CAMPAÑA ARRIESGADA
Indudablemente...
Grita
y ríe escandaloso, como el resto de sus amigos, cuando hace aquello.
Luego, todo serio, le sostiene la mirada a quienes le observan. ¿Un
desafío, ganas de escandalizar, de molestar a los beatos? No,
reconoce el vecino con una sonrisa en su barbudo rostro de cuarentón
maestro de escuela. El chico, lo supiera o no, estaba urgentemente
necesitado de unas duras nalgadas echado de panza sobre la pelvis de
un papi. Como él. Era tan evidente.
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