Los
chicos merecen divertirse...
...
Ojos
muy abiertos, cachetes más rojos y boca caída en shock, Tinito no
necesita que el tipo se lleve un dedo a los labios y le indique
silencio, mientras medio le retira la enorme verga del culo, se lleva
una mano a un bolsillo trasero de la braga y toma el móvil.
Contestándolo mientras le mira... teniéndole bien cogido.
-Hey.
-responde a la llamada rodando los ojos como indicando “¿ves como
jode?, no gano una con ella”.- Si, todavía estoy aquí.
Trabajando, coño, ¿qué más? El problema que tiene este chico es
bien serio. -agrega todo pancho, ligeramente exasperado por los
reclamos femeninos, al tiempo que saca tres o cuatro centímetros más
de su tranca dura del culo de Tinito, y vuelve a clavárselo
embistiéndole con ganas. Una y otra vez. El chico cubriéndose la
boca con las manos para contener los jadeos.- Sí, sé que íbamos a
salir de compras, que se te acabaron los tampones... ¿es realmente
necesario que te acompañe para esas vainas? -pregunta molesto,
fijando el móvil entre la oreja y el hombro, atrapándole nuevamente
las rodillas al chico, abriéndole más, casi derribándole del
lavamanos y comenzando una enculada con ganas, de paff, paff, paff
altísimos que debían ser, de necesidad, escuchados por la mujer.
Por
su parte, todo rojo de cara ante la insólita escena, estar siendo
follado por un carajo que habla con su mujer por teléfono (¡tan
descarado!, pensaba con justo furor), Tinito no puede negar que
aquello era increíblemente erótico. De una manera mala. Siente sus
entrañas siendo abiertas, recorridas por la rugosa pieza que
refriega su interior, la punta golpeándole la próstata, todo él
erizado de una lujuria intensa… Y sus entrañas comienzan a latir y
pulsar, abriéndose y cerrándose sobre la tranca en su ir y venir,
aprisionándole, dándole ricas frotadas y haladas que Greg agradece
con la boca muy abierta, mirándole sorprendido y fascinado,
conteniendo a duras penas gemidos de placer.
-¿Qué...?
-grazna la pregunta con voz ronca.- No escucho nada, no sé de qué
hablas. -tiene las metras de decir, mientras sus nalgas cubiertas van
y vienen al embestir al chico, enterrándole hasta el fondo su rojiza
pieza, dándole con las bolas, sintiéndose amasado en esas entrañas.
Un leve gruñido se le escapa.- Esta vaina está bien apretada,
mujer, ¡me esfuerzo! Termino y vamos a comprar tus tampones, ¿okay?
Déjame acabar. -corta finalmente, casi dejando caer el móvil,
echándose hacia adelante, dejándosela bien clavada.- ¿Ves cómo
ladilla?
Todo
es tan nuevo para el inocente muchacho que no encuentra qué
responder, como no sea gimiendo por el vaivén de esa tranca que
despertaba tantos ecos, sensaciones y goce en sus entrañas. Cada
golpe a la próstata le hacía botar más y más líquidos en un
delgado pene.
A
pesar de asegurar que se apresuraría, Greg no tiene prisa;
aparentemente maravillado por el descubrimiento realizado, lo rico
que podía ser un buen culito masculino alrededor de su verga. Una
que le encanta usar. Joder, de haberlo sabido antes habría repartido
palo entre los maricones que ha conocido a lo largo de su vida.
Claro, ninguno era tan bonito como el chico, admite sentado de culo,
aún cubierto, sobre el inodoro, las piernas muy abiertas, los brazos
a los lados, sonriendo beatíficamente, mientras montado a hojarascas
sobre su caderas, los pies en el piso, apoyado en los pulgares
prácticamente, el joven sube y baja sus caderas, las redondas nalgas
rojizas por el esfuerzo y el deseo abriéndose y cerrándose cuando
va y viene sobre la gruesa verga que lo penetra, con la cual se
empala entusiastamente, apoyando las manos contra la pared.
El
redondo culito rojo y lampiño sube y baja con ganas de sexo, sus
labios adhiriéndose a la gruesa barra surcada de venas, llegando
casi al nabo del glande y bajando en todo el trayecto hasta quedar
sentado, con las bolas del tipo debajo. Y mientra va y viene lo está
halando, apretando, chupando, y Greg no podría sentirlo mejor. En un
momento dado siente que el chico tiembla, má rojo, que echa la
cabeza hacia atrás... ¡Y se le corre encima! La sorpresa le
sobresalta, la repulsa igual al sentir uno, dos y tres trallazos de
leche caliente mojándole el velludo torso. Semen que ve asombrado,
¿acaso ese carajito se había atrevido a...? Pero la idea misma era
tan suciamente erótica, y ese culito totalmente penetrado por su
barra, dio tales tirones que él mismo se sintió elevado, ahogado,
alcanzado por chispazos increibles de placer mientras se corre
también. Disparo tras disparo, llenandole la entrañas al muchacho.
