domingo, 24 de noviembre de 2019

UNA HISTORIA INTERESANTE... 3

HISTORIA INTERESANTE...                         ... 2
   Juventud, dulce tentación...
...
 
   -A ver una cosa –dijo Andrés tomando la cara de Augusto. Le dio una suave bofetada.- Si… este tipo está en otro mundo. Disfrútalo, te lo mereces. –empezó a cerrar la puerta cuando Ángel le pregunto:
 
   -¿Tú qué haces despierto a esta hora?
 
   -Estaba descargando un capítulo de Mirai Nikki.
 
   -¿Aun sigue tu amor por Yuno?
 
   -Por supuesto. Yo quiero una Yandere así como ella.
 
   -Eso no es problema. Búscala y punto –dijo Ángel.- Bueno que te diviertas con tu Yuno que yo me voy a divertir con este –dijo señalando a Augusto.– Como pesa por Dios –se quejó de nuevo-, todo ese peso es músculos y solamente espero que el músculo que me interesa de él esté en buenas condiciones. –Andrés cerró la puerta y Ángel siguió por el pasillo. Abrió la puerta que estaba al lado de su cuarto y entró con Augusto.
 
   Dentro del cuarto, Ángel le quitó la ropa y la arrojó a un lado. De verdad que Augusto está muy bueno. Pectorales marcados con oscuros pezones en ellos, bíceps y deltoides delineados perfectamente y los músculos del abdomen marcados perfectamente. Tenía unas nalgas bien bonitas que Ángel masajeó a gusto. No era muy velludo y eso le gustó. La verga de Augusto tenía prepucio y Ángel se entretuvo un rato sacando y escondiendo la cabeza antes de meterla en su boca. Sabía un poco a orín, pero de verdad que no le importó. Su verga mediría unos 17 cms pero tenía un buen grosor, de unos 6 cm de diámetro. Lo estaba masturbando para que se pusiera a tope y Augusto emitía pequeños quejidos que hacían que Ángel se excitara más.
 
   Cuando vio que estaba bien erecta, la metió toda en su boca hasta la misma raíz, ahuecó su garganta para poder respirar y así no le dieran arcadas y empezó con una deliciosa felación que Augusto agradecía dando pequeños chillidos. Después de unos veinte minutos, Ángel decidió ir a otro sitio. Flexionó las piernas de Augusto para tener una visión de su culo y decidió darle un beso negro delicioso. Subía y bajaba su lengua entre el ano y las bolas hasta que ensalivo suficiente y pudo meter el dedo medio hasta llegar a la próstata y masajearla.
 
   -Si estuvieras despierto jamás olvidarías esto, pero no importa. Dentro de poco tú me harás esto mismo a mí –le dijo como promesa.
 
   Con el dedo masajeando la próstata, Ángel empezó de nuevo a mamar su verga, alternando subidas y bajadas con la penetración del dedo. Augusto estaba bastante agitado y hubo un momento cuando Ángel creyó sentir que se despertaba, pero sólo puso las manos en su cabeza para “guiar” la felación.
 
   -Sí. Leticia, así –susurró Augusto en sueños, antes de acabar en la boca de Ángel muy abundantemente. Este no dejó que nada se perdiera.
 
   Cuando se tragó todo, la verga de Augusto empezó a recuperar su tamaño y Ángel sacó su dedo del culo, le puso el bóxer y lo colocó en posición para dormir, para luego salir del cuarto he irse al suyo propio a hacerse una linda paja.
 
   Todo esto ocurrió hace 5 meses y desde entonces no se repitió nada entre ellos, pero Ángel era paciente y sabía que tarde o temprano se repetiría. Ese fin de semana, Augusto estuvo en casa de Ángel.
 
   El problema fue que, cuando Augusto habló con Leticia, esta lo amenazó con suicidarse si él la dejaba y cayó en esa absurda mentira. Desde entonces se sentía atrapado en una relación sumamente tóxica para él.
 
   Afortunadamente para Ángel, siempre ocurren cosas que benefician sus planes y esta vez no pensaba dejar escapar la oportunidad.
 
   -¡¿Ángel?! –le llamó Augusto sujetando su hombro.
 
   -¿Qué? –preguntó este, distraído.
 
   -Estoy hablando contigo y no escuchas –se quejó Augusto.- Te decía que ya que tenemos libre la tarde de mañana, podríamos hacerlo.
 
   -Por mí está bien –dijo Ángel.- Mientras más rápido mejor. Es mejor que lo hagamos en mi casa.
 
