sábado, 19 de octubre de 2019

OLLA DE PRESION

GUERRILLA EN VENEZUELA, ¡CULPA DE URIBE!

   Todo tiene su tiempo...

   O lo que es lo mismo, llega el momento cuando ya no se puede con esta múcura de agua. Es increíble cómo la gente que odia al gobierno se queja, se amarga y sufre con las cadenas diarias del régimen, con Nicolás Maduro hablando disparates (¡todos los días!); pero es que esa es su estrategia para quedarse. Su trabajo. Es lo que quiere y por lo que trabaja, a su manera es casi aplaudible, el problema somos quienes no hacemos lo que se debe por abreviarle el paso por el poder. Ese señor no puede ni quiere resolver problemas, le sabe a casabe que la gente se muera en los hospitales, que los muchachos no aprenden nada en las escuelas o que el país mismo esté al borde, y con el miedo, de morirse de hambre; lo único que le interesa es la propaganda. Si hay mucha hambre e ignorancia habrá quien le crea, y por el mundo los socialistas regarán la especie. Humo y espejos. Todo lo que busca ese señor, repito, diariamente, es delirar públicamente aparentando que está haciendo algo. O que lo hará en un tiempo no determinado que a lo mejor es nunca, pero lo dijo, que se haría, así que esperen otros veinte años y verán. 

   Y esa estrategia le sirve, se nota porque la gente que uno creía sensata grita, en respuestas puramente reflejas como los perros aquellos frente a las campanas, sin pensar, cosas que dan rabia y dolor de cabeza, en rugidos tales “¿cómo que va a regalarle una mina a cada gobernador del régimen?, ¿para que se la roben?”, que si esto que si aquello con las minas, como si de verdad no supieran que eso es tan sólo paja. Que esas minas van a llegar a esos estados después de que termine la guerra que le van a hacer a Colombia, derrotándolos junto al imperio. A la hora de finalizar esa colosal batalla galáctica es que se va a firmar lo de las minas para que el dinero le llegue al pueblo. Ni un minuto antes. Es la otra estrategia, cohetones, fuego fatuo. Ilusiones. Repito, paja. Se les hace fácil controlarnos porque al lado de esta gente que cree pendejadas en lugar de organizarse y dar la pelea, están los que gritan “las personas se mueren en los hospitales, los niños, los trasplantados, los pacientes oncológicos, los dializados, y vamos a paro para luchar por ellos”, los que chillan “los muchachos no aprenden nada en las escuelas, ponen a milicianos que no saben nada a dar clases, por lo tanto vamos a paro por ellos”; hasta los científicos en el IVIC, que uno los imaginaba por su condición, más sabios, amenazan con que si no les dan plata viene el atraso... Notándose que no hay gente más bruta que la inteligente. Nada de eso les importa ni a Nicolás Maduro ni a su régimen, y después de veinte años ya deberían saberlo. Esa gente, con esos reclamos en los cuales se están haciendo viejos, no sabe ni dónde está parada. Creen que le reclaman, que amenazan de una manera imposible de ignorar, a un gobierno que en verdad piensa en el país primero. Y, repito, no es posible que después de veinte años todavía crean esas pendejadas. Es que casi se merecen la manera en la cual han sido tratados, con desprecio, si no fuera porque todos estamos en las mismas.