Después
de eso, bien, todo siempre es un poco incómodo, como cuando se
quiere uno alejar rápido de la tipa con la que engañó a la mujer,
y con la cual se espera, generalmente, no volverse a cruzar. Greg se
limpia como puede en el lavamanos, y cierra bien la llave, que sigue
goteando. Joder, con eso... Y mira al chico meterse dentro de la
pantaloneta, agachándose para hacerlo, su culito rojizo e hinchado
de labios dejando escapar semen, su semen, era su leche masculina la
que manaba del culo de aquel muchacho, y la idea era extrañamente
perversa y emocionante.
-Eh...
señor Greg... ¿y la llave? Ese goteo... -el chico le mira como
avergonzado de molestarle con eso. Dios, era tan lindo, pensó el
hombre.
-Lo
siento, viste que... -rueda los ojos.- ...No tuve tiempo. -hace una
mueca mostrando los dientes apretados como apenado ahora.- Mi mujer
quiere traerte algo de bienvenida, siempre hace unas tartas, que no
son muy buenas, pero es su excusa para venir y preguntarte cosas.
Sondeará tu vida como lo hace el gobierno, pero más a fondo.
Seguramente las traerá esta noche, así mientras ella te interroga,
y créeme que lo hará, reviso esto.
Aunque
dudoso, ¿enfrentar a esa señora después de lo ocurrido?, accede.
Una vez a solas toma otra ducha, enjabonándose bien el culo, no
pudiendo evitar una sonrisa. Se había sentido tan bien...
Pasa
el resto del día acomodándolo todo en el apartamentico, escuchando
música, comiendo, comunicándose con los mil amigos que tiene, loco
por contar algo de aquello, pero se contiene… Tratando de ignorar
la llave que gotea. Y, en honor a su crianza, hay que reconocer que
quiere sentirse culpable, mal por estar con un tipo casado, pero no
lo logra del todo. Sus mejillas enrojecen al recordar la intensa
experiencia sexual vivida, echado de cualquier manera sobre el
mullido sofá de la salita, mirando televisión. Dormita y cena...
escuchando la llave gotear. Joder, definitivamente había que
arreglarla. Con la caída de la tarde se cambia de ropas, no quiere
que esa señora vaya a verle todo desarreglado. El calor de sus
mejillas le aclara que tampoco quiere que Greg le vea “feo”. Toma
un ajustadísimo pantalón jean rojo ladrillo que le llega un poco
por encima de los tobillos, y que cubre su tanga hilo dental rosa,
puesta porque le gusta y porque... bien, él vendría y seguramente
lo imaginaría. Rueda los ojos, como reprendiéndose, no iba a
hacerse ideas románticas con ese sujeto, ¿verdad? Una franela
ajustada pero larga, y unas zapatillas deportivas baja, color lila,
completan el atuendo. Ahora se siente intranquilo, ¿esa señora
podría adivinar algo en su cara cuando...?
Llaman
a la puerta y va, nervioso, encontrando a Greg allí, todo sonreído,
peinado, con una camisa negra ajustada sobre el ancho pecho, oliendo
ligeramente a colonia.
-Hola,
bebé. Te ves lindo. -le dice como si tal, sorprendiéndole con una
botella de vino en una mano, desconcertándole. ¿Y su mujer?- Greta
no pudo subir, anda algo indispuesta, parece que realmente necesitaba
de los tampones, ya sabes, una lata. Espero que no te moleste, sin
embargo, que venga acompañado.
Todavía
procesando la información, el encontrarle tan arreglado, el chico se
confunde más, volviendo la mirada a la puerta abierta, donde un
hombre tan alto y fornido como Greg, de barba y bigote bien cuidados,
con aire rudo, entra también.
-Lester,
un gusto. -dice este recorriéndole con la mirada de una manera que
le provoca calorones. El tipo sonríe de manera depredadora.- No
exagerabas, compañero, es un chiquillo bonito. Realmente bonito. Ya
me la tiene emocionada. -agrega medio llevándose una enorme mano, de
dorso tatuado, al entrepiernas.
-¿Qué…?
¿Qué...? -Tinito no entiende nada, viéndose rodeado de pronto
entre los dos enormes sujetos, con Greg alzando un dedo y
recorriéndole un lado del cuello.
-Le
hablé a este amigo de ti, y no quiso creerme que tienes el culito
mas caliente de la zona. Espero que no te moleste el que quiera
comprobarlo por su cuenta.
-¿Cómo...?
-el chico abre mucho los ojos, rojo de cara, con el furor brillando
en sus pupilas claras.- Ahhh... -pero Greg ya se inclina, rodeándole
el cuello con una mano grande y cálida, lamiéndole una oreja. El
otro sujeto le monta una manota en la plana panza, sobre la franela,
y mordisquea la otra como si lo hubieran ensayado.
CONTINÚA … 6
Quién como Tinito... lo van a dejar bien destrozado...
ResponderBorrarEl chico es una buena muza de inspiración, pero los cuentos serán cortos. Para no agobiar tanto.
ResponderBorrar