Los
chicos merecen divertirse...
...
Tal
vez no lo tenían ensayado, no entre ellos que eran amigos,
efectivamente, pero sabían moverse cuando la libido tomaba el
control y existía la oportunidad de probar algo nuevo, caliente y
“sucio”, como podía ser “hacerlo” frente a un amigo, o al
lado de este. Los dos hombres, enormes garañones para el bajo chico,
estaban ya calientes por las perspectivas, uno porque todavía
recordaba lo sabroso que ese culito le chupaba la verga,
especialmente cuando se corría (y deseaba esa boquita rodeándole la
tranca, chupando de ella con hambre parecida a la de su culo). El
otro porque, aunque nadie lo imaginara, nunca le hacía el fo a un
culo, o una boca de chico, cuando la tranca mandaba.
-Pe...
pero... -Tinito jadea, labios rojizos como sus mejillas y boca
abierta cuando intenta pararles. Aquello era como demasiado. Pero esa
mano en su cuello le acaricia y controla, de cierta manera, la otra
en su abdomen, metiéndose bajo la franela, tocándole con fuerza,
mientras dos bocas mordisquean y lamen sus orejitas, le dificultan
pensar.- Ahhh...
-Tranquilo,
bebé; Lester es fontanero. Vamos a resolverte el problema… El de
la llave que te gotea.
Tinito
chilla cuando prácticamente es alzado en peso y le llevan al sofá,
todos cayendo de culos, ellos dos muy abiertos de piernas, ¿muy
grandes de bolas?, y él con las suyas cerradas, medio ladeado
mientras esas hombres le recorren el cuerpo, sobre las ropas y debajo
de ellas y siguen lamiéndole las orejas, el cuello. En un momento
dado ese sujeto, ¿Lester?, le atrapa la boca, metiéndole la lengua
de manera viciosa, completa, móvil, reptante, llena de saliva, al
tiempo que Greg parpadea ante eso. ¿Besar a un chico?, lo duda,
¡pero qué mierda tan caliente era verlo!
Aunque
intenta hablar otra vez, jadeante, como falto de aire por el beso,
Tinito no puede ofrecer resistencia cuando esas manos le sacan la
franela y su cuerpo es acariciando, sus tetillas rascada por dedos de
dos sujetos, que pellizcan y halan suave, que le tienen las caras
enterradas en el cuello, cada uno atrapándole una delgada, blanca y
bien cuidada manita, llevándolas a sus entrepiernas donde encuentra
dos barras duras, grandes y llenas de vida. Y aprieta, tiene que
hacerlo cuando los dientes de Greg le atrapan algo del cuello y el
otro baja el rostro y le chupa una tetilla se una manera intensa.
Pronto
tiene esas trancas en sus manos, pulsando, gruesas y duras. ¡Dos
para él!, la idea le marea cuando Greg le cubre la boca de manera
sorpresiva, sintiéndose caliente y sucio, metiéndole también la
lengua. Sus dedos se cierran fieros en esas trancas al tiempo que
besa al macho y el otro sujeto le abre el cinturón azul chillón y
el pantalón.
-¡Ahhh…!
-jadea, sintiéndose tembloroso y débil cuando le ponen de pie y le
bajan el pantalón con esfuerzo...
-¡Santa
madre! -gruñe Lester con mirada brillante de vicio al recorrer su
trasero metido dentro de aquella vainita, o esa vainita metida entre
sus nalgas redondas y firmes.
¿Hay
que decir que le obligaron a darles la espalda e inclinarse hacia
adelante mientras le sobaban las nalgas, le clavaban los largos dedos
velludos, le daban palmadas y luego compitieron por ver quién las
mordisqueaba más? ¿O que Lester apartó la tirita y ante el gritico
de Greg (un “¿qué coño haces?”), le lamió la raja
interglútea, aparentemente ardiendo de lujuria?
¿Hace
falta contar que el chico pronto estuvo desnudo a excepción del hilo
dental rosa que cubría su erecto pene delgado, doblado en el sofá,
con sus labios brillantes de saliva subiendo y bajando sobre una
tranca amoratada de lo llena de sangre y ganas que estaba, que
emergía de la bragueta del marido de la conserje y que chupaba y
lamía la misma como si fuera una una deliciosa chupeta, mientras el
otro, verga también afuera, mirada clavada en su trasero, que
palmeaba, le aparta el hilo de la tanga y con los dedos le recorre la
raja y le mete uno de ellos, adentro y afuera, hasta el puño,
flexionándolo?
Claro
que tampoco hay que señalar el rostro de ido placer de Tinito, ojos
nublados, la boca muy abierta, los cachetes inflamándoseles y
desinflamándoseles cuando iba y venía sobre la gruesa barra a la
cual halaba con labios y mejillas, y chupaba con avidez, buscando
esas gotas que el hombre producida que le parecían sencillamente
maravillosas. Tener la pulsante barra sobre la lengua era increíble,
y si a eso le sumaba al dedo que entraba y salía de su culo, la
punta de este tocándole justo allí, luego doblándose un tanto,
recorriéndole de ida y vuelta las paredes del recto, ya estaba
cocinándose en sus propios jugos. Casi no hacía falta que escuchara
a Lester decir que ese culito quería vergas, o sentir la mano de
Greg en su cabello, los dedos enredándose alrededor de sus suaves
mechas, guiándole arriba y abajo sobre su tranca.
