jueves, 6 de junio de 2019

GUERRILLA EN VENEZUELA, ¡CULPA DE URIBE!

SIN NOVEDAD EN EL FRENTE OCCIDENTAL
   De él o de la vaca; nuestra no, por supuesto...
   Definitivamente este país inconsciente no tiene salida fácil. Es difícil ir hacia adelante cuando nos tropezamos con todas y cada una de la piedras del camino, dos y hasta tres veces, y en ocasiones con los propios pies. Será que como señalara alguien (o nos condenara, quién sabe), Venezuela es una tierra donde las modas llegan tarde, pero llegan, especialmente las malas. Como no vivimos las dictaduras en los sesenta y setenta del siglo pasado, quisimos experimentarlo ahora; como nunca padecimos el morbo de la violencia política en forma de guerrilla como si pasara en Italia, España y en parte de latinoamérica, como en el Perú, hasta la llegada de Alberto Fujimori, y Colombia hasta la de Álvaro Uribe Vélez, no sólo quisimos probar, importándola (una de las pocas cosas que todavía podemos traer, problemas), sino creándola. Como si se estuviera haciendo una gran vaina.
   Nos trajimos a los grupos violentos de las narco guerrillas colombianas y bajo dirección cubana montamos la guerrilla interna, urbana y propia, el paramilitarismo de los colectivos (y tanta paja que este gobierno usurpador hablaba de Uribe, tachándole de paramilitar; es que no sirven para nada). Como no había problemas, nos creamos esos dos. Y no fue accidente, deliberadamente se les buscó hasta que germinaron como cizaña, vaya alguien a saber en qué estaban pensando, si es que pensaban cuando hicieron esto. Lo que queda de las FARC y el ELN, derrotados prácticamente en suelo neogranadinos, están aquí, en Venezuela, haciendo y deshaciendo con los venezolanos, contra los venezolanos, invitados por un régimen delincuente como no se ha visto otro en toda la historia de este país, desde cuando los caribe asolaban las costas y ni se soñaba con la llegada de calaveras y europeos perdidos en su ruta a la India (sostienen que porque eran gallegos, no lo digo yo, por cierto).
   Una organización no gubernamental que opera en el occidente del país, FUNDA REDES, ha denunciando la presión que los grupos irregulares del vecino país mantienen sobre la población del estado Táchira, en lugares donde la guardia nacional no opera, donde ellos deciden qué material de estudios se imparte en los colegios, tienen sus radios comunitarias difundiendo sus dogmas pero silenciando sus hechos; e hicieron público un documento de inteligencia donde se habla de más de quince mil venezolanos reclutados para estos tipos de pensamientos. Esto es grave como podría atestiguar cualquier sociedad que padeciera esto, recordando cómo comenzó la pesadilla en sus países (los colombianos están tan picados de culebra que ni siquiera quisieron escuchar de paz cuando esto significaba borrón y cuenta nueva con la guerrilla allá), pero ocurre. ¿La respuesta del estado usurpador, verdadero responsable de que esto ocurra a la denuncia de la ONG?, detener y desaparecer durante más de una semana a un de sus activistas, secuestrando en el Zulia y llevado a Caracas, bajo jurisdicción militar a pesar de ser un civil, donde costó encontrarle porque aparentemente hay sitios de reclusión clandestinos en Venezuela donde las víctimas son sometidas a todo tipo de abusos, lo único que los cubanos pueden enseñarle al mundo (y tanta paja que hablan de los gringos; es que definitivamente no sirven para nada). No se busca a los irregulares, se arremete contra quien alerta de lo que ocurre, primero para que todos se inhiban por miedo, segundo porque es parte de un negocio mayor, fuera de control violento de población, la guerrilla guarda sus nexos con el tráfico de drogas y eso siempre significa mucho dinero.
   Y pasa en el Táchira, allí opera abiertamente la guerrilla colombiana, pero también en el Zulia, en Apure y en el estado Bolívar, donde a sangre y fuego se pelean el control de los yacimientos de oro con las bandas delictivas locales (colectivos), siendo los indígenas las primeras víctimas. Y actúan de tal manera, de forma violenta y criminal, bajo la mirada temerosa y cómplice de la Fuerza Armada Nacional y del incompetitísimo ministro de la Defensa, señor Padrino López, a quienes, sostienen los comentarios, le han garantizado que salvaguardarán su cuello de cualquiera que vaya a buscarle para exigirle explicaciones o el pago a sus delitos. Eso mientras hablan paja sobre soberanía y tachan de traidores a todo el mundo que se oponga al brutal reparto y control de nuestra nación de manos de estos grupos.
   Esto debe ser preocupante para Colombia, este rearme de los grupos irregulares, esta reagrupación, la captación de nuevas filas, porque podrían a la larga decidir que volverán a intentarlo allá. Esperar que se queden aquí, acostumbraditos, resolviéndoles el problema, es una temeridad idiota que ningún estamento gobernante responsable puede asumir. La guerrilla había sido prácticamente destruida en suelo vecino, aviniéndose a un proceso de paz al entender el fracaso armado, buscando un acuerdo que les garantizara no ir presos, que no se les tocara, que se les dejara guardar y usar el dinerillo ahorrado en vacunas cobradas, secuestros y ayuda a los carteles, y que encima se les concedieran prebendas políticas, que no tuvieran que pelear por curules en el Congreso sino que se les asignaran graciosamente (son tan graciosos, definitivamente); al no lograrlo porque a los colombianos esa vaina no les cuadró ni les gustó (y prueba fue que votaron nuevamente por el uribismo, aunque allá parece que cuesta verlo y entenderlo, el qué pasa), muchos debieron escapar a este lado del Arauca vibrador. De donde sostengo que la gente es insensata. Hoy, viendo el problema que ya son en Venezuela, hay quienes de mala fe (gente que sostiene al régimen) y otros inocentemente que consideran que la culpa es de Álvaro Uribe Vélez, el que estén operando de este lado. Como les combatió, como los colombianos dijeron basta, obligó a los irregulares a desplazarse.

