lunes, 1 de abril de 2019

TANTO VA EL CANTARO AL RIO...

BAJO MANO EXPERTA
   Le avergonzaba porque sabía que no le engañaba, aunque este fingiera no entenderle. Ardía y se mojaba de angustiosa anticipación mientras debía exponer su “problema”, agonía que duraba hasta que el galeno se decidía a meterle mano al asunto, luego un poco de consuelo sacado de alguna gaveta, para finalmente “curarle” por un rato con su propia jeringa. Maldita sea, ¿cómo le pasó? Antes de esa prueba de mierda no habría considerado siquiera que otro sujeto acercara una mano, la vista, nada a su agujero. Ahora no parecía tener nunca suficiente. El “¡ahhh!!, que se dejaba escuchar, ese chillido largo, profundo, de cachondez total cuando al fin se lo “trataban” era clara indicación de lo jodido que estaba. Aunque no tanto como quedaría en los próximos minutos...

   El encanto del argumento, que se entiende, es evidente. 

PRUEBA

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