El
macho a cargo...
......
Pero
nada parece detener al joven egipcio, quien responde gruñendo y
bajando sobre la tranca, lanzando un gemido de alivio cuando llega
nuevamente a la base, teniéndola bien atrapaba entre sus mejillas y
lengua caliente.
-¡Basta,
joder! -le ruge, ahora angustiado. ¿Qué coño le pasaba? Le sabía
heterosexual de manera alegre, despreocupada y joven; cualquier
fémina, blanca, cobriza o negra estaba bien para él. Y su junta con
Andrew parecía haber potenciado aquello. Lo sabe, no es la primera
vez que trabajaban juntos, así que todo eso... Casi le golpea la
frente, alejándole, arrastrándose sobre el culo y finalmente
poniéndose de pie, la verga bamboleándosele en el aire, odiando lo
bien que se sentía al hacerlo al tenerla tan estimulada, goteando la
saliva del muchacho.
-Quiero
tragártela, sahib, ¿no quieres eso? -de rodillas, joven y hermoso,
saludable y pícaro, el egipcio era un reto a la cordura de
cualquiera, debía reconocer el americano.
-Hasani...
-duda horriblemente, no sobre aquello, definitivamente no se iba a
dejar mamar por el muchacho, por mucho que su cuerpo ardiera de ganas
por la abstinencia sexual, pero no se lo haría a un chico. Y menos a
ese chico. Pero no sabe cómo hacerle reaccionar porque no entiende
qué le pasa. ¡Porque algo le pasa, joder, nadie cambiaba tanto de
la noche a la mañana!
-Déjame
comértela, sahib; déjame tragar tu verga, saborear tus jugos. Luego
podrás llenar mi culo... -informa con una mueca voluptuosa que eriza
al hombre mayor, ladeando su cuerpo joven, compacto y fuerte,
mostrando unas nalgas redondas, color canela claras; las cuales
separa más, con una mano, mostrándole un culo peludo que se agita,
que titila abriéndose como una boquita hambrienta.- Mira, sahib,
quiere que lo llenes; necesito que me lo llenes con tu hermoso sexo.
-¡Hasani!
-chilla horrorizado, queriendo que se calle, que deje de conjurar
toda suerte de imágenes sucias donde ahora aparece un joven y rubio
Jean Luc montando, cabalgando y domando una verga negra que se le
metía hasta los pelos por el culo.- No sé qué te ocurre pero sé
que no quiere hacer esto. No en verdad. Eres... heterosexual. Lo sé.
-¿No
quieres follar mi culo, sahib?, ¿clavar tu verga necesitada de
desahogo en mí? -el chico finge una mueca de niño suplicante,
mirándole sobre un hombro, el cuerpo continuando medio torcido, las
nalgas abierta, ese culo abriéndose y cerrándose como una boquita
haciéndole señas. ¿Pero qué mierda...?, piensa confuso el otro,
el tolete temblándole.- Mira, sahib, si lo quieres; tu sexo quiere
el mío. Quiere abrirlo, llenándolo para refregarlo y darme placer.
Mira como te gotea. No puedes decirme que no lo deseas.
Algo
debía estar pasando en aquel viejo templo porque la mente le queda
en blanco, piensa Ryan, negándose a mirar su propia polla, la cual
sabe que pulsa, efectivamente, así como quiere apartar los ojos de
esas nalgas redondas y plenas de tío joven, que seguramente estarían
duritas, y de ese culo que se agita todavía más, como engolosinado
imaginándose ya penetrando, lo que incrementaba la presión en sus
bolas, lo sabía, aunque no quería admitirlo o pensar en ello.
-Debes...
Debes irte. -ordena con voz ronca y algo rota.
El
chuco le mira, se endereza, sonríe y gatea literalmente
acercándosele, ojos rapaces, meciendo sus nalgas de un lado a otro.
Jadea antes de que llegue a su lado, antes de que esa boca se cierre
nuevamente alrededor de su glande, lengüeteándolo con ganas,
sorbiendo como chico de mamila. Y, mierda, se siente tan bien sobre
su tranca solitaria y urgida durante tantas semanas que se estremece
y echa la cabeza hacia atrás, jadeando, las manos casi tocando
aquella nuca de rizados cabellos negros algo alisados de sudor
mientras esa boca va y viene sobre su verga, chupando más y más,
tragándola toda como si el chico fuera un experto en esos
menesteres, odiando una idea repentina que le tortura: ¿o era que
todo hombre podía hacerlo en un momento dado?
-No,
no... -todavía tiene la cordura para negarse, atrapándole la nuca,
intentando alejarle, en serio, pero sin fuerzas, no cuando el chico,
mirándole desde sus rodillas de manera golosa, feliz como niño con
caramelos, se la tiene toda atrapada y le sigue ordeñando con la
garganta.- Hasani, detente, por favor... -jadea y vuelve a alejarle,
retirándole, sacandosela de la boca y dando un vacilante paso atrás.