   Esto es una tontería, claro. No era trabajo de Álvaro Uribe Vélez y su gente, ni de los colombianos decentes, el cuidar lo que pasará de este lado de la raya de cal, para eso debía estar el estado venezolano, para proteger el territorio. Como, antaño, hacía, a riegos de grandes pérdidas como en la Masacre de Cararabo, pero también cuando, con sus uniformados al frente, le pararon el trote al país vecinos con el asunto de la corbeta Caldas. Pero ni es esta la era democrática, ni tenemos venezolanos pensando en Venezuela, ni estos pobres payasos uniformados son quiénes para enfrentar peligros reales, sea una guerrilla armada o presos en un penal, como ocurriera en la Batalla de El Rodeo. Un ejército levantado y purgado para que sea únicamente de represión de su propia población no tiene la fortaleza suficiente para encarar ni a una guerrilla organizada ni al ejercito de otra nación, más allá de hablar mucha paja por televisión.
   Era de este lado donde debió organizarse la manera de atajarlos, contenerlos y destruirlos antes de que montaran sus industrias del crimen, secuestros vacunas, narcotráfico y sicariato. Doblando el drama del área fronteriza que ya padecía esto de parte de los paramilitares mal llamados colectivos. Eso se esperaba de los inútiles esto, no esta complicidad abierta y abyecta, este sometimiento a otra fuerza extranjera como ya lo éramos de cubanos, rusos, chinos. Ahora también los colombianos irregulares. Lo que molesta, repito, no es sólo la humillación como nación que debemos soportar, las burlas de un mundo que nos considera una tierra de cobardes, que se esté despedazando el territorio como lo fue entregar toda la Zona en Reclamación de manos del demente aquel que fue a Georgetown a regalarla mientras los adultantes aplaudían y quienes sí sabían lo que hacían, y las ganancias que sacarían, se frotaban las manos en televisión (ahogándose con la saliva, se les notaba); lo que irrita es escucharles hablar a cada rato de soberanía y de traidores a la patria. Y que ni siquiera tos les da. 

TRINIDAD Y TOBAGO, PAR DE ISLAS DE...

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