HISTORIA INTERESANTE...
Juventud,
dulce tentación...
...
-6:00
AM. Levántate –gritó Angel tocando la puerta del cuarto de
Andrés. Así hacia todas las mañanas.
-Dos
minutos y salgo. Déjame ponerme la toalla, estoy desnudo y no quiero
ser una tentación para ti –dijo Andrés abriendo un poco la puerta
y asomando la cabeza. Sonreía con arrogancia.
-Un
día de estos te voy a sacar de la lista y ya verás lo que va a
pasar –respondió Ángel.- En fin… ¿me llevas hoy?
-Claro.
Curiosamente adquirí el trabajo de ser tu chofer –respondió
Andrés saliendo del cuarto con una toalla en la cintura.- Y te
aseguro que no va a pasar nada porque me saques de esa lista. Créeme
–le añadió retándole con la mirada.
-Y
en la tarde me buscas, ¿vale? –dijo Ángel.- Y no te voy a sacar
de la lista, tu sabes que no lo haré.
-Bien,
sólo llámame cuando salgas –respondió Andrés.- Es una lástima
que no puedas irte en el auto, con lo que te encanta conducir
–comentó.- Sobre todo el Tanque, ¿verdad? –añadió con
sarcasmo y esbozó una media sonrisa.- ¿Me das permiso para irme a
bañar? –preguntó al ver que Ángel estaba un poco en el medio.
-Que
yo sepa, no te tengo agarrado -replicó Ángel apartándose y yendo
hacia las escaleras para ir a la cocina.
La
casa en donde vivían era de ellos dos más otro. Diseñada y
remodelada a su gusto, tenía cuatro pisos, un primer piso en donde
estaba la sala, el comedor, una amplia cocina y un cuarto de baño
para las visitas, que únicamente usaba la señora que los ayudaba
con la limpieza, la ropa y la comida. En el segundo piso tenían seis
cuartos ordenados de tres en un lado y tres en el otro. Al final del
pasillo estaba un cuarto de baño más grande que el de la planta de
abajo, este baño tenía una ducha grande y un jacuzzi en donde
entraban cómodamente cuatro personas altas. El baño se situaba
desde un extremo de la pared al otro, si tenemos en cuenta, el
cuarto, el pasillo y el otro cuarto al otro lado del pasillo; el baño
media todo eso. De los seis cuartos dos tenían baño propio, los dos
que estaban más cerca del baño principal, pero como Andrés quería
un cuarto cerca de la escalera no tenía su propio baño. Cada cuarto
tenía una cama suficientemente amplia como para dormir y moverse
cómodamente, un armario extenso para ropa y calzado, una mesa para
computadora y todos sus accesorios, todas las tv de los cuartos
estaban empotradas a la pared para ahorrar espacio, paralela a la
cama, un cajón para ropa interior y otras cosas y un escritorio para
libros, películas de DVD y demás. Solamente los cuartos en uso
tenían computadora. Además, a los chicos se les ocurrió poner un
anexo en la planta baja y transformarlo en una biblioteca que tenga
una computadora para las visitas. A ninguno les gustaba que otros
revisaran sus cosas personales. Solamente tenían permiso de ver uno
y otro y otro, Andrés lo de Ángel y viceversa, además del otro que
pronto viviría con ellos, nadie más podía ver. Los tres eran
recelosos y cuidaban su intimidad.
La
entrada al sótano estaba por la cocina y desde ahí se controlaba
todo lo eléctrico de la casa. Para más comodidad, Ángel pensó que
todos los controladores eléctricos, de gas y de agua estuvieran en
un panel en el sótano, además en este sótano estaba un
refrigerador industrial, muy grande para la comida que requería
almacenamiento directo y prolongado, como carnes, embutidos, frutas y
bebidas. Hacían mercado una vez al mes y compraban de todo. En el
primer sótano había una habitación en donde estaban los monitores
del circuito cerrado que decidieron instalar desde que se mudaron,
aunque la existencia de ese circuito cerrado solo lo sabían las
personas necesarias. Al segundo sótano se accedía por una puerta
que estaba en el primero. En el segundo sótano estaban algunas cosas
de índole muy personal. Ese sótano estaba siempre bajo llave, y
solo podía ser abierto por alguno de ellos tres, con una clave
electrónica. Nadie más.
