Todo
tío joven ha esperado recibir amor...
......
Y
vaya que salieron a mirarle el tolete a Ryan Houston. Para ese
momento Andy tan emocionado como Hasani, quien sí había visto la
pieza del hombre. Claro que antes de partir, cumpliendo una profecía
que no sabían tal, dos anillitos virginales fueron rotos sobre ese
aparato. Costando casi una pelea entre ambos. Cada uno, arrodillado
humilde y penitente, con el liso metal entre sus nalgas, contra el
ojete de sus respectivos culos, bajaron. Sentirlo abrirlos no fue
doloroso por alguna razón, se sentía como si sus agujeros desearan
abrirse, como si abrirse fuera lo mejor del mundo. No, eso llegó
cuando sus esfínteres se cerraron ávidamente sobre la lisa
cabecita, descubriendo un mundo nuevo de sensaciones. Uno que se
extendió para ambos al bajar más y más, sintiéndose llenos,
refregados. Dilatados al máximo cuando terminaron de alojarlo en sus
entrañas. Subir y bajar sobre él, refregada sobre refregada fue la
locura. Sus vergas, tiesas, saltaban cuando iban y venían, mojándolo
todo. Esa pieza se calentaba con la fricción, y ese eco de campaneo
era más y más intenso. Aún cuando caían sobre él como sin
fuerzas, contándoles volver a subir ya que la lujuria y el placer
parecían debilitarles, lo sentían interactuar con las paredes de
sus rectos, contra sus próstatas. Y tan sólo podían gemir,
lloriquear, tensos de cuerpos, rostros alzados.
Así
de calientes fueron por Ryan. Hasani primero ya que Andy, goloso, se
había montado por segunda vez sobre el falo ceremonial. Al joven
egipcio la boca se le hacía agua por alguna razón, y verle allí
acostado, sobre las mantas, con la ajustada ropa interior que
abrazaba sus hombros y muslos, destacándose una verga morcillona, no
pudo contenerse. Sonriendo como chico en dulcería lo tocó, lo sobó,
maravillándose al ver esa tranca cobrando vida, tamaño, grosor,
dureza. Calor. Pegar el rostro y olfaterarla le provocó un gemido,
uno que luego compartiría Andy, al imitarle. Con el olor a sexo
masculino fue como sentir nuevamente ese campaneo en sus entrañas.
La emoción, y las ganas, le llevaron a lamer sobre la ropa interior.
Gimiendo mientras lo hacía, su lengua deslizándose lentamente sobre
la tela, sobre la tranca, la cual parecía dar pequeños botes.
Cerrar los labios sobre el visible glande (la tela ya húmeda de
saliva), fue una locura maravillosa. Pero sacarla, tocarla, apretarla
y masajearla, chuparla por primera vez... todo eso fue aún mejor. Y
en todo momento su culo titilaba, timbraba. Se estremecía como si
aún tuviera esa pieza de plata metida, tiñendo en su interior.
¿Lo
demás?, el hombre despertó. Tomado por sorpresa, gozando la mamada,
luego su heterosexualidad se interpuso. Pero andaba caliente, falto
de calor humano, seco de sexo, y una boca joven y golosa, y una
mirada del muchacho que prometía hacer cualquier cosa era más de lo
que cualquiera podía resistir. Y aún luchando contra sí mismo fue
mamado. Luego se les unió Andy, y esas dos lenguas humedas de
saliva, esos labios besándole, esas bocas chupándole al unísono
era más de lo que cualquier podría manejar. Pero... ¿ese
instrumento?
-¿Quiere
tocarlo, sahib? -generoso, sonreído, Hasani se lo saca del culo, se
lo muestra y se lo tiende, aún de rodillas.
-No.
No lo quiero. -el hombre se agita, presintiendo un grave peligro.
-Se
siente rico, sahib. -ronronea este.
-Siempre
quieres tenerlo metido. -le acusa, con un mohín, Andy.
-Tú
lo has usado más. Parecías bastante necesitado. -replica este.
-Basta.
-gruñe Ryan, intentado encontrar alguna lógica en medio de todo
aquello, cosa difícil cuando la verga le goteaba de lo dura y
excitada que estaba. Pero debía...
Imposible
pensar. Su verga temblaba con una lujuria intensa. Los días de
abstinencia humana pasaban factura mirándoles el morbo, lo jóvenes
y guapos que eran, el brillo travieso y lujurioso de sus miradas.
Viéndoles, su tranca se estremece en la nada, como deseando ser
atrapada por manos, bocas u... otros agujeros. Lo sabe a un nivel
físico, masculino, primitivo, aunque su mente grite de frustración
rabiosa por todo aquello.
-Vamos,
jefecito... ¿no quiere el hoyito de su joven y guapo ayudante?
-ronronea Andy, con un morbo tal que le eriza todavía más,
volviéndose de espaldas, de rodillas, piernas y nalgas separadas,
medio inclinado hacia adelante, mostrándole esa raja peluda.
-A
mí, sahib, por favor... -reacciona el hermoso (sí, joder, el chico
se lo parece), Hasani, con su cuerpo algo bajo pero fornido, con ese
color de piel canela clara, ojos oscuros brillando extrañamente,
mostrándose también.