Pero
el chico gatea, sonriendo, y le besa la punta ruidosamente, y pasa
esa lengua por todo el tolete, arriba y abajo, como si estuviera
dándole una mano de pintura, y cada roce de la joven lengua del otro
macho sobre la tranca hacía que esta se le pusiera más dura al
americano, más caliente, más roja, cada vez más hinchada. Quiere
luchar contra reacciones físicas que resultan demasiado demandantes
y poderosas. Su tranca, con tan poca acción todos esos días,
reclama lo suyo. Pero... no era un animal, joder.
-¡Basta
te digo! -le ruge, apartándole la nuca, echándose nuevamente hacia
atrás, chocando de aquella pared. Allí le alcanza el muchacho,
arrodillado, sentado sobre su culo, que le acaricia de manera intensa
los muslos, caderas y abdomen, con manos firmes y calientes, tan
enloquecedoras como esa boca que va y viene, tragando rápido,
haciéndolo lento luego, chupando siempre ladeando el rostro como un
cachorrito jugando con una bolsa. Mama y mama y Ryan, que sigue
empujándole sin fuerzas por hombros, frente y nuca, cierra los ojos
de nuevo, incapaz de soportar aquello. Por Dios, ¿qué estaba
pasando? Todo era tan...
-¡AHHH!
-no puede evitar el gemido, ni abrir los ojos con sorpresa cuando
aquella joven boca vuelve a tragarse todo su tolete, de punta a base,
apretándolo con labios, mejillas y lengua, la cual se agita debajo
de ella, rozándole, lamiéndole, al tiempo que la garganta succiona
de manera escandalosa, con ruiditos que le erizaban la piel...
¡Mientras otra boca se ha tragado sus bolas!
No
puede articular palabras cuando ve a Andrew Stoner, ese joven perro
que siempre olfatea coños femeninos a millas de distancia, entrando
en celo, arrodillado a su izquierda, totalmente desnudo también,
mientras Hasani está a su derecha, aunque tragándole todo de una
manera forzada y erótica.
-Andy...
-grazna, aunque calla cuando este le sonríe mórbido, con esa
picardía tan suya (pero siempre empleada con mujeres), casi
clavandole los dientes, con esfuerzo, en el tronco del tolete cuando
Hasani se retira un poco. Ahora los tiene a los dos a sus pies, dos
jóvenes machitos guapos y hambrientos de virilidad repartiendo
besos, lamidas y mordiditas sobre su tranca.- No, esto no... -no
puede articular un pensamiento coherente. ¿Qué les pasaba?, ¿por
qué hacían eso?, se pregunta mientras tiembla bajo sus lenguas y
bocas golosas.- Chicos... Chicos…
Mirales
le estremece, las dos nucas rodeando su tranca, dos lenguas
recorriéndola de base a punta, esos labios acercándose cuando se
deslizan debajo del tolete, subiendo, encontrándose, rozándose sus
lenguas de manera mórbida, algo que les hacía mirarse y sonreír
felices. El hombre tiembla. ¡Debía imponerse!
Monta
una mano en la nuca de cada uno, enredando los dedos en las
cabelleras transpiradas, y los guía, alejándolos y acercándolos a
su verga, oprimiéndolos contra ella, totalmente caliente. Les ve y
les siente luchar por tragar, cada uno acusándose de glotón,
“peleándose” las gotas de líquidos preseminales que escapan de
su ojete, por el placer de sentirlas en sus bocas. Eso decían. Y se
pierde y todo gira a su alrededor cuando les oye...
-Quiero
que me folle, jefe; que me reviente el culo con su tranca. Que tome
mi... virginidad. -dice Andy, y ríe con picardía mirando a Hasani,
quien hace otro tanto, las dos bocas de labios húmedos y regados de
saliva tan cerca de la tranca que el americano siente sus alientos.
-Muchacho...
-todavía intenta calmarse y calmarles, estaban hablando de algo
bastante serio. No sólo de mamar una polla sino de que esta se
clavara en sus culos, rompiendo sus sellos de machitos y cambiándoles
las vidas.
-Lo
necesito, jefe. -jadea el chico con la frente fruncida y cara de
ruego.
-También
yo, sahib... ¡Y te lo pedí primero! -interviene ansioso, Hasani.
-Pero
seguramente el culo que mas quieres romper es el de tu connacional,
¿verdad? Metérsela duro y rudo a un americano joven que chillará
como puta en Macao cuando lo encules hasta los pelos. -le sonríe
Andy, medio torciendo su cuerpo, mostrándole sus nalgas y culo.
-¿Qué
diablos es eso? -ruge Ryan.
Las
nalgas blancas de pelillos claros, enrojecidas de emoción, dejaban
ver la raja entre ellas, así como el culo... el cual no se ve porque
hay algo metido allí. Algo que termina en una base lisa de unos
cinco centímetros de largo por tres de ancho, acanalada como la pata
de una silla mecedora...
De
un color plateado brillante.
CONTINÚA ...10
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