Mientras
esperaba a Andrés para desayunar, Ángel pensaba en cómo estaba de
ocupado esa semana. Estudiar en la universidad era bastante
complicado. Ángel estudiaba medicina y Andrés idiomas modernos, una
carrera científica para uno y una carrera socióloga para el otro,
pero ambos tenían un profundo desprecio hacia las personas así que
no se explicaban como estudiaran algo que en el futuro involucrara
proximidad con otras personas. “Misterios misteriosos de la vida”
había dicho Ángel una vez riendo.
Ángel verificaba su agenda mientras tomaba una taza de café y se dio
cuenta de algo; tenía dos exámenes bastante difíciles esa semana
con un día de diferencia. Qué bueno que ambas materias estaban al
día.
-Te
noto preocupado –comentó Andrés al llegar. Tomó un vaso y fue a
la nevera para agarrar una buena cantidad de jugo de naranja.
-Preocupado
no; indeciso –respondió Ángel mirando la pantalla de su celular.-
Tengo dos parciales y la verdad se, que serán bastante difíciles.
Mi indecisión viene porque no se ha cual ponerle más atención.
-Revisa
tu nota previa y el que tenga menos, es ese el que tendrá tu
atención –dijo Andrés encogiéndose de hombros quitándole
importancia al asunto.
-Eso
es lo que tengo en mente –concedió Ángel guardando su celular.
Miró a Andrés sonriendo. Andrés le miró con las cejas levantadas,
una sonrisa de Ángel no era algo muy bueno- Ahora usted señorito, me
va a explicar cómo es posible semejante nivel de pudor –dijo
fingiendo ofensa.
-Ah,
eso -respondió Andrés.- No es nada malo, es simplemente que a mí
me gusta fastidiarte y te digo esas cosas. No me molesta que me veas
desnudo, sino, no me bañara contigo ni dejara que me hagas esos
masajes que sabes hacer muy bien –dijo mirándolo fijamente con sus
ojos azulados.
-Uy
–dijo Ángel fingiendo un escalofrío.- Que papi eres, qué macho.
Esos ojos… –ambos se empezaron a reír. Andrés buscó un bol de
cereales, tomó leche de la nevera y una caja de cereal de la
alacena- Sigo pensando que tú necesitas una novia en este país…
Mico… está en otro continente. Así lograras divertirte como lo
hago yo.
-Yo
jamás podría divertirme como lo haces tú –respondió Andrés
dando un bocado.- Para empezar tendría que cogerme a toda puta que
encuentre en la calle y eso me aburriría en un mes. Claro que en tu
caso es al contrario. No hay hombre que no te guste.
-Debo
admitir, y solo lo admitiría delante de ti, que soy un poco zorra si
me lo propongo –dijo Ángel. Andrés casi se atraganta de la risa-
Pero últimamente mantengo el control.
-Sí…
claro… -respondió irónico Andrés tragando rápido.- Que no
escuche lo que hagas no quiere decir que no sepa que lo estás
haciendo. Pero si se que te estás moderando. Me consta. Lo vi hace
unos días. –dijo terminando su desayuno.
-¿Qué
hacías viendo eso? –Preguntó Ángel.- ¿Te gustó lo que viste?
–preguntó con picardía.
-Lo
vi por casualidad y ni me gustó ni me desagradó. Normal pues –de
nuevo se encogió de hombros.- Aunque eso que estabas haciendo era
bastante impresionante, debo admitirlo.
-Gracias
–dijo Ángel. Miró su reloj- ¡Vaya! Mira la hora. Aquí está tu
almuerzo –dijo dándole un pequeño bolso,- busco mi bolso con los
libros, espérame para que me lleves a la entrada de Santa Mónica y
de allí tomó el taxi y...
-No…
yo te llevo –le interrumpió Andrés.
Ángel
le miró unos segundos y sonrió con simpatía.
Los
chicos poseían dos autos con ellos. Ambos carros estaban legalmente
a nombre de los dos. Tenían un carro pequeño que usaban para
moverse más fácilmente por la ciudad y una camioneta más grande
para los viajes fuera de esta, casi siempre cuando iban para la
playa. Normalmente manejaba Andrés, pero cuando él estaba cansado
en los viajes largos, Ángel tomaba el volante.
