domingo, 21 de abril de 2019

REALIDADES

HAY DIAS ASI...
   La vida tras las rejas, y cerca de ellas, piensa el vigilante que monitorea la celda tres, tenía su acostumbramiento. Los presos despertaban, iban al patio, se ejercitaban, algunos trabajaban allí, otros picaban piedras afuera, regresaban a fumar un poco más y a pasar el rato; estaban las comida, las duchas y el sexo. Mucho sexo caliente, duro y rudo, como hacen y les gusta a los machos, entre gemidos de carajos a los que casi partían con gruesas piezas, pero que chillaban como si aquello fuera lo que más les gustara, como si para eso hubieran nacido aunque hasta una semana antes fueran tios casados. Notaba la clara dinámica alfa-perra, un carajo llegaba, grandote, peludo, agresivo y viril, pero después de un cruce de palabras con otro, de dos o tres bofetadas, entendía que este tenía un poder que aflojaba sus rodillas, haciéndoles caer y tragar con avidez, algo que les calentaba el huequito peludo, ese tan sagrado afuera, pero que allí les picaba y necesitaba de atenciones, esas que sus hombres, entre nuevas bofetadas e insultos, pero estos sensuales, les daba. Tal vez debería detenerlos, piensa el hombre, pero las noches eran largas para esos carajos condenados a tantos años de encierro… Obviamente necesitaban ese cálido toque para continuar atados a la tierra. Oír a las perras chillar que si, papi, dámela, dámela toda, derrámala dentro de mí, y a estos gruñir orgullosos sus toma, toma sucia perra, sabía que de alguna manera les mantenía atados a la raza humana. Y era tan calientes mirarles, joder... 

SEMANA DE GRADUACION

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