GUERRILLA EN VENEZUELA, ¡CULPA DE URIBE!
El
sujeto sabe moverse en la red...
El ex presidente uruguayo, José “Pepe” Mujica, es uno de esos individuos que tienen buena prensa aunque se le pueda considerar un sujeto completamente amoral, o llanamente sinvergüenza como me lo parece a mí. Es de los que predica contra la avidez del capitalismo, acusándolo de todos los males del mundo, mientras defiende los pagos, por caminos oscuros, a su tendencia política; tanto en el Uruguay como en el resto del subcontinente. Al menos tiene eso a su favor, comparte el botín. Mientras el régimen de Hugo Chávez Frías primero, y Nicolás Maduro Moros después, pudo pagar religiosamente los sobornos a la izquierda, el sujeto no veía delitos, persecuciones ni problemas de índole totalitarios en este país. ¿Militares secuestrando gente en las calles y desapareciéndola hasta que encontraban los cadáveres?, no, por Dios, ¿dónde? ¿En qué lugar del mundo podría ocurrir tal cosa, virgen santa? Al contrario, hizo todo lo que pudo por silenciar cualquier investigación o discusión al respecto. Y lo hizo a sabiendas, con sedicia. Pero no fue el único, es tan sólo el que sale mejor librado de un juicio moral a todo un grupo y una oscura era, a diferencia del resto de la peligrosa banda de delincuentes con la cual creó el problema que hoy aqueja a buena parte de Sudamérica, el desastre venezolano y su migración de miseria.
Ante la falta de plata para continuar pagando sobornos en la prensa o a líderes socialistas para campañas personalistas o de sus partidos, después del demoledor informe sobre derechos humanos que la mismísima Michelle Bachelet no pudo continuar disimulando, de los dantescos cuentos sobre las últimas detenciones y muertes de presos políticos, aún José “Pepe” Mujica ha tenido que reconocer que lo que hay en Venezuela es una dictadura. Le costó, ¿verdad? Eso si, se cuida muy bien de no señalar su directa responsabilidad en el asunto, ni la del peligrosísimo Foro Forajido de Sao Paulo, a pesar de los resultados obtenidos en la región por el triste paso de la izquierda. Gobiernos socialistas sacados con votos, algunos pueblos volviéndose a lo que llaman la ultraderecha como en Brasil, con tal de distanciarse de ellos, con ex mandatarios presos, escapados en vía de ir a la cárcel o intentando regresar al poder para escapar a sus penas de prisión (y a lo mejor lo logran, porque estamos en latinoamérica y lo que nos ha pasado ha sido hechura nuestra aunque no nos gusta pensar en eso); de todo eso se abstiene de hablar el peligroso sujeto cuando “admite” y “tacha” de dictadura al régimen de Nicolás Maduro Moros, como si este hubiera brotado de la noche a la mañana y algunos gobiernos en el continente no llevaran más de década y media señalando el problema (bueno, ¿quién sabe?, tal vez la gente de izquierda es mucho más incompetente de lo que uno imagina; excepto para acumular capitales, claro).
Pero no nos engañemos. El mañosos sujeto no lo hace, la denuncia, guiado por ningún sentido de vergüenza o moral, ni siquiera porque le interese el destino de los millones de venezolanos a quienes su conchupancia criminal ha llevado a estos niveles de miseria extrema (¡arruinaron a un país petrolero!, ¡qué vaina con la izquierda!); no, lo hace, sale a hablar paja porque los venezolanos ya somos un serio y desagradable problema en la región, para sus pueblos y sus gobiernos, que ahora fingen darse cuenta de que en Venezuela “pasa algo raro”. Repito, ahora que arruinado, el régimen ya no pueden continuar pagando coimas, silencios y complicidades. Y como en el Uruguay van a comicios, el mañoso Pepe Mujica tiene que deslastrarse de sus antiguos socios y aliados, no vaya y eso pese contra su gente en las elecciones. Lo que no representa ninguna contradicción para él, y por lo cual no tiene que dar ninguna explicación. Sale a relucir el viejo vividor que hay en él, el madame de burdel únicamente superado en habilidad por Fidel Castro manejando la isla como el brutal dictador que fue pero paseándose por el mundo como víctima de superpoderes y evidencia de “dignidad” de los pueblos. Es que, después de Fidel, sólo él muestra tal habilidad cuando declara desdiciéndose una y otra vez y todos fingen que no se dan cuenta.