Ellos
vivían en una zona llamada “Terrazas de Santa Mónica”, era un
área bastante buena con muchas casas grandes alrededor y perfecta
para vivir tranquilos y en paz. No tenían mucho contacto con sus
vecinos y eso les gustaba. Pero estaba muy lejos de alguna avenida y
por eso era mejor tener carro propio para desplazarse.
El
trayecto fue bastante rápido, tratándose de una ciudad tan
fastidiosa con el tráfico como lo era Caracas. Esa era una de las
razones por la que Ángel odiaba manejar: no toleraba que tanto
idiota estuviera detrás de un volante.
A
pesar de estudiar en una facultad de Medicina, no estudiaba como tal
en la facultad, sino en una de sus escuelas. La facultad de Medicina
estaba dividida en escuelas y él estudiaba en la Escuela Vargas y
esta quedaba bastante lejos la sede de la UCV como tal. Eso no le
gustaba a muchos. El único consuelo era que esta escuela estaba
entre las mejores.
Está
compuesta por dos edificios cuya diferencia es el tiempo de
construcción, tenían un edificio “viejo” que fue el primero en
ser construido y más de medio siglo después le hicieron un anexo al
que llamaban edificio “nuevo” aunque este tenía ya como 15 años.
El estacionamiento era el sótano del edificio nuevo y por ahí
entraban casi todos, también tenía una entrada principal que
conectaba con la entrada oeste del Hospital Vargas. El edificio viejo
tenía una entrada paralela a la entrada del estacionamiento, que
daba a una avenida. El edificio viejo tenía ocho pisos y el nuevo
seis sin contar los tres del estacionamiento. Ambos edificios se
conectaban de tres maneras: primero, un “puente” unía el piso
uno del edificio nuevo con el piso dos del edificio viejo, segundo,
una especie de vestíbulo en la planta baja del edificio nuevo que
llevaba a una escaleras que conducían a la planta baja del edificio
viejo y tercero una salida por el sótano que llevaba también a la
planta baja del edificio viejo.
Al
entrar por estacionamiento y darle los buenos días al vigilante,
Ángel caminó hacia un pequeño pasillo entre carros y subió por
unas escaleras que estaban en todo el centro del piso y comunicaba
los tres pisos del sótano y los otros seis del edificio como tal. Al
llegar a la planta baja, lo primero que hizo fue ir a su locker para
guardar dos libros que le pesaban mucho.
En
el camino saludó con la mirada a varios compañeros y les hizo una
seña de que ya iba para allá. Después de notar que su peso
disminuía, fue a encontrarse con sus compañeros.
-Buenos
días, doctor- le dijo un joven blanco, ojos verdes, de cabello
castaño.- ¿Por qué siempre lo primero que haces es ir al locker?
-Para
disminuir mi peso, Eduardo –respondió Ángel.- Que yo sea fuerte,
no quiere decir que me guste cargar peso. Soy perezoso –bromeó.
-No
le hagas caso, él sabe muy bien eso -intervino el muchacho del lado
derecho de Eduardo.
-Carlos,
déjame fastidiarlo un rato –respondió Eduardo.
-Hablemos
de algo más interesante –interrumpió un chico a la izquierda de
Eduardo.- ¿Cómo organizamos los temas de los desgraciados
parciales?
-Yo
ya les dije cómo –dijo Carlos rápidamente.- Se los mandé por
correo. ¿Has leído tu correo últimamente, Augusto? –le miró
reprobatoriamente.
Augusto
era, un chico fornido, con músculos bien definidos, con unos ojos
verdes y con un bronceado permanente. Estaba tan bueno que
lamentablemente para él, Ángel le puso el ojo apenas lo conoció y
por eso se hizo su amigo desde el primer día. Augusto era
extremadamente hetero, pero eso no le interesaba a Ángel, de hecho,
ya estaba planeando cómo lograba que terminara con su novia. La
novia del joven era una pequeña zorra que lo engañó hace unos
meses y sin embargo Augusto se lo perdonó.
-Ayer
no revisé mi correo –respondió Augusto.- Estaba ocupado
estudiando –los tres lo miraron al mismo tiempo.- ¿Dani y Aníbal
no han llegado verdad? –intentó cambiar de tema.
-No
los he visto-respondió Carlos.
-Ni
yo –respondieron Ángel y Eduardo al mismo tiempo
-¿Siempre
vienen juntos? –preguntó Eduardo con curiosidad.
