GUERRILLA EN VENEZUELA, ¡CULPA DE URIBE!
Contra
la Mente Maestra parece que no hay chance...
Me
refiero aquí a una manera de pensar, sí, pero también de abierta
colaboración. No todo el daño que se le hace al campo democrático
desde “su propia casa” puede explicarse como codicia y estupidez,
que mucho hay, la zanahoria de serás presidente o presidenta es muy
tentadora para que alguien lerdo de luces la resista, pero también
plata debe haber de por medio para mantener todos esos lobbys de
comentaristas en las redes haciendo daño. Y en un caso y el otro,
hay que reconocer la habilidad política de Nicolás Maduro Moros,
aunque se arreche un gentío. Una inteligencia muy superior a la de
quienes le han enfrentado, dentro y fuera del chavismo, aunque la
gente se consuela de las derrotas propinadas por él llamándole
burro, aunque ahí está, yendo para ocho años de mandato (dos
ilegales), mientras dentro y fuera de su tolda todos los demás sólo
trinan los dientes.
Fue
habilidad suya imponerse dentro del chavismo a la muerte de Hugo
Chávez Frías, derrotando a Diosdado Cabello y al ala militarista
del movimiento fascista, pero también a los extremosos que querían
juicios populares por traición, intuyendo que más tarde que
temprano eso diría su certificado de defunción: Cayó al ser
juzgado por el pueblo. Pero donde ha demostrado ser un maestro de las
maquinaciones, un Fu Manchú tercermundista, fue en la anulación y
destrucción de sus rivales políticos en la tolda opuesta (unos en
realidad, otros fingiéndose sus enemigos para hacerles el trabajo
como verdaderos caballos de troya). Y eso es lo que no se le quiere
reconocer, de una manera mezquina, me parece, lo que no se entiende
ni se admite, por lo tanto no puede asimilarse el golpe, aprender y
pasarse la hoja, así continuamos en cayendo en los mismos errores
que ya le regalaron tres años adicionales a un régimen que debió
colapsar a mediados de 2016. Y comienzo...
Hay
un sector dentro de la Oposición que es indudablemente valioso para
el régimen porque le ha ayudado a sortear estos años difíciles de
escasez de dinero porque todo se lo robaron y ahora ni China ni Rusia
envían barcos con comida, de servicios públicos colapsando porque
el chavismo no sirve ni para manejar una carretilla (fuera de que
odian trabajar), y el robo de lo que debió irse en mantenimiento,
reparaciones y modernizaciones, cayendo así el servicio eléctrico,
el agua, el gas, la gasolina (hablan de bloqueo cuando producimos
petróleo, tenemos refinerías y antes le vendíamos combustible a
los gringos), y los alimentos. Son desconocidos por un mundo que
deploró el golpe de estado dado contra la decisión electoral del
país en diciembre de 2015, denunciado luego por Luisa Ortega Díaz
cuando viera la luz camino a Damasco ella también, y el país mismo
es un hervidero de rabias, frustraciones, resentimientos y odio
visceral contra una gente que los tiene muriéndose de hambre, de
enfermedades controladas hace sesenta años y que obliga a los
jóvenes a partir a futuros inciertos en países donde ahora no son
bien recibidos. Ese caldo de cultivo propicio para un desconocimiento
general, para una gran movilización, Nicolás Maduro Moros lo
conjuró haciendo que los opositores se despedazaran entre ellos,
lucha en la cual se llegaron a aberraciones que sinceramente no
entiendo cómo tantos pueden ignorarlas y aún fingir que no lo
notan.