Y ni siquiera fue un apoyo total a la democracia en la región su triste declaración, o un intento de engañar a su población muy eficiente. Reconoce que sí, que en Venezuela lo que hay es una dictadura, pero que eso es asunto de los venezolanos y nadie debe meterse. Que a sus socios nadie debe tocarlos. Sus mañas de vieja madame de burdel son casi admirables. Y en esto hay que abrir un paréntesis para comprender lo que a primera vista parece tan sólo otra vagabundería de un viejo vagabundo, lo que hay de filosofía de vida tras todo esto, por muy aberrante que sea. Hace años tuve un problema por la red con alguien que se molestó porque a una ex presidenta de la asociación Madres de la Plaza de Mayo, las damas que en la Argentina reclamaban contra la dictadura en defensa de los desaparecidos, la acusé de vieja hipócrita. Y lo era, creo que la organización se deshizo de ella. Tenía un nombre extraño. La llamé loba de la Plaza de Mayor, quien en la Argentina fingía enfrentar a una dictadura militarista pero que cuando iba a Cuba se le caían las medias ante el sádico tirano antillano disfrazado de militar, al que le adoraba cada pelo de la barba y por quien criticaba a las damas de blanco en la isla que protestaban por sus presos, sus detenidos y desaparecidos. No enfrentaba realmente la señora el autoritarismo militarista, las persecuciones, las prisiones llenas de gente que alzaban la voz, los asesinatos, lo que criticaba era que lo hiciera alguien a quien ella no apoyaba filosófica y políticamente. La dictadura militarista era mala en la Argentina pero era buena en Cuba y Venezuela porque se llamaban de izquierda. Y en ese entonces soltaba plata, la venezolana. El viejo vicio de tachar de monstruo a Augusto Pinochet, pero creer que el viejo tirano cubano, que mató diez veces más gente y su mandato duró décadas, era un viejito bueno porque era socialista.
Pepe Mujica cae en las mismas con su pobre coartada intelectual. Que era horrible lo vivido en Uruguay, una dura dictadura militarista que hacía y deshacía, incluso con tribunales y policías, que casi sacó a un cuarto de la población del territorio, gente que llegó a todas partes buscando ayuda; pero que cuando esos mismos delitos los comete gente a fin a su manera de ver la vida, entonces no es malo y hay que defenderlo en cada foro internacional, especialmente si se reparte plata. Y si ya no se puede hacer nada por ellos, al menos si pedir que se les deje en paz y que sigan haciendo el daño que quieran. Y en eso, repito, no ve contradicción, ¿vejez, senilidad?, no, la izquierda lleva décadas en esa maña. Vamos a estar claro, a ese señor no tiene porqué dolerle nadie ni nada si no le sale, menos Venezuela más allá de lo que representaba como monedero y bastión de lo que puede ser el socialismo cuando se le deja hacer a su gusto, aunque termine en desastre. Y esa es toda la moralidad que cualquiera puede esperar de esa basura que se llama la izquierda, de la cual, afortunadamente, en latinoamérica se va saliendo, por la corrupción de Odebrecht, la cantidad de abusos y delitos cometidos por los gobiernos de la región y por las maneras indefendibles de Cuba, Nicaragua y Venezuela, a pesar de los saltos en el vacío que puedan considerar países como Colombia, el dado por México, o el paso atrás que pueda intentar, otra vez, la Argentina. El resto va de salida en todas partes.
Hoy, en vista de las elecciones, Pepe Mujica no se atreve a contradecir a la gente en su país que piensa que los venezolanos que emigran ya hieden (uruguayos que asocian tal problema al régimen en Caracas), pura vagabundería declarativa que vale tanto como su moral acomodaticia; no daría nadie con dos dedos de frente tres centavos por ella, pero algo es algo. Por lo menos a los crápulas locales debe haberles molestado, obligándoles a decirse con resentimiento: Y tanta plata que les dimos al bendito Frente ese.
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