-Sí.
Dani me dijo una vez que ella y Aníbal se conocen desde muy niños y
viven muy cerca –respondió Carlos.
-Desde
el kínder –confirmó Ángel.
-¿Ah?
-Eduardo no entendió.
-Desde
el kínder se conocen –explicó Ángel.- Aníbal me lo dijo hace
tiempo cuando le pregunté desde cuándo se conocen.
-Entiendo…
¿y creen que tengan algo? -preguntó Eduardo. Angel y Carlos lo
miraron.
-Dani
siempre dice que tiene prometido –le recordó Carlos.
-Y
lo dice con tal emoción que casi parece que está en un velorio
–replicó Eduardo rodando los ojos.
El
único que no participaba en la conversación era Augusto quien
revisaba su correo por medio de su celular.
-Hablemos
de otra cosa. Los parciales –les interrumpió mirando su teléfono.-
Veo que pusiste los temas muy equitativos Carlos, muy bien. Hoy mismo
empiezo con eso –aseguró asintiendo con decisión.
-Y
así es como se evade un tema –dijo Eduardo en voz baja.- En fin…
tienes razón al decir que debemos hablar de otra cosa. Hablemos de
sexo…
-Ya
empieza este con eso… -interrumpió Carlos en voz baja negando.
-No
me refiero a eso, coño, déjame hablar –replicó Eduardo dolido,-
me refiero a las láminas de histología que tenemos que hacer sobre
las fases de la regla en la mujer…
-Periodo
menstrual, Eduardo –interrumpió, de nuevo, Carlos.- P-E-R-I-O-D-O
M-E-N-S-T-R-U-A-L –le repitió como si fuera un niño pequeño.
-¿Me
dejas terminar de hablar? -preguntó Eduardo fingiendo enfado. Ángel
no podía aguantar la risa, en verdad que estos chicos eran buenas
personas y muy buenos amigos.-En fin… ¿Qué coño es lo que hay
que hacer con las…?
-¿Y
este correo de aquí, Ángel? –interrumpió Augusto que no estaba
pendiente de lo que hablaban Eduardo y Carlos.
-¿Alguien
me dejará terminar la frase antes de que empiece la clase? –Preguntó
Eduardo irritado.- Necesito otros amigos, unos que me dejen hablar
–miró a Carlos y a Augusto,- y me escuchen -miró a Ángel.
-Yo
te estoy prestando atención –dijo Ángel rápidamente.
-Si
te encontraras amigos que te dejen hablar, no te soportarían,
Eduardo –respondió Augusto con risa en las palabras,- el 90% de lo
que dices es broma y el otro 10% es raro y no vale la pena. –todos,
incluso Eduardo estallaron en carcajadas.- Ángel, ¿este correo?
–insistió en su punto anterior.
-Mi
parte del parcial –respondió Angel.
-¿Tan
rápido? Pero si eso lo mandé yo anoche –dijo Carlos sorprendido.
-De
los seis temas, tres ya los tenía resumidos y el que me diste es uno
de esos tres –respondió,- solo me faltan dos, porque uno de ellos
lo hice anoche después de ver como una lancha mataba a un
adolescente –los otros tres lo miraron.- Andrés encontró uno de
esos animes en donde se tratan asesinatos y esas cosas.
–¿Entonces
tienes todos los temas resumidos? -Preguntó Eduardo de inmediato.
-¿Por qué no los envías? Así nos ayudas a nosotros –añadió.
-Sí
y no -respondió Ángel.- No seas vago. Ya les envié lo que me
correspondía y estoy seguro que Carlos también tienes sus resúmenes
hechos, ¿verdad? –dijo mirándole fijamente. El chico bajó la
mirada algo apenado.
-Me
faltan dos todavía –respondió este, en voz baja.- ¿Y a ti
cuántos te faltan? –le preguntó a Eduardo.
-Tres
–respondió.- Respóndanme rápido, coño, en los cortes del
periodo de la mujer, ¿qué es lo que debemos ver?
-Empieza
la clase –dijo Carlos levantándose- Vamos. Olvídate de
histología, vamos a bioquímica.
-Idiota
–respondió Eduardo siguiéndolo.
-¿Tú no vienes? –Le pregunto Ángel a Augusto al ver que no se movía.
