otro lado del mundo y podrían ser
bloqueados por la flota norteamericana como en 1963, y si no hubo
guerra esa vez por los misiles, cuando se repartían el mundo en dos
toletes, menos ahora por una pequeña nación que desprestigia la
palabra socialismo a cada hora). Que lo único que podía hacer por
él, fuera de decir que “les apoya”, era “recomendarle (unos
dicen que fue regaño)” discutir y llegar a un acuerdo con la
Asamblea Nacional, la legítima, no la que se inventó como poder
supra constitucional, ni los cuatro muertos que revivió con antiguos
sortilegios para fingir que discute con la “oposición”.
De
Rusia regresó sin un rublo, queriendo volver a la mesa de
negociación incentivada por Noruega y los diputados de la bancada
ladrona volviendo a la Asamblea Nacional. Lo que les tiene
desesperados. Porque ¿y si en medio de este abandono total del
exterior la gente comienza a bajar de los cerros y a salir de las
barriadas a responsabilizarles del desastre de la salud, la
alimentación, el gas, el agua, la luz, bajo un liderazgo
sobreviviente a la campaña de guerra sucia montada por la señora
María Corina? ¿Qué hacen? Por suerte, para ellos, el país fue
desmovilizado por esa gente que gritaba, desde esta acera, que no
había que salir apoyando a este o aquel, que no había que votar,
que no había que hacer nada porque Nicolás Maduro les dijo que el
régimen se iba a caer solito, o que ya venían los marines a hacer
el trabajo. Cuatro años vamos en esa paja, y nada.
Sin
embargo, aunque todo esto es una maravilla, que sufran esos perros, y
que la angustia sea peor sabiendo que lo que les espera al final será
todavía peor, que al país se le someta a sanciones colectivas, como
nación, condenándonos a quedarnos sin servicios de internet por
ejemplo, cortando los pocos medios de comunicación e información,
dificultando el aún conseguir medicamentos a través de redes, es
criminal. El régimen no necesita de esos servicios, lo necesitamos
los demás. Más bien les ayudan a incomunicarnos. Pagarán justos
por pecadores. Aquí se juntan las condenas, a un régimen que no le
importa un carajo lo que le pase al país y su gente mientras puedan
sostenerse, se une ese pensamiento fatalista de no importa, que todo
se ponga peor mientras se mueran. O no padecen ellos ese calvario y
esperan que el sacrificio lo hagan otros, o son tan dementes y
peligrosos como el régimen mismo y debe (una sociedad sana y con
instinto de supervivencia no puede salir de estos para caer con otros
exactamente iguales) apartárseles donde no hagan más daño.
El
régimen hace agua por todos lados, y movidos por esa desesperación
creen que la xenofobia con la cual son tratados los desplazados
venezolanos en el Perú, les ayuda. O lo que ocurre políticamente
allí y en Ecuador, como si no repararan que en toda cabeza con dos
dedos de frente debe estar prendiendo la idea de que si los
venezolanos no llevaran ocho años migrando por el desastre montado
por la revolución, agravado por el hambre que está matando a un
país donde no se produce nada y los reales con los cuales debía
importar se los robaron, le hace quedar mal. O peor de lo que ya se
les veía. La idea de: si eso no pasara no habrían problemas en la
región, y no dejara de pasar mientras estos delincuentes sigan allí.
Movido por la desesperación de tener algo que decir, un hombre
astuto y capaz para el ñemeo político como Nicolás Maduro cae en
estas tonterías.
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