   -¿Tu compañero estará allá a esa hora? –Preguntó Augusto dudando -¿Cómo es que se llamaba? ¿Adrian?
 
   -Andrés –le corrigió- y no, no va estar. Tiene clases a esa hora.
 
   -Gracias de verdad –dijo Augusto.- Eres un gran amigo y, por favor, ni una palabra de esto a nadie.
 
   -Sabes que no diré nada, pero por favor, vamos a clases que hay cosas que hacer –dijo Ángel levantándose.
 
   -¡Hey chicos!- escucharon una voz femenina a sus espaldas.
 
   -¡Dani! –gritó Ángel y corrió a abrazar con fuerza a una muchacha algo morena, delgada y de baja estatura. -Buenos días, Daniela. Modales ante todo –le susurró al oído.- Una señorita debe tener modales.
 
   -Buenos días, cielo -le respondió ella muerta de vergüenza. Siempre se ponía así cuando Ángel la abrazaba.
 
   -Hola, chicos –los saludó un joven blanco, un poco musculoso, alto y con el cabello perfectamente peinado de lado, que estaba al lado de esta.
 
   -Hola –respondieron ambos, Ángel y Augusto.
 
   -Están llegando tarde –les reprochó Ángel.
 
   -Tráfico. Vil y cruel tráfico –respondió Aníbal. - ¿Entramos?
 
   -Vamos –respondieron los otros.
 
   El día transcurrió como cualquier otro. Básicamente correr de un lado a otro entre clases. Primero teoría de Bioquímica; luego teoría y práctica de Anatomía; almuerzo de doce a dos; teoría de Histología; luego práctica de Histología. Terminaron saliendo a la cinco de la tarde bastante cansados y malhumorados todos. Eduardo se quejaba a más no poder y Carlos sólo le seguía la corriente. Augusto estaba muy pensativo, Dani y Aníbal tenían rato de irse en el carro de ella y Ángel estaba esperando a Andrés.
 
   -Los llevo a todos al Metro y de ahí cada quien a su casa –les dijo Ángel.- Andrés debe estar llegando ya –escuchó un mensaje y lo vio.- Si… ya está afuera.
 
   -Hola, Andrés –saludó primero Carlos al entrar al auto.
 
   -Hola –saludó Eduardo.
 
   -Hola, Adri… Digo… Andrés –saludó Augusto- ¿Por qué nunca me acuerdo de tu nombre?
 
   -Ni idea –respondió Andrés lacónico. Ángel sabía muy bien que no le interesaba nada lo que Augusto dijera, básicamente no le interesaba mucho lo que dijeran las personas.- ¿Hacia dónde los llevo? En la Cota Mil hay todo un estacionamiento y si nos vamos por la avenida Fuerzas Armadas, los dejo en la estación La Hoyada –explicó con frialdad.
 
   -Por mí está bien –dijo Eduardo.
 
   -No hay problema –agregó Carlos.
 
   -Esa es mi parada natural –dijo Augusto.
 
   -Entonces vámonos –dijo Ángel, sentándose de copiloto.
 
   -¿Seguro que quieres hacer eso? –Preguntó Andrés, media hora después cuando ya los chicos se bajaron del carro.- Pensaba que tenías otros planes con él llorón y su novia.
 
   -Técnicamente sí, eso ya lo hablamos –respondió Ángel.- Pero si puedo acelerar las cosas, mejor para mí. Además, si esto no funciona, puedo hacer lo otro –comentó.
 
   -¿Dónde lo van hacer? –Preguntó Andrés.- ¿En casa?
 
   -Quería hablarlo contigo primero a ver si no te molestaba –dijo Ángel.
 
   -¿Y si digo que me molesta que lo hagan en casa? –preguntó Andrés.
 
   -Lo hago en otro lado –respondió Ángel encogiéndose de hombros.- Pero preferiría hacerlo allá, para mantener las cosas controladas. Augusto conoce esta casa. No quiero que sepa de la existencia de las otras. Entonces… ¿tengo permiso de hacerlo? –preguntó.
 
   -Sólo no hagan tanto ruido –respondió Andrés con sequedad.- Y espero que sepas que no voy a intervenir en lo que pase. Pienso estar durmiendo todo el día.
 
   -Sólo cierra tu puerta –respondió Ángel.- Las habitaciones están diseñadas para que el sonido se aislé. Tú lo sabes. Y gracias por dejarme hacerlo allá –agregó con una sonrisa.
 
   -Aja –respondió Andrés y siguió conduciendo.
 