La
rabia del Gobierno cuando fue derrotado en diciembre de 2015 por una
dirigencia que logró la hazaña de movilizar a todo el país en una
meta, quitarles el Parlamento para reiniciar la democracia, tarea
donde les acompañaron (gracias a la habilidad de esa directiva),
opositores de toda la vida y hasta chavistas que seguían con su
corazoncito puesto con el muerto pero veían que con Nicolás Maduro
Moros y Diosdado Cabello no había vida, que los llevaban a comer
mierda, con el perdón de la expresión, y que toda promesa a futuro
era de mucha más mierda, hizo que estos se movilizaran contra el
régimen. Cosa que les hizo estallar de rabia, especialmente cuando
iban a zonas otroras revolucionarias donde las doñitas salían de
sus casas a cacerolearlos. Ante ese repudió que fue patente en 2015
e inicios del 2016, Nicolás Maduro Moros, seguramente asesorado por
la inteligencia cubana, que ya se los había hecho a su isla a la
caída del bloque soviético, ponerlos a pelear inútilmente entre sí
lo mejor era que Fidel Castro se largara con su gente y sus reales
dejando la isla libre y los que gritaban que no, que o se le detenía
y juzgaba o mejor que se quedara (muchos de ellos estaban ya afuera),
y Fidel, dividiéndolos, poniéndolos a pelear entre ellos, gobernó
casi treinta años más, muriendo en su cama y heredando a su gente
el título. Seguro que esa gente le asesoró, pero, repito,
inteligencia, habilidad sobre habilidad, Nicolás Maduro Moros
resultó muy por encima de los patéticos señores y especialmente
señoras que le rivalizaban en el liderazgo del país, en este caso
en el ala contraria.
Lo
primero que hizo fue decirle al resto de los políticos inútiles
dentro de la Mesa de la Unidad Democrática que tenían que salir de
la dirección que le había derrotado en las parlamentarias porque
“nosotros ya caímos, tenemos las maletas en la puerta” y que si
no se apuraban a descabezar esa directiva el país nombraría
presidente al pelón aquel. La campaña contra una directiva sensata
que nos llevó al triunfo fue inmediata, dentro de los medios que
manejaba el régimen, como era natural, pero también del otro lado.
Voces que se auto denominaban de oposición radical (que nada
aportaron para esa unidad que derrotó al régimen), hicieron lo que
pudieron por sacarle, quitándoles a ese peligroso enemigo de encima
al régimen, a esa gente que si coordinaba y manejaba al país.
Mientras pasaba, mientras el Gobierno celebraba la derrota de la
Oposición, con las manos en la cabeza me preguntaba si era que nos
habíamos vuelto idiotas; aunque debía reconocer la habilidad de
Maduro Moros. Fue la Oposición la que salió de aquella directiva
porque le era peligrosa al régimen. ¿Por qué se hizo, por qué
debíamos hacerle el trabajo?, misterio. Y como de eso no se habló
ni se aprendió, hoy continuamos en las mismas.
Luego,
con los políticos chimbos fuimos a unas elecciones ya divididos,
porque el voto no servía gritaba el ala chavista dentro de nuestras
filas, aunque con el voto, organización y metas únicas habíamos
recuperado el Parlamento unos meses antes (ya para ese entonces los
ataques contra esos diputados era grande, porque un ala aún más
radical del chavismo en la oposición había comenzado abiertamente
con la guerra sucia por las redes y medios de comunicación). Así se
fue a unas elecciones convencidos de que no serviría de nada teñir
el mapa político del país de colores democráticos, que el mundo
viera que el chavismo no ganaba en ninguna parte, como cuando en las
parlamentarias venite de las veintidós parroquias caraqueñas les
dijeron que NO a este Gobierno. No, hasta de eso había que
olvidarse, ¿derrotarles otra vez con organización?, por Dios, no,
eso sería hacer quedar mal a la revolución y a Maduro Moros, por lo
tanto la gente que sigue a la Oposición no debe hacer eso. Y se les
oyó y se les creyó. Nicolás Maduro Moros decía que para tumbarlo
lo mejor era no participar, decirle a la gente que se fuera para sus
casas, que no escuchara a fulano ni a zutano cuando llamara a pelear
en tal o cual plaza porque ese era un sucio traidor colaboracionista.