-Hay
algo que quiero hablar contigo, amigo –respondió Augusto.- En
privado. Ustedes dos adelántense. Vamos en unos minutos –explicó
con seriedad.
-Vamos.
Hay que darle espacio a los novios estos –dijo Eduardo sonriendo.-
No tarden mucho.
Después
que Eduardo y Carlos se fueron y Augusto se sintió seguro de hablar,
le dijo lo que le preocupaba.
-Creo
que Leticia me está engañando otra vez –le dijo con los ojos
aguados. Ángel suspiró y se sentó a su lado.
“Excelente”
–pensó
este.
-¿Tienes
alguna evidencia? –preguntó.- No puedes pensar eso sin alguna
prueba en mano.
-Tengo
una corazonada, la misma que tenía la primera vez.
-Yo
ya te dije que los comportamientos tienden a repetirse. Tú ya la
perdonaste una vez y de nuevo te está jodiendo –dijo Ángel.
-Sabes
bien la razón de perdonarla. Eres el único aquí en la universidad
que lo sabe.
-Una
razón estúpida. Sumamente tonta. ¿No entiendes que te estaba
manipulando cuando te dijo eso?
-Si,
tal vez o tal vez no. Coño… -dijo tapando su cara con las manos.-
no sé qué hacer. ¿Y si la dejo de nuevo y me amenaza otra vez y yo
no le hago caso y cumple? –Preguntó.- Yo no quiero una muerte en
mi conciencia.
-No
creo que lo haga –respondió Ángel.- Dudo mucho que cumpla esa
promesa. Si quisiera suicidarse no te dice que lo hará. Lo hace y
punto.
-¿Tú
crees?
-Estoy
completamente seguro -dijo Ángel suspirando.- Pongámosla a prueba
en un ambiente controlado y veamos su reacción cuando le digas que
terminarás con ella –propuso-. Estoy 100% seguro que no hará nada
–añadió con vehemencia.
-¿Me
ayudarás con eso? –preguntó Augusto.
-Por
supuesto. Lamento decírtelo, pero tú eres muy manipulable –Augusto
lo miró con los ojos entornados.- ¡Es la verdad no me mires así!
-se excusó Ángel.- Si no estás con la mente fija podrías joderlo
todo. Si controlamos el ambiente podremos predecir su comportamiento
–explicó encogiéndose de hombros.
-Hablas
como si fuera un experimento. Ella fue mi novia por tres años y yo
pensaba que éramos felices. Hasta ese día que la encontraron en la
cama con otro –agregó con amargura.
Ángel recordaba muy bien ese día. Tenían como dos semanas de empezar las
clases y tres días antes conoció a Augusto formalmente. En un
principio sólo quiso acercarse para estudiarlo. Le gustó mucho lo
que vio y lo deseó desde el primer momento. Pero ese día en
particular lo encontró llorando en el baño. Cuando Ángel se acercó
y le preguntó qué le pasaba le respondió:
-Nada
hermanito, me acabo de enterar que mi novia de hace años me estaba
engañando –dijo un poco alterado. Se limpio los ojos y continúo.–
Me mandaron una foto. Mira –y le mostró el teléfono. En él se
veía claramente a dos personas besándose acostados en una cama.–
Disculpa que me veas en este estado. Casi que no nos conocemos y ya
me ves así. Debes pensar que soy débil.
-Primero
que nada déjame mear. Mi vejiga está llena –respondió Ángel
entrando a un reservado. Después de descargar su vejiga y planear
sus movimientos para sacar ventaja de esto, salió del baño y le
dijo- Segundo –se estaba lavando las manos,- vamos a mi carro para
que puedas desahogarte bien. Aquí cualquiera te puede ver y no es
bueno que el delegado de primer año sea motivo de burla. –sacó su
celular y escribió “Visita inesperada. Preparado” y se lo envió
a Andrés.
-Gracias
hermanito, de verdad –dijo Augusto lavando su cara.
Cuando
llegaron al carro, Andrés le respondió el mensaje: “¿Tendré
que dormir con la puerta cerrada?”.
“No.
Solamente estoy preparando el terreno. Viendo mis posibilidades”
respondió Ángel. “Entiendo.
Igual ya yo estoy en casa así que por favor no me presentes a nadie.
Estaré en mi cuarto”
añadió
Andrés.
