Los
cuentos de los últimos veinte años.
Apenas
dos semanas atrás Venezuela vivió una oscurana como no se recordaba
otra. Por lo menos aquí, donde no hay tanto monte y culebras como
decía el viejo adagio. Caracas, por primera vez pasó veinticuatro
horas en lo oscuro, como ya ocurría en otras partes, cuidando la
imagen en la sede de Miraflores y del poder usurpado. Siempre se
quiso disimular la crisis en la capital, dar la impresión de que
todo estaba bien. Como se veía en esa película Los Juegos del
Hambre; toda esa una mugre de vida de los Distritos, una porquería
de sufrimientos y precariedad, con represores armados vigilando a
todo el mundo bajo el título de Agentes de la Paz, pero allá, en el
corazón del fascismo, el Capitolio, todo era perfecto.
Eso
se acabó con el apagón hace dos semanas y se conformó con los de
esta, que pronto salió a explicarse como cosa de un ataque desde la
Estrella de la Muerte, con un rayo que nadie ve ni siente, del que
nadie tiene constancia (seguro que en latinoamérica hay quienes
están completamente convencidos de su existencia, y hasta en
España), pero que afecta. Como el rayo de control mental. Aunque uno
no debería burlarse de estas cosas, el régimen tiene uno que todo
lo que toca lo balurdiza. Pero no son juegos, fue lo que se le dijo
al pueblo de Venezuela para explicar veinte años de corrupción e
incompetencia, de tener a marcha forzada un sistema generador de
electricidad construido hace más de cuarenta años en la era
democrática al que no sólo no se cuidó sino que no se le actualizó
ni se le hizo reparaciones o mantenimiento alguno porque todo se lo
robaron. La explicación que el socialismo da a su incompetencia,
rapiña y propaganda tendenciosa es esa, fue un sabotaje (o saboteo,
como dicen, creyendo que se la están comiendo, lo dicho,
balurdización total).
El
caso es que los apagones se repiten y el cuento, la excusa, es la
misma. Esgrimida sin ningún tipo de vergüenza, ¿cómo es que se
los vuelven a hacer? Por lo que uno no se explica por qué no están
destituidos todos los organismos de inteligencia del país, esos
inútiles que nada ven, y las mismas Fuerza Armada que se supone
resguardan el coroto desde hace más de una década cuando comenzaron
las primeras fallas que avisaban del natural colapso, perdón, los
primeros “saboteos” según la realidad alterna de la izquierda.
El apagón, este último, fue de tal magnitud, otra vez, que las
emisoras de radio de todo el país quedaron en silencio... excepto
las manejadas por el Estado. Y fue donde el régimen derrochó
estupidez de una manera impresionante, tanta que la lanzaban para
arriba y les caía en las caras.
Necesitados
de trasladar a otros la responsabilidad de sus actos, así como
burlarse de la Venezuela que les odia, para desmotivarles, para
demostrarles que podían burlarse en sus caras de su angustia, rabia
o dolor (hubo muertos por esos apagones), montaron jolgorios de
fiestas y bailes, encadenados con el cuento del sabotaje. Ya no era
un problema por las dos únicas turbinas que funcionan en el Guri, de
las cuales les quitan piezas a una para completar la otra cuando van
a alterarlas, o que las reparaciones que se hicieran en ese momento,
hace dos semanas, terminaron de dañar lo que quedaba (bajo dirección
socialista hasta el Infierno dejaría de funcionar, aunque lo
cambiarían por otro, otro sufrimiento para los penitentes, el de la
frustrante inutilidad), cuentos que sólo irritan y molestan más al
país. Y ponen a gente como Diosdado Cabello, Néstor Reverol,
Vladimir Padrino López, Jorge Rodríguez o al ministro de Apagones y
Excusas, Luis Motta Domínguez a echar los cuentos, el grupo de
personas más odiadas y menos creidas de Venezuela. Escucharles,
especialmente a Diosdado Cabello, devolvía la pregunta a la
palestra: ¿demencia o drogas?
En
el programa de anoche, en pleno apagón y angustia de la población,
Diosdado Cabello hacía chistes, contaba vainas que a nadie le
interesaban porque nada tenían que ver con el drama que la
incompetencia del grupo usurpador causaba. En lugar de colocar música
las veinticuatro horas del día para que la gente drenara al menos la
rabia y tuviera algo en qué entretenerse, o guiarlos para ver dónde
conseguir alimentos, transporte después de las siete de la noche, o
comprar velas y kerosén, servir para algo de verdad, montaban ese
circo irritante. Anoche se escuchaban lecos y lecos del difunto Hugo
Chávez Frías, revivido artificialmente a toda prisa para intentar
contener la arrechera de lo que antes era el chavismo duro, pero ya
ni darle vida a la imagen de la bestia parece hacerles el milagrito.
Eso era escuchar un “extra” de noticias y que todos les mentaran
las madres o apagaran las radios.
¿Se
imaginan que Juan Guaidó lograra cabalgar sobre esta crisis diciendo
que o nos paramos firmes y hacemos algo o con la electricidad pasará
lo mismo que con los alimentos, el transporte, el agua, la salud, que
tendremos que acostumbrarnos a vivir sin ella, arrechos pero sin
electricidad para neveras, televisores y ventiladores, sometidos y
vejados ante un mundo que nos cree cobardes porque huyen unos o no
hacemos nada los otros? ¿Imaginan que Juan ordene rodear en cada
región la compañía eléctrica y que los trabajadores griten qué
es lo que está pasando en realidad para desenmascarar a tantos
vagabundos? Que digan si es cierto que CORPOELEC está desmantelada,
que si es verdad que la gente no va a trabajar por falta de dinero
para pagar transporte, que si no es cuento que todo el que sabía
sumar y restar ya se fue para el exterior y muchas veces hasta sin
avisar en la empresa.
¿Imaginan que Juan le pregunte a los cerros
por qué sus corotos tienen que dañarse, los alimentos perderse, la
medicinas también mientras una bola de vividores hacen fiestas y se
burlan del sufrimiento de todos? ¿Que qué están esperando para ir
a decirles lo que piensan? ¿Y si ordena acorralarlos cuando hacen
sus programas aquelarres y que les griten que ya no queremos escuchar
más paja de quienes nos destruyeron? ¿Qué se les grite lo que
pueden hacer con sus aviones rusos, usando mantequilla y papel
plástico si encuentran, que lo que queremos es que se acabe la
pesadilla que montaron por ladrones, inútiles y violentos?
Regresarles la pelota. Pero todos nosotros.
Por
culillo el gobierno usurpador le tira a matar, pactando otra vez con
esos grupos que se dicen de oposición pero que hacen lo que sea para
desmovilizar a la gente, desanimarla y que odie a cualquier líder
que encabece la lucha. Juntitos, de las manos agarradas, le lanzan
con todo a Juan, pero éste se sostiene porque el país está
cansado. Así que proceda, que le pregunte a los venezolanos y que
cada quien responda si es que al final tendremos que acostumbrarnos a
vivir en la oscuridad, sin alimentos ni medicinas, sin agua ni
transporte. Que si aspiramos a vivir como cochinos en corral
esperando que arrojen algo, cualquier cosa, para no morirnos de
hambre. Que diga claramente que el gran legado de estos veinte años
es el hambre y la miseria, un atraso como no se vio ni en tiempos de
Juan Vicente Gómez, menos en la Venezuela llena de carreteras,
tendidos eléctricos, escuelas y hospitales públicos con los cuales
la democracia llenó este país en los cuatro puntos cardinales.
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