   Al régimen le resulta provechoso que estos gremios anden perdidos, delirando a su vez con quimeras. Obviamente la locura se pega, la del nazismo parecía un mal olor de axila que de Hitler se regó a buena parte de Alemania, esta también, Nicolás Maduro la exhala cada vez que aparece en televisión (aunque lo suyo es muy artística y astutamente montado) y se les pega a estos profesionales que uno creería gente inteligente. Mientras anden por ahí gritando por vainas que no les importa, en las cuales no se sienten obligados a gastar dólares (todo eso es para propaganda), estos le hacen el favor de pelear cada uno por su lado, de manera estúpida y egoísta. Los maestros creen que diciendo que es que necesitan que mejore la educación y que a ellos les paguen para medio vivir, que lo suyo no es política, van a ser escuchados o se van a salvar, como tontamente pretenden el gremio de Enfermería, el IVIC, el del Metro y otros. No entienden que el problema es político porque esta gente no sólo no sirve para nada, sino que roba lo que puede, no le para al que se esté muriendo de lo que sea muera y encima reprime. Desgraciadamente para el país, afortunadamente para el régimen, sectorizaron la lucha y las metas; no escucharon jamás de que la unión hace la fuerza, les suena totalmente extraño aquello que se decía durante el nazismo, primero vinieron por los socialistas y como no lo era no me importó, luego por los judíos, los testigos de Jehová, los intelectuales, los políticos democráticos, ahora vienen por mí y no queda nadie para organizar la defensa.

   Es por esto, esta fragmentación de las fibras que pudieron darle músculo y pegada a la protesta, que mientras todo es terrible por fuera para el régimen, medidas, señalamientos, amenazas, éste se siente relativamente seguro, y tranquilo dentro del país. Los venezolanos no queremos hacer nada. Que vengan los marines, que se forme una coalición de lo que sea, los saquen y me entreguen a mí el poder. Tan realista como eso es lo que muchos visualizan.

   No todo el mundo está ciego, o no tanto. Hombres como Juan Guaidó, Jesús “Chuo” Torrealba, Ramón Guillermo Aveledo, José Toro Hardy, incluso Henrique Capriles saben que la presión interna sí es grande, que la gente, el país, sus habitantes, en buena medida están hartos de los apagones, del problema del agua y del gas, de la gasolina, de los alimentos, de no poder comprarse un par de zapatos ni pagarse un día en la playa, de no celebrar ni un cumpleaños, de que ya llegan otras navidades horribles. Que toda esa gente está por su lado, pero disgustada, con ganas de agarrarla con los culpables de su situación y tan sólo esperan la chispa de un liderazgo nacional que les diga vamos a gritar “vete ya ladrón inútil, tú y tu banda”, rodeándoles a todos, para que entiendan que su tiempo ya pasó. Algo parecido al país reunido en la idea de cambio de 2015; un éxito tan grande de los organizadores que se ganaron el odio y miedo del gobierno y del chavismo dentro de la oposición, quienes se dieron la mano para acabar con esta gente, comenzando la campaña de guerra sucia, de señalamientos, que fue decapitando a la oposición de ese liderazgo que podría reunir hoy a todo el país, en un momento como esté, bajo una sola jefatura. Nicolás Maduro hiló fino para que los políticos dentro de la oposición acabarán con aquella directiva, y para que María Corina Machado y su gente destruyeran cada liderazgo. Para nada, porque el país sigue sin quererla.
   Pero la cosa está tan mala, y el régimen lo sabe, que esto sí puede estallar, porque se aguanta pero todo tiene un límite; el descontento es demasiado grande y se quiere, y necesita, de alguien que encabece la marcha, y aparecerá, uno de los que ya suena u otro, porque así son las dinámicas histórica, el momento hace al personaje (todo menos un mesías, no debemos caer en eso otra vez). Que el régimen lo entiende tal vez explica la muerte del concejal de Voluntad Popular, por Petare, Edmundo Rada, como un campanazo a los liderazgos, sobretodo a los contestatarios. Esto tiene todas las trazas de ser un mensaje directo a cualquiera que quiera capitanear la rabia de la nación; sea cierto o no, todos lo sospechamos y desconfiamos. Nada de lo que salga como “investigación” de parte del señor que usurpa la Fiscalía hará cambiar esa idea después del manto de complicidad de su parte en la tortura y asesinato de los presos políticos. A esos niveles de depravación ha caído toda esta locura que una vez se llamó revolución, la máxima representación del socialismo, como antes era celebrada en el mundo entero cuando pagaban coimas y de la que ahora se desentienden muchos por lo pesado de la carga. Y la falta de plata. 

LOS PROBLEMAS DEL ZULIA...

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