   Cuando llegaron, y después de guardar el carro, cada uno tomó un destino diferente: Ángel fue a la cocina y Andrés a su cuarto.
 
   En la nevera, Ángel encontró una nota:
 
   “Dejé la cena dentro de la nevera. Mañana no podré venir, porque tengo cita médica. Nos vemos el viernes
 
   -“Muy bien” -pensó.- Las cosas se dan mejor de lo planeado. Si mi tía no viene mañana, podré actuar incluso mejor”.
 
   Para evitarse la molestia de tener que cocinar y de los quehaceres de la casa por la falta de tiempo, Ángel contrató a una persona encargada de eso que resultó ser una tía-abuela. La razón de eso es que, se trataba de alguien conocido y de confianza. No tenían pensado que una extraña pisara su casa y estuviera sola todo el día haciendo quién sabía qué.
 
   Después de leer la nota y tomar la cena de él y Andrés para meterla al microondas, decidió mandarle un mensaje a Augusto recordándole lo que iban hacer el día siguiente. Necesitaba mantenerlo fijo en esa idea. No pensaba tolerar más retrasos por la zorra de Leticia. Augusto pronto se convertiría en su “amigo especial”.
 
   -“¿Preparado para mañana?-escribió.
 
   -“Si. Hace rato le escribí que mañana teníamos que hablar. ¿Dónde vamos hacerlo?” –le respondió Augusto.
 
   -“En mi casa, ya te lo dije. Aquí podremos manejar las cosas si se salen de control
 
   -“¿Qué es lo que planeas? ¿Cómo vamos hacerlo?”
 
   -“Fácil. Tú terminas con ella. Si te amenaza de nuevo solo le harás creer que no te importa, luego, si toma algo con lo que hacerse daño, veremos si es capaz de hacerlo. Si no, terminas con ella y yo la llevo a que tome un taxi. Ahora, si decide hacerse daño y derrama sangre, entonces, definitivamente esa niña necesita ayuda psicológica. Hablamos con sus padres sobre eso y que ellos se ocupen” –escribió Ángel con tranquilidad.- Así de fácil –murmuró enviando el mensaje.
 
   -“¿Crees que funcione?”
 
   -“Debería. En una u otra situación, tengo todo controlado
 
   -“¿Seguro que no pasara nada? Ella es muy terca y tal vez no logre aceptarlo. Ella me quiere.
 
   -“Si te quisiera no te habría engañado, Augusto. ¿O acaso ustedes tenían una relación abierta?- escribió Ángel insistente. Suspiró con paciencia.
 
   -“No, nada de eso. Pero me preocupa mucho lo que pueda pasar
 
   -“A la hora de almuerzo, le dices que debes ir a casa de un amigo a recoger unas cosas. Los traigo a los dos y en un momento dado yo me aparto para que tengan espacio para hablar. Estaré vigilante por si me necesitan. No debes preocuparte.
 
   -“Dicho así, suena muy fácil
 
   -“Es más complicado de lo que suena. Pero lo solucionaremos. Te dejo, debo ir a cenar y después a estudiar. Mantente firme en tu decisión, de nada vale lo que vamos hacer si tú no estás concentrado
 
   -“Bien. Hablamos mañana.”
 
   Mientras terminaba de preparar la mesa para cenar, el joven se preguntaba si valía la pena hacer todo ese esfuerzo por separarlos. Augusto era muy hetero y no tenía garantías de que funcionara. Pero después se dio cuenta que, de todas formas, no sería la primera vez que terminaba teniendo sexo con un hetero.
 
   Pensaba esperar, de todas formas, al día siguiente.
 
   -Mañana no viene mi tía –le informó a Andrés mientras cenaban.- ¿Qué te apetece cenar mañana?
 
   -No sé… -respondió Andrés fingiendo que pensaba.- ¿Sushi?
 
   -Vaya… que respuesta tan inesperada esa –dijo Ángel irónico,- será sushi entonces. Yo lo compro después de llevar a la zorra a la parada de taxis.
 
   -¿Planeas hacer algo con el llorón mañana?
 
   -Tal vez. Debo aprovechar que estará un poco vulnerable. -respondió Ángel.- En la facultad hay otras mujeres interesadas en él, me consta, y antes de tener que quitarle otra novia prefiero actuar rápido. Y a todas estas ¿por qué tanto interés? –levantó una ceja con duda.
 
   -Tu vida me entretiene. Ya te lo he dicho –respondió Andrés encogiéndose de hombros.- Quien me divierta más, será mi amigo.
 
