GUERRILLA EN VENEZUELA, ¡CULPA DE URIBE!
Y
hablaré como venezolano.
El
país amaneció el días viernes sorprendido con las noticias, no
sólo de las restricciones que estas islas imponen a los venezolanos,
sino las detenciones que se han llevado a cabo allá, los encierros
aberrantes de los que no se habla porque la maña socialistoide
indica que si no son cometidos por los gringos aquí no está pasando
nada, los insultos de la población, las agresiones y el odio
visceral contra los nacidos en este país que llegan allá emigrando
o en calidad de escapados dada la miseria rampante que impera en
Venezuela desde hace cinco años y que hizo crisis con la noticia de
que ya no nos queda ni un centavo para seguir sobornando políticos y
países, como ocurriera con las islas de Trinidad y Tobago hasta hace
muy poco, ni comida a rusos o chinos que pudieran desembarcar
mercancías en nuestros destartalados puertos, llegados a ese estado
dado el reinado de los socialistas.
Y
la noticia arrecha, no porque esas personas no puedan sentirse
molestos de que oleadas tras oleadas de venezolanos sin nada que
puedan quitarles llegan allá a buscar algo, comenzando por comida,
creandoles problemas. Eso se entiende, todo el mundo tiene derecho a
ser un miserable si así lo desea, o comportarse como tal aunque
piense que sólo se “defiende” de esas oleadas de menesterosos
que no aportarán sino problemas (y hay que admitir que mucho de lo
que sale no vale la pena, en veinte años de socialismo se levantó a
una generación que no sirve para nada; dentro se hizo con la
población lo que fuera con esos gobierno en esas islas, por ejemlo,
se apeló a lo peor del ser humano y al soborno directo para levantar
un proyecto, ¿no iba a terminar en desastre el experimento?), pero
ese es el punto, hay que recordar que esas islas de basura, sus
regímenes y pobladores, hasta el día de ayer vivían y chuleaban al
régimen de Hugo Chávez Fría y más tarde lo que quedaba en manos
de Nicolás Maduro Moros, que hace apenas dos años cuando se buscaba
una solución a este drama que garantizara al menos que los
venezolanos se quedaran en sus tierras trabajando por la
reconstrucción, Trinidad y Tobago votaron para entopercerlo todo,
apoyando al régimen de marras que hoy tiene medio subcontinente
inundado de venezolanos arruinados.
No
son pueblos inocentes que se ven asaltado. Sus habitantes sabían lo
que hacían cuando apoyaron a este régimen monstruoso, porque las
denuncias son viejas, pero ellos, como muchos, estaban engolosinados
con los negocios chimbos que Hugo Chávez Frías firmó para
silenciarlos y volverlos partícipes en sus delitos, como a
manejadores de burdeles cualquiera. Hay que recordar también las
maletas, o valijas como les dicen en otras partes, llenas de sobornos
en dólares en efectivo, que también partían de aquí a las cuentas
de los delincuentes de allá, así como las denuncias de narcotráfico
y trata de blancas que ligaban a las islas con el régimen
venezolano. No, no son ellos gente decente que trabaja honradamente,
eran unos sucios vividores que sabían lo que hacían, destruir una
nación mientras la saqueaban y ahora no quieren reconocer su parte
de responsabilidad, la que tienen que pagar. La forma en la cual
actuaron estos países que hasta ayer apoyaban el brutal y atrasante
régimen caraqueño manejado desde La Habana no fue diferente a la
visión de tantos con el nazismo cuando comenzara, que colaboraron o
cerraron los ojos y después se hicieron los sorprendidos; o con la
brutal dictadura cubana, a la cual disfrazaban de lucha
revolucionaria de los pueblos cuando ese enfermo no era más que otro
vulgar dictador caribeño. Los trinitarios sabían exactamente lo que
hacían valiéndose de la moral acomodaticia de quien vive de la
miseria pero se desentiende de sus culpa diciéndose que nada deben,
que de nada son responsables, así que nada se les debe exigir.
Se
entiende que no es fácil para los países cercanos a este desastre
que es Venezuela después de veinte años de socialismo, para sus
gobiernos y habitantes molestos, enfrentar las oleadas de migrantes
que escapan de la muerte por hambre y enfermedades que hace sesenta
años habían sido erradicadas. Lo que les cuesta tender la mano como
lo hacen, en solidaridad. Porque, a diferencia de lo que pretenden
esos sucios en el Caribe, estos entienden que no pueden sencillamente
cerrar puertas y ventanas pretendiendo no escuchar al sujeto, a la
mujer o a los niños que chillan sin voz mientras se van muriendo de
inanición frente a sus casas. La gente no es perro para dejarlos
morir así. Y ni a los perros debería dejárseles morir de esa
manera. Muchos tienen que abrir sus puertas, dedicarles dinero y
recursos a los casi cuatro millones de venezolanos que ya han partido
del barco que se hundió, recursos que deberían ir a solucionar sus
propios problemas, pero reconociendo “el drama humanitario”.
Respondiendo al compromiso con más dignidad y generosidad unos que
otros. Sin embargo, repito, se entiende que eso cause malestar, aún
en aquellos países que ayudan generosamente; incluso es posible
“comprender” las agresiones e insultos contra venezolanos, pero
esto, en el fondo, es una completa insensatez. Por no decir una
necedad. A esto que hoy padece Venezuela, y que obliga esa
migraciones de miseria, se llegó poco a poco, arbitrariedad tras
arbitrariedad de un régimen fascista que se hacía llamar del
pueblo, a la vista de todo el mundo, especialmente de los países de
la región. Siendo secundados, protegidos de investigaciones
internacionales y chuleados también por muchos de ellos.