-Ahhh...
Ahhh... Hummm... -chilla abiertamente maricón cuando la verga de un
desnudo Greg vuelve a su culo, estando en cuatro patas sobre el sofá,
con el marido de la conserje atrás, con una pierna en el mueble y el
otro extendido fuera de este, embistiéndole duro, con ganas, dándole
con su gruesa mole de carne. Los paff, paff, paff llenando la sala
cuando la pelvis velluda chocaba de sus turgente nalgas púberes.
-Joder,
van a escucharle todos. -gruñe Greg mirando al socio, que le observa
cogerlo y sonríe, sentado en el respaldo del mueble.
-Okay...
-acepta este la indicación y le clava la verga al muchacho por la
boca, misma que se cierra golosa sobre ella, dejando escapar ahogados
gemidos de gusto mientras su cuerpo ahora es embestido por dos tíos
completamente desnudos, grandotes y peludos, que atrapan sus caderas
y cara con sus manotas mientras le cogen la boca y el culo casi al
unísono.
El
tolete de Greg sale casi hasta el glande que medio deforma y se deja
ver a pesar del redondo y lampiño anillo, y vuelve a clavarla con
todo, golpeándole con las bolas, metiéndosela de tal manera que le
agita el terso trasero y casi le alza deseando metérsele más (y
disfrutar de los halones que esas entrañas estaban dándole), con el
hilo de la tanga apoyada a un lado, el saquito de la prenda
abriéndose y rodeándole las dos bolitas. Ese tolete va y viene como
el mismo culito que también se agita. Desatado. Hambriento y
lujurioso como están los chicos siempre a esa edad.
Luego,
sentado a culo pelado sobre su sofá, aunque en esos momentos no le
molesta a Tinito, el tal Lester le sonríe cuando de frente a él,
montado a hojarascas sobre sus caderas, sube y baja su joven y
esbelto cuerpo, meciendo sus nalgas y culo, arriba y abajo, pero
también de adelante hacia atrás, atrapando una y otra vez esa barra
que hala y aprieta, que masajea y trabaja buscando la leche. Los
labios de ese culito se adherían a la gruesa barra de una manera
sucia e intensa. Y mientras el carajo sonríe con rostro trastornado
de gusto (joder, ¡ese chico sí que sabía mover el culo!), mira al
socio, de pie en el mueble, dándole de tragar verga a este, que
sigue tomando con avidez todos esos líquidos preeyaculares. No puede
evitar pensar que esa noche se la pasaría meando de tanto que ha
bebido. Era tan sucio, sensual, excitante verle la carita roja, la
expresión de gozo, los jóvenes labios cubrir y descubrir la barra
que tambien viene y va, follándole la boca. Y por un segundo el
caliente Greg mira al socio y sonríe más, feliz de tanta ganas
(comprendiendo el encanto de las orgías) y le guiña un ojo,
cómplice. Aunque le extraña que Lester ya no sonreía, sino que le
miraba algo intenso, al tiempo que comienza un sube y baja de su culo
sobre el mueble, contribuyendo a las enculadas del chico.
Greg
se tensa por un segundo, quiere gruñir un “¡epa!”, cuando una
manota de Lester le atrapa un muslo, duro, muy arriba... y algo hacia
atrás, hacia el camino que lleva a sus nalgas. Pero era jodienda,
¿no? El firme apretón del otro nada significaba, ¿cierto? Y sigue
embistiéndole la boca al chico.
Se
corren, hay mucha leche, curiosamente Tinito lo hace dos veces, sin
tocarse, dentro de su hilo dental. Vuelven a follarle más tarde
sobre su cama, una muy buena para esos menesteres. Le dan y le dan
vergas durante un buen rato, aún después de una cena frugal de
pizzas y vino, donde se discutiera si invitaban al tipo que traía el
reparto o no.
-Joder,
eso fue intenso. -gruñe Greg, sonriendo, casi desfallecido,
vistiéndose, mirando hacia la cama donde un Tinito boca abajo, de
medio lado, parece dormitar.
-A
un chico como este hace falta reunir a varios para poder saciarlo.
-comenta Lester, vistiéndose y observando también al joven.- ¡Qué
calentorro!
Salen silenciosamente. Tinito sonríe, todo embarrado de esperma, el
cabello, las mejillas, el torso, especialmente su culo. Del cual,
cubierto con la tirita del hilo dental mojado, escapa un chorrito
lento de espermas mezcladas. Duerme. Agotado, saciado... Al rato abre
los ojos. Con disgusto. Mirando hacia la abierta puerta del baño.
Coño,
la maldita llave seguía goteando...
Muy buen relato,espero leer el otro muy pronto :), y una pregunta tu ni eres el mismo que subió un relato que se llama "la nena de papá" en otra página.....
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