El
eterno juego...
Aunque
nadie pudiera creerlo en esos momentos viéndoles, o escuchando los
gemidos y los ruidos de chupadas, son jóvenes atletas amigos y
heterosexuales que se vieron metidos en el eterno juego de desafíos
entre ellos. Por una apuesta tonta que terminó en un empate técnico
y en la cual cada uno quiso obligar al otro a cumplir, terminaron
así. Iban para una fiesta de disfraces con los amigos comunes, y el
que iba vestido de “joven atleta universitario”, le apostó al
otro que si perdía debía ir vestido de chica, usando la lencería
que su novia ya había dejado casi fija en la pieza. Este, rojo de
cara, inquieto pero no queriendo dejarlo ver, seguro de vencer,
contraatacó comprometiendo a que si el que perdía era él, tendría
que mostrarle cómo era que chupaba clítoris de tal manera que ponía
a todas las hembras a gemir. Y si, empataron. ¿Perdieron, ganaron?,
como sea uno encuentra que su amiguito se veía de lo más lindo en
pantaletas, y el otro entendía que el perro ese, con esa boca,
aflojara tantas tantas cucharas... así como les mojara las pepas, y
que estas terminaran ardiendo y necesitadas de aire... o de esa
lengua malvada. Y apenas llevaban media hora en esas. Y faltaban dos
horas para la fiesta.
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