domingo, 7 de julio de 2019

METIENDOLES SENTIDO COMUN

FAMA REGADA
   El policía gozón no perdía su oportunidad. La juventud le preocupaba. Si un chico comenzaba a perderse en una vida semi delictiva sentía que era su deber meterle el miedo en el cuerpo, por la boca y el culo, fuerte y a fondo para calmarles, controlarles, someterle e indicarles luego qué cómo debían comportarse. Y lo hacía, a veces toda una noche, aunque a su novia, la teniente supervisora del turno, no le gustara cada vez que le pillara metiéndolos en cintura. Esos chicos no entendían nada, no sabían qué enfrentaban, y mientras les metía la lengua en las “vaginas”, gruñéndoles sobre lo duro que iba a follarles, de cuanta esperma les gotearía, igual les prometía que gemirían y lloriquearían suplicando por más. Palabras, toques, besos y caricias con aquella tranca que los trastornaba, que no les dejaba pensar con claridad, tan sólo sentir ganas y deseos de responder. ¿Lo peor?, que realmente gemían y chillaban, saltando sobre su pelvis, buscando más. Riendo, este les explicaría que todos esos desórdenes y problemas en los que se metían era buscando inconscientemente pollas, que las pidieran directamente a sus amigos y conocidos, y no se metieran en más líos. Mirándole con adoración y entrega, con las piernas casi en sus orejas, mientras gemían al ser poseídos, le agradecían. ¿Lo malo?, que a veces era justo el momento cuando su novia llegaba y se molestaba. O el capitán, que se ponía celoso de que repartiera lo suyo. 

SCREAMIADO EN EL SANITARIO

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