martes, 12 de marzo de 2019

PORFIADO

PADRES Y MAESTROS INVOLUCRADOS

   Aunque...

   De chico le decían que no cruzara por el parque en las tardes porque eso estaba cundido de maricas desagradables que hacían cosas feas con otros hombres. Todos se lo advertían, sembrando el temor en el corazón de ese chico que fue creciendo temiendo al parque. Pero un día, no aguantando más, se atrevió a entrar, nervioso, ansioso... y su tío le encontró. Le regañó, y mucho, al tiempo que lo enculaba a fondo; pero él, mientras grita y ríe, sintiéndose en la gloria con aquella polla bien metida, no le para bolas. Joder, qué vigor el de su tío, cómo la empujaba y se la clavaba. El doblez en la punta le tenía delirando. “Muchacho condenado…”, le oye gruñir, apretándole el cuello entre sus manos, “se nota que andas descarrilado, creo que voy a tener que darte lo que mereces, mucho y duro, cada tarde en mi casa”. “Gracias, tío”, le sonríe emocionado y descarado, alegrandose de estar vivo. El sol cálido y grato, la fresca brisa, los arbustos meciéndose, las aves trinando... joder, todo era perfecto. Con razón a tantos de sus amiguitos le gustaba ese parque...  

RACHA

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