Ya
dentro del carro, Augusto empezó a desahogarse. Leticia, su novia lo
estaba engañando con un compañero de su facultad y lo peor del caso
que lo llevó a su casa y fue la hermana de Leticia la que le envió
la foto.
Augusto
estaba en un estado bastante mal. Lloraba a diestra y siniestra y se
disculpaba constantemente por mostrarse así. Ángel solamente le
decía que no se preocupara.
Duraron
alrededor de una hora hablando del tema y durante ese tiempo Augusto
recibía una llamada cada cinco minutos, algunas las terminaba pero
las que contestó fue para decirle a Leticia que no quería nada con
ella y que se fuera a la mierda.
Luego,
cuando Augusto se calmó un poco, Ángel le recomendó llevarlo a su
casa a lo que Augusto dijo que no. Lo que ocurría es que ese día
los estudiantes de la facultad organizaron una fiesta de halloween y
Augusto pensó que era mejor ir para despejarse la mente.
-Vamos
los dos entonces. No quiero que estés solo en este estado y lo más
probable es que tomes alcohol –le dijo Ángel.- Me hago cargo de ti
hasta el lunes.
-¿Tienes
entrada? –le dijo Augusto ya más calmado.- Yo tengo dos, se
suponía que ella y yo iríamos. Te puedo dar la otra.
-Bien.
Por mi está bien –dijo Ángel.- Pero igual vamos a mi casa, nos
bañamos y nos vestimos allá. Yo te presto ropa.
-Gracias
de verdad, hermanito –dijo Augusto.- Ni siquiera sé cómo pagarte.
-Eso
no tienes ni que mencionarlo –dijo Ángel.- Para eso están los
amigos. ¿Tienes algo que hacer aquí o nos vamos de una vez?
-Vámonos.
No tengo nada que hacer aquí.
Se
fueron, llegaron a la casa y de ahí se arreglaron para la fiesta.
Ángel le prestó a Augusto una camisa azul marina y unos pantalones
negros. La ropa de Augusto la pusieron a lavar y a secar. A las 8 de
la noche salieron rumbo a la fiesta y llegaron 45 minutos después.
En
la fiesta, ya estaba algunos compañeros disfrazados de muchas cosas.
Vieron a varios pitufos, a los Na'vi de avatar, a algunos compañeros
que fueron como el grupo LMFAO, entre muchas cosas. Ángel, mirara a
donde mirara, no podía aguantar la risa. Nunca le gustó disfrazarse
y ver a muchas personas haciéndolo le causó un ataque de risa.
Apenas llegaron Augusto se fue a buscar un par de vasos con cerveza.
Durante toda la fiesta Ángel estaba más bien aburrido, de vez en
cuando encontraba a uno y otro compañero para hablar pero solo era
momentáneo, mientras que Augusto estaba tomando más de la cuenta.
Como a las once, Ángel decidió quitarle el celular a Augusto, pues
estaba llamando a Leticia y eso no era correcto. Debía estar sobrio
para hablar con su ex novia. Ya a las dos de la mañana, muchos
estaban en un estado bastante patético. Borrachos, es así como
estaban. Ángel decidió que ya era hora de irse, Augusto estuvo
vomitando la última media hora y era bastante desagradable.
“Por
favor… ¿Cuánto vómito le queda aún?”
pensó.
Decidió irse de una vez. Ya estaba muy aburrido y casi no quedaba
nadie que pudiera mantener una conversación coherente. Cargó a
Augusto de los hombros y se lo llevó al carro, lo arrojó en el
asiento trasero y decidió irse de ahí.
Cuando
llegaron a casa, Ángel se dirigía a su cuarto y cuando subió las
escaleras, Andrés se asomó por la puerta de su habitación.
-Parece
un saco de papas –comentó con sequedad.
-Y
pesa como uno –se quejó Ángel sujetando la cintura de Augusto.
-¿Qué
tramas hacer con él? No pensarás tener sexo en esas condiciones, ¿o
sí? –preguntó Andrés divertido.
-La
verdad tengo ganas sólo de una felación –explicó Ángel,- pero
no será en mi cuarto. Lo llevo al cuarto de visitas y allí hago lo
que voy hacer, después me voy a mi cuarto y él no se enterará de
nada.
CONTINÚA ... 3
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