Pelear por las plazas era malo, entregarse sin pelear, como aseguraba
Miraflores, era lo sensato. Y esa idea idiota se compró.
El
mundo que vio la votación alcanzada en las parlamentarias luego
presenció que el Gobierno nos ganaba porque no participamos (¿por
miedo a ser minoría otra vez y como no somos demócrata así no
jugamos?, cualquiera tenía el derecho a pensarlo y a desentenderse
de nuestra suerte). El éxito de Nicolás Maduro Moros fue rotundo y
total, no sólo el país se tiñó de rojo, desalentando a los
millones de personas que votaron en contra de ellos en 2015, sino que
se vio que los políticos de oposición que sacaron a la directiva
anterior, especialmente al pelón, no sólo no lograron llevar al
país a las urnas, es que ni siquiera pudieron llevar a sus propios
testigos y asegurar las actas. Así de grande fue nuestra derrota,
así de increíble fue el éxito de Nicolás Maduro Moros, quien
habría celebrado aún más si Venezuela no estuviera tan arruinada y
llena de problemas.
Y
aquí, aún antes de esas elecciones que retrataron la destrucción
en marcha de lo que había sido la Unidad, a manos de quienes se
suponen lideraban el movimiento, se sumaba la otra estrategia
chavista, infiltrar chavismo directo en la Oposición. Dentro de la
unidad había una señora que no lograba imponer sus puntos de vista,
que chocaban abiertamente con los de la gente que había logrado el
monumental éxito de las parlamentarias, que apoyó gente por fuera
de esa unidad, contribuyendo a que se perdieran escaños, porque no
gana, porque no convoca a nadie fuera de la redes (miles en contra de
millones que la ignoran), y se le convenció de que para brillar e
imponer ideas la Unidad debía desaparecer. Se hizo, pero siguió sin
brillar porque el país no confía en ella. Por eso se le dijo que la
mejor manera de ganar en un país sin base política, sin seguidores,
sin gente apoyando sus ideas era destruyendo a todo los demás,
partidos y líderes de oposición, que organizadamente estuvieran por
encima de ella en las preferencias. Y se montó un laboratorio de
guerra sucia como llevaba rato que no se veía, desde los tiempos de
Carlos Andrés Pérez, sustentado en necedad de buena parte de la
población en las redes (si es que fue algo inocente y no parte del
mismo proyecto diabólico de Nicolás Maduro Moros de usarlos para
hacer daño), que acabó con reputaciones de manera abiertamente
falaz.
Porque
la meta del régimen y de esta parte de la oposición (el chavismo de
oposición) era destruir a los líderes adecos y apartar al pueblo
adeco de la lucha, hacer lo mismo con COPEI y lo que queda de su
gente en pueblos y estados, igual con Primero Justicia. Aunque era ir
en contra de nosotros mismos, dividiendo nuestras fuerzas mientras
ellos continuaban unidos, la idea era acabar con Henry Ramos Allup,
con Julio Borges, con Capriles, con cualquiera que la aventajara en
las encuestas. Al principio usaban la imagen del Leopoldo López
abandonado en una celda durante años, pero cuando este logra imponer
a Juan Guaidó, y tiene la posibilidad de salir y liderar, la campaña
contra él es inmediata y feroz, que si había llegado a acuerdos,
que si había traicionando a este o aquel. Era una cosa burda,
asquerosa, pero efectiva. Una campaña empleada afuera y que todavía
continúa.
Recuerdo
el caso de Carlos Ocariz en Miranda, cuando luchaba por la
gobernación, por un lado el régimen le atacaba en su vida familiar,
porque era popular en la zona, por el otro, el chavismo dentro de la
oposición lanzó la campaña de que había traicionado a Óscar
Pérez, aunque la familia de este, y allegados reales nunca
sostuvieron tal idea. Se dijo de todo, la gente parecía histérica
repitiendo necedades en las redes. Nicolás Maduro Moros sonreía. El
país real, ese que si da la cara en las marchas y protestas, que es
herido y detenido, que va y se concentra en la siguiente marcha y
todavía va y vota, cansado de toda esa basura (porque ¿cómo saber
si no era cierto si la señora esa y su gente lo sostenían y ella no
parecía chavista?), sencillamente se quedó en sus casas,
desentendiéndose de todos, como pretendía desde el principio ese
maquiavelo sudaca llamado Nicolás Maduro Moros, coronando otro éxito
político... qué son los únicos que logra.
