viernes, 1 de noviembre de 2019

ALTI

BIR

   -¿No se les antoja, muchachos?
 
   Era extraño que todavía lo hicieran. Se supone que es algo que a veces pasa, y queda en el pasado, entre el hermano mayor y el menor, y más cuando este tiene dos amiguitos tan bonitos como él, que ríen de todo, que se la pasaban mirándole y a quienes sorprendiera tomando, más de una vez, sus calzoncillos en el baño. Era lógico que les ofreciera a esos chicos un bocado y que estos pegaran sus juveniles bocas... Tal vez no tanto que el hermanito fuera el más goloso y entusiasta, aunque debía admitir que había sido súper caliente. Más extraño era que aún hoy, ya dos de ellos casados y con hijos, se reunieran a veces para hablar de cualquier cosa y mientras estos se arrojaban al piso con un cojín, viendo un juego, fuera como una señal para ofrecerles “algo” de picar. Y lo hacían, los muy putos volvían a ser los mismos de antes; tres bocas que besaban y atrapaban, que chupaban, tres lenguas que lamían. Tres culos que ya ha estrenado, abierto y dilatado entre gemidos, a cada uno de ellos frente a los febriles amigos que esperaban su turno. Que apretado y que ávido, reconoce emocionado, está siempre el de su hermano.

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