   -Eso ofendería a la mayoría –respondió Ángel.- Pero, yo no soy la mayoría, así que me da igual. A veces es bueno ser cínico y sin sentimientos –agregó riendo.
 
   -Tu aún tienes sentimientos, amigo –respondió Andrés.- Solo que… los estás suprimiendo muy bien. Bien por ti.
 
   -Tener sentimientos me trajo problemas en el pasado y por eso sufrí mucho –dijo Ángel.- Pienso que debo terminar de eliminarlos. Dejar sólo los que me interesen cuando sea necesario. Oh, mierda, mira la hora –comentó mirando su reloj –me voy a dormir. Hoy te toca limpiar la cena.
 
   -Si… que divertido –respondió Andrés.- Igual yo también debo estudiar un poco antes de dormir. Debo preparar algo para la clase de alemán. Wir sehen uns morgen.
 
   -¿Ah? –preguntó Ángel saliendo de la cocina.- Deja tu puto alemán, coño –pidió con fastidio.
 
   -Nie –Respondió Andrés riendo.- ¡Lern die Sprache Idiot!
 
   -Eh... ¿Dank? –Preguntó Ángel.- No, no, Dank es gracias... ¿Qué fue lo que me dijiste primero?
 
   -“¿Wir sehen uns morgen?”; nos vemos mañana. “Nie”, es nunca –explicó Andrés riendo.- Y lo último fue “¡aprende el idioma, idiota!“ –explicó riendo más fuerte.
 
   -Genial... y yo como un pendejo te di las gracias... ¡Excelente Ángel! –se lamentó Ángel y él también se rió.
......
 
   Cuando la luz de la puerta al abrirse le llegó a los ojos, el encadenado no pudo resistir el encandilamiento. Ya tenía veinticuatro horas con el dildo destrozándole el recto, incluso sentía como sangraba un poco. Le ardía mucho.
 
   -Por favor… -dijo con un hilo de voz.- Mátame. Mátame de una vez.
 
   -¿Por qué tendría que ser amable contigo? -preguntó el encapuchado apagando la máquina y sacando el dildo del culo del encadenado.- Veo que tienes una pequeña hemorragia en el conducto anal. Genial –sacó el dildo de la base de la máquina y lo llevó a una vendeja que lleno con agua.- Hoy jugaremos de otra manera. Ya que anoche no hice nada contigo, debo recuperar el tiempo perdido –dijo desatando las manos del potro. -Debo recordarte la razón por la cual estás aquí –dijo mientras le desataba los tobillos.- Levántate.
 
   El encadenado apenas y se podía mover. Sentía todo su cuerpo entumecido por la posición adoptada durante todo un día y lo peor era el dolor en su culo. Tosió por un buen rato antes de poder caminar trabajosamente a donde le señalaban ir. El encapuchado estaba detrás, vigilando. El tipo quería que se sentara en una hamaca que estaba suspendida en el techo. Ya antes había estado ahí y lo que vino a continuación fue una salvaje violación. Primero lo hacía con su pene. Un monstruo que lastimaba por su grosor y lo largo que era y cuando eyaculaba dentro, usaba el semen como lubricante para meterle un dildo de 30 cms muy grueso que aseguraba para que no saliera. Mientras tenía el dildo dentro, recibía latigazos en sus bolas hasta que el encapuchado se cansaba y decidía que era hora de una electrocución. El no podía moverse porque sus manos y pies siempre estaban asegurados y eso era lo peor. Casi siempre su cuerpo pendía de sus extremidades. Era lo usual desde que le tenía prisionero.
 
   -Un momento –dijo el encapuchado de pronto, cuando el encadenado se acostó en la hamaca.- ¿No has comido nada hoy verdad? –El encadenado no respondió.- Con que estamos muy callados hoy ¿eh…? Bueno, si no quieres hablar entonces puedo quitarte la lengua ya que no la quieres usar ¿verdad? Lo que no se usa se desecha –dijo mientras aseguraba los miembros del encadenado.- ¿Es eso, no quieres conservar tu lengua?
 
CONTINÚA…
......
 
La historia deja colar sutilmente sus intrigas, Ángel no parece tan bueno como nos imaginábamos; Andrés parece sentir algo de interés en una vida que no es la suya; y el trato dado a los personajes (se sienten un tanto misteriosos), la descripción de la casa con sus sótanos, todo ese secretismo que bien puede ser discreción o no, hace sospechar sobre la identidad del enmascarado y la ubicación de su sala de juegos.

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