Y
vamos con ejemplos más recientes...
Cuando
el mundo se horrorizó por el video del diputado Juan Requesen,
torturado y humillado, levantándose voces de protestas y condena, el
chavismo dentro de la oposición respondió con gritos de que desde
Colombia Julio Borges y Primero Justicia ya habían pactado con el
Gobierno para que le liberaran. Un invento de cabo a rabo, otra
cochina mentira regada por ese laboratorio de guerra sucia, por ese
lobby que nadie sabe quién paga. ¡Y qué no expresaron los
histéricos en las redes!, porque nada que sea para destruirnos se
debe dejar pasar liso, o combatirlo, hay que alimentarlo y sacarlo de
toda proporción porque Nicolás Maduro Moros, muerto de risa, nos
dice que eso le hace daño.
Cuando
detienen a los bolichicos del régimen y comienzan las denuncias de
robo del patrimonio de más de cinco mil millones de dólares a manos
de un sólo sujeto, que había sido edecán del difunto Hugo Chávez
Frías, cuando el país se desayunaba con la noticia en medio de la
ruina y el hambre porque no habían dejado ni medio dólar para que
chinos y rusos mandaran barcos con comida (ya no quieren fiar),
viendo al régimen con el agua del escándalo al cuello, en seguida
la oposición chavista contraatacó con el cuento de que los hijos de
Henry Ramos Allup tenían las manos pilladas en no se sabía que
negocio con el Gobierno. Eso se dijo hasta en RCR, un payaso gritón
a las cuatro o cinco de la tarde, que rugía que él tenía las
pruebas en las manos, que a los adecos debían echados de la pelea;
Patricia Poleo miró el asunto con desconfianza pero también lo
dijo, igual Nitu Pérez Osuna, a quien uno jamás habría imaginado
metida en esas canalladas. Era una verdadera olla de grillos,
gritando y gritando para que no se escuchara lo de los bolichicos y
el monumental robo que el chavismo hizo a la nación. Soltaron sapos
y culebras contra la Oposición que continuaba dando la pelea dentro
de Venezuela, contra Ramos Allup en particular, contra los adecos en
general, porque había que destruirles y desviar la atención del
megarrobo. Esa noche Nicolás Maduro Moros debió dormir como un
bendito, al menos más relajado. Y si es un caballero, que ninguno de
nosotros lo cree, debió enviarle una canasta con naranjas a la reina
de la guerra sucia por todos los favores recibidos. Por cierto, los
hijos del sujeto ese no estaban metidos en los negocios, parte que la
recua de gritones estos no se tomó la molestia de aclarar, y aún
hoy en día, los que no pierden pista enviada desde Miraflores, sigan
repitiendo la especie. Parte del daño real del chavismo en la
oposición.
Que
todo el país pusiera sus esperanzas en Juan Guaidó, quien hablaba
de ir todos juntos para salir de esto fue respondido con una brutal
campaña de la guerra sucia que le “exigía” alejar a los adecos,
copeyanos y a la gente de Primero Justicia de la lucha, que les
condenara y se apartara de todos ellos, porque debilitándose,
cercándose con ellos que para nada práctico sirven, sin gente que
marche, grite o vote “sí que se le haría daño al régimen”...
de alguna manera en una realidad paralela. Y esta especie la
repitieron hasta la saciedad los tarifados en la campaña, siendo
secundados, he ahí lo grave, por mucha gente en las redes. Que
proporcionalmente son pocos y en verdad influyen muy poco, tampoco
son muy activos, ninguno se movió para salvar a Óscar Pérez, ni se
les vio en las calles cuando Guaidó pisó el peine de llamar a los
militares, pero si hacen bastante ruido, uno que convence a la gente
en la Charneca, Cotiza y El Valle que no vale la pena unir al país
alrededor de un líder tal para salir y exigir un cambio. Y en
Miraflores no podrían estar más felices.
