FAMA REGADA
Hay
trabajos que no se pueden delegar y que ningún responsable de
personal puede obviar. Si el gerente general, jefe de personal,
contador o asesor legal de una gran firma nota que un nuevo empleado
es un chico confundido, que es medio mariconcito pero no lo sabe, su
deber es tomarle en sus manos y enseñarle. Haciéndole probar cosas
nuevas, explicándole que en verdad eso es lo que más le gusta, el
sabor que adorará. Mientras lloriqueara, subiendo y bajando sobre su
virilidad, rogando que no parara, el chico lo asimilaría todavía
mejor. Al conseguirlo, al ver un hoyito recién estrenado chorreando
leche, un hombre responsable tendría que sentirse feliz. No sólo de
tomar la dulce cereza inocente del chico confundido, sino por la
satisfacción del deber cumplido. No, no el haber conseguido a otro
putito al cual ir por las tardes a poseer, bajándole un tanto el
pantalón y el boxer (¿por qué coño se resistían a la idea de
usar provocativas pantaletas?), y encularle frente a la cafetera, el
bebedero, la copiadora, en el depósito, el baño y otros lugares
para pasar el rato y hacer el amor. No, era el haber cumplido en
mostrarle el camino, el que entendieran que su verdadera
satisfacción, la total, la unica y real, era la que experimentaban
mientras ordeñaban con bocas y culos una buena verga.
Siempre
he pensado que si en el trabajo nos dejaran tomar una cerveza o dos,
como a las tres dela tarde, la cosa no sería tan tediosa y
miserable. Pero esto, llegar y notar a un compañero mostrando culo,
uno que se ve llamativo e invitador, parece una forma de pasar el
tiempo todavía mejor.
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