-Quiere
el mío primero, sucio beduino. -brome con ese humor seco de siempre,
Andy, dirigiéndose al amigo.
-¿Por
qué querría un culo blanco como tantos en su mundo pudiendo tener
esta exótica fruta para saborear? -le responde este.
Ryan
les oye y siente que la cabeza va a estallarle, toda roja, con toda
la sangre allí. Al menos la que no se le fue totalmente a la verga,
la cual sigue temblando, goteando ya no la saliva de los muchachos
sino sus jugos, unos que desea depositar de manera directa. Esos dos
traseros de firmes nalgas abiertas eran tan tentadoras que...
-Aquí,
jefecito, reviéntele el culo a su socio de aventuras. -implora Andy
y se inclina más hacia adelante, esas nalgas separándose más, pero
no tanto como cuando lleva sus manos y se las atrapas, halándolas.
El culo temblando de anticipación, deseando experimentar otra vez lo
vivido cuando el extraño objeto le penetrara poco antes.
Y
ese gesto es más de lo que Ryan puede soportar. Luchando consigo
mismo va hacia el muchacho, ante el gemido triste de Hasani, y cae de
rodillas, tensándosele la ropa interior sobre los anchos hombros, su
espalda recia y muslos, de una manera que casi hiere, pero no le
importa. Al contrario, se sentía sensual. Tiene que contener la
respiración cuando se agarra la tranca, que literalmente se
estremece en su palma, y guía la rojiza cabeza de la misma contra
ese agujero velludo de hebras castañas. Cuando las pieles hacen
contacto, se estremece todo él, pasándolo sobre la entrada, arriba
y abajo, untándola con sus espesos líquidos. Andy cierra los ojos y
sonríe abiertamente mirando hacia adelante, tan sólo experimentando
el momento, disfrutándolo, echando ahora las manos hacia adelante,
afianzándose en la arena, sabiendo que llegaba el gran asalto. Y
mientras lo hace, mientras se siente a punto de penetrar en la gloria
(así lo piensa), la imagen de aquel objeto llena su mente. Lo ve
brillar sobre un altar de piedra, reluciente a la luz del sol,
calentándose ligeramente; cientos de hombres fornidos, rudos,
guerrero desnudos, mirándolo; todos luchando por él, físicamente,
aunque sin llegar realmente a matarse. Todos adorándolo, tocándolo,
montándole por turnos, cada uno de ellos gritando y corriéndose
empalado, luego bajando con pasos vacilantes para ser enculados por
interminables hileras de hombre cabríos que anhelaban y codiciaban
esos agujeros que parecían insaciables, que no se agotaban por mucho
que fueran penetrado una y otra vez. Instante cuando ya nada más les
importaba, incluso alimentarse, como no fuera follar y follar.
-Vamos,
cógeme, cógeme... -gimotea casi angustiado, su propia verga
temblando de manera frenética, botando mares de líquidos.- ¡AHHH!
Y
ocurre, por primera vez en su vida de alegre aventurero, de macho
cabrío, una verga va metiéndose en su culo (fuera del objeto
aquel), venciendo la resistencia natural (a pesar del objeto aquel),
haciéndole consciente de cada roce, forzada y sensación. De cada
vena hinchada de sangre. Chilla con el rostro muy contraído,
sonriendo en el fondo, sintiéndolo atravesar la muralla, cerrándose
sobre él, las paredes de su recto como intentando frenarlo. Pero tan
sólo lo parece. En cuanto la pieza entra, caliente como el infierno,
latiendo de una manera casi alarmante, dejando algo allí que iba
creando como un sendero, un caminito de algo caliente que pica y pica
poniéndole más frenético (más necesitado de las refregadas que
luego llegaban mientras el miembro viril del hombre le llenaba y
penetraba), Andrew Stoner no puede contener las emociones.
Como
no podía Ryan. Un momento de dudas le llegó antes de empujar, a
pesar de lo mucho que se quemaba y consumía por penetrarle, pero una
vez que fue metiéndosela, sintiendo el sedoso ataque, el cierre,
frotandose de aquellas jóvenes entrañas de machito recién
desvirgado, su cerebro fue nublándose únicamente con lujuria. Y
atrapándole la cintura al muchacho se la fue clavando toda,
centímetro a centímetro, notando la tensiones de los glúteos, los
hombros rígidos, la espalda baja y arqueada, la nuca alzándose, el
cabello brillante de transpiración del muchacho, mientras tomaba su
inocencia anal. Idea que le trastorna. Se la mete toda, hasta los
pelos... y se siente vivo, poderoso. Un macho increíble. Y aprieta
los dientes con gozo, esas entrañas le halaban y apretaban el
tolete, se lo sobaban, lo chupaban, y se sentía del carajo. Con un
jadeo, mientras va y viene con golpes largos y profundos, de su boca
sale algo que nunca imaginó pronunciar:
-Toma,
tómala toda; voy a romperte el culo, pequeño marica. Voy a darte
tanto que la leche va a salirte por las orejas. -ruge como promesa y
sacándosela casi toda, volvio a clavársela cayendo sobre él.
CONTINÚA ...12
No hay comentarios.:
Publicar un comentario