Que
el régimen finalmente se viera obligado a aceptar una supervisión
de una comisión de Derechos Humanos aunque se había negado toda la
vida a ello, que tuviera que tragar grueso cuando las conclusiones
llegaron allá y que no pudiera evitar una segunda visita, esta vez
de la misma Secretaria del ente, la tristemente célebre Michelle
Bachelet, sabiendo que no podrían silenciar lo contundente del
resultado, el chavismo dentro de la oposición salió de puros
salidos a ayudarle a capear el momento. Como la cosa podía ser grave
porque no es lo mismo escuchar a un hablador de paja delirando sobre
un pueblo unido alrededor de un amado líder que sufre enfrentando
agresiones imperiales, que ver la miseria, la rabia y la violencia
ejercida contra gente humilde que simplemente se niega a morirse de
hambre o por enfermedades (los muy tercos), que carecen de todo,
incluso de una justicia real, era demasiado. Había que salvar la
imagen del régimen, la cara de Nicolás Maduro Moros. Dicen las
malas lenguas que el régimen ni siquiera se movilizó en este caso,
que fue la reina de la guerra sucia y su gente los que regaron la
especie de que la gente de Juan Guaidó se robó una palta de una
verbena en Colombia. Y todo lo demás fue silenciado, ¡ese era el
gran escándalo!
Claro,
también se refritaron comentarios de la Bachelet de hace meses para
hacer ver que eran de ahora, las mentiras fabricadas por estos
laboratorios, pero al final el régimen ni siquiera necesitó de eso.
El chavismo dentro de la oposición se encargó de hacerlo, todavía
delirando unos con que eso los llevará finalmente al poder (como la
guerrilla colombiana creía que poniendo bombas, matando gente y
secuestrando iban a convencer a los colombianos de que con ellos
llegaría la paz, el progreso y la felicidad), otros pagados
específicamente para ello. Y, repito, hay que quitarse el sombrero
ante esa inteligencia muy por encima de estos mentecatos, Nicolás
Maduro Moros, quien convenció a buena parte de la oposición que la
única esperanza es que sea él quien siga al frente de todo. Que él
no es el problema.
No,
no se puede quejar Nicolás Maduro Moros de sus aliados dentro de la
oposición. Cada vez que se ha visto en problemas, cada vez que ha
necesitado sortear un temporal, ellos han respondido con entusiasmo,
con afán, con ruindad. Lo lamentable es que el daño nos lo hacen a
nosotros, nos lo hacemos nosotros. Y todavía ni se entiende, no se
quiere aceptar y no parece que vaya a cambiar, agravado por el hecho
de que Estados Unidos, los países de la región y Europa ya se les
han cansado las lenguas de decir que invasión militar no habrá. De
lo que también, los señores de la guerra sucia, responsabilizan a
Juan Guaidó. Un mundo de locuras. Jamás entenderé por qué tuvimos
que hacer lo que Nicolás Maduro Moros nos dijo que hiciéramos
cuando debimos sospechar que buscaba atornillarse en el poder. Nunca
lo entenderé.
Me
preguntó con qué saldrá la mafia de la guerra sucia ahora que
estalla este nuevo escándalo por el militar asesinado. O los tres
capos de las drogas “rescatados” de una prisión de mínima
seguridad, mientras alguien que protesta con una pancarta en una
acera lo encierran en La Tumba. Esas denuncias han sido graves,
mucho, así que ya debe estar por estrenarse el nuevo escándalo
fabricado dentro de la Oposición, made in "oposición".
Pendientes.
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