Las
persecuciones, las confiscaciones, Chávez primero, Maduro después,
ordenando por televisión que se detuviera a este o aquella porque le
estorbaba, el ir convirtiendo en “ley” el abuso de poder,
“legalizando” toda vagabundería que se les ocurría con el fin
de acabar con las libertades y garantías constituciones en procesos
amañados denunciados mil veces, tal como el nazismo en los años
treinta del siglo pasado hizo en Alemania, aplaudido por aquí por
Juan Manuel Santos y los colombianos cuando Chávez se hacía llamar
su mejor amigo y le juraba que ahora si le iba a pagar lo que debía
en el 2007 (esta crisis, esta hambre lleva más de diez años en fase
de drama, que es más vieja, sólo que ahora se agravó porque no hay
de donde sacar nada); por los Kirchner en Argentina y por los
argentinos; por Lula y doña Dilma en Brasil y por los brasileños;
por ese vividor con alma de manejador de burdel que es don Pepe
Mujica y su gente (por tres valijas en efectivo destruyeron MERCOSUR
en dos años); por esa... “señora” que sostiene que odia los
militarismos pero visitaban a Fidel y se reían con Chávez, felices
de la vida mientras ignoraban a sus víctimas, como era costumbre de
doña Bachelet, la chilena. Por no hablar de Correa y los
ecuatorianos o de Evo y los bolivianos. Lo del CARICOM no vale la
pena ni comentarlo. Una vez, hace diecisiete años, cuando Chávez
perseguía, encarcelaba, exiliaba y mataba a sus presos políticos,
en la cumbre de su poder, hablando de la actitud de esas naciones en
la OEA, Rafael Poleo dijo que eran putas menesterosas buscando quien
las resolviera con negocitos, acuerdos que a todas vistas eran
sobornos y plata en efectivo. Todos sabían lo que pasaba, pero
mientras los dólares corrían nadie dijo nada, ni ellos ni sus
naciones, ahora es que parece que no entienden qué ocurre y que los
venezolanos les “jieden”.
Curiosamente
Alvaro Uribe Vélez nunca se dejó engañar por estos tracaleros, ni
fingió creerles siquiera (ese carajo es un fuera de lote en este
subcontinente); ni los peruanos participaron de este festín de
Baltazar, siendo más bien una tierra amiga a donde llegaban los
perseguidos por la justicia roja aquí, y por la saña de los
mandatarios convidados al festín afuera. Aunque las noticias que
llegan de lo que les ocurre a muchas venezolanas en esa tierra amiga
ya suena inquietante.
Vividores
todos estos que se beneficiaron de las coimas, de las montañas de
dólares que a Venezuela entraron y que el régimen fascista repartió
y compartió para comprar “amistades”, pero especialmente apoyos
y silencios en los foros internacionales. Cada vez que una denuncia
de estos crímenes lograba colarse en la esfera internacional y una
nación como México o el Canadá deseaba que se discutiera, era
tachado por uno de estos sujetos o tipas como una injerencia, como un
ataque de la derecha. Mucha plata se movía en efectivo, de la
corrupción y las drogas, repito, amén del cuento de las ideologías
que los unió para incubar este nuevo Huevo de la Serpiente, como lo
fue el nacional socialismo del siglo pasado.
Mientras
hubo para sobornos, posibilidades de recibir petróleo, helicópteros
y regalitos todo era una maravilla para la opinión pública de la
zona, ahora que no queda nada sino la tragedia, el drama humanitario
de un país que tuvo plata porque petroleo manejaba (ya ni eso nos
queda, destruida PDVSA, porque ni eso cuidaron), los venezolanos
apestamos y estorbamos. Aunque en mucho menor grado, en el
subcontinente se manifiesta la misma manera de actuar que en las
islas basura (hablo de TRINIDAD y TOBAGO, por si no queda claro),
evidenciando la moral del traficante de armas que provoca una guerra
en un país armando a las partes, repartiendo la plata entre su
gente, y luego gritan furiosos porque un gentío viene de allá
huyendo de esa guerra, y pretenden dejarles fuera, como hacen los
europeos con los hijos de los conflictos que crearon con el
colonialismo, y los gringos con los centroamericanos que todavía
pagan el juego de guerra de la era comunismo-capitalismo, como si
unos y otros no fueran hijos de ellos. En este caso bastardos a los
que odian porque lo son, sus hijos, pero no pueden reconocerlos ni
desaparecerlos. Aunque lo intentan.
Cuando Venezuela vivió en democracia, es decir se contaba con empleos, dinero y progreso, los
venezolanos eramos muy bien vistos en Trinidad y Tobago, en Aruba y
Curazao, donde gastábamos plata; ellos venían para tratarse
dolencias como el cáncer en el Luis Razetti de Cotiza, el Hospital
Clínico Universitario en la UCV, y especialmente en el Padre Machado
en El Cementerio; hoy que no tenemos nada, que ayudaron a
destruirnos, todavía conspirando dos años atrás en la OEA para
impedir toda salida a este drama, hoy nos miran con desprecio. Si,
Trinidad y Tobago son unos pueblos miserables que ni siquiera tienen
la poca decencia de entender lo que hicieron y pagar el karma por
ello. Son unas islas de porquería.
NOTA:
Me quedó suave, es que tuve que borrar mucho de lo que pensaba y ya
había escrito, comenzando por el título donde aparecía la palabra
mierda. No vaya y sea que Blogger me borre.
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