CAMPAÑA ARRIESGADA
La
cosa era tan loca...
Jadea cuando le ve entrar por la puerta corrediza que da al jardín, que seguro saltó para pillarlo así. “No se angustie, vecino; no le contaré a nadie lo de ese culote de fábula que le gustaría exhibir. Que nalgas, joder, provoca morderlas y azotarlas”, ríe. “Ni contaré de sus tangas rosas ni de sus botines putones, tranquilo”, se le acerca sonriendo maloso, la tranca abultándole bajo el ajustado jean, uno del cual el hombre no puede apartar la mirada. “Menos le contaré a mis padres; papá es su amigo. Ni a su mujer o a sus hijos, y eso que Néstor es mi pana del alma. La verdad es que siempre ando caliente y necesito con urgencia de alguien que me la chupe cada vez que la tenga dura. Y, le repito, la tengo a cada rato”, aclara, sacándosela con esfuerzo, una pieza hermosa, joven, rojiza, que pulsa frente a sus ojos que quedan atrapados. “Y necesito un culo como ese, vecino, para enterrarla duro y a fondo; y el suyo se ve sabroso. ¿No le parece que esa necesidad suya de sentirse putilla y linda puede combinarse con mi amor por las zorras? Vamos, pruebe a ver si le gusta...”, ofrece sonriendo al notar que aún antes de soltar esas palabras, mientras se acercaba, los labios del hombre se entreabren y que, bajo el hilo de la tanga, el agujero le temblaba.
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