No,
no era un trabajo tan sencillo como pareciera, piensa entre
estremecimientos y gemidos el chico oyéndoles reír despectivos, todo
atolondrados por su culo que penetran una y otra vez, sin cansarse,
el cual aprieta para sentirlos, para notar cada vena hinchada de esas
trancas que le daban una y otra vez en ese punto mágico que le tenía
delirando; todos ellos fascinados con toda la leche de los diferentes
hermanos de la fraternidad que le salía del agujero. Detalle que les
enloquecía. Sabía que se quedaban allí, mirando cómo manaba el
jugo masculino de sus amigos, como lo tocaban y frotaban con la punta
de sus trancas, como las enterraban para que, si, los trabajara con
su concha que los apretaba y masajeaba, pero también para ver
escurrir, ¿y tal vez sentir?, todo ese semen.
Chilla
y escucha a su mejor amigo gemir ahogadamente no muy lejos, nada
difícil de entender con dos vergas luchando al mismo tiempo dentro
de su culo virginal dos días antes, ahora convertido en ardiente
vagina, al tiempo que mama otras dos. Si, no era fácil para el
reclutador de la fraternidad hacer su trabajo; debía tener ojo para
detectar mariquitas en potencia, aunque ni estos mismo se
consideraran como tal, y convencerles de tocar un güevo tieso, de
darle una chupadita, de tragarse esa baba; asegurarles que no había
nada malo en que se dejaran meter la cabecita por el culo, sólo la
cabecita como un juego entre panas, el cual era luego tomado,
llenado, cabalgado, siendo “pillados” por el resto, quienes
también quieren su parte, terminando de descubrirse, entre
chillidos, echando el culo de adelante atrás, corriéndose sin
tocarse, como una tremenda zorra del campus. Y, por el otro lado,
esos carajos traían a las nuevas promesas, atletas victoriosos,
cerebritos necesarios, los chicos populares que daban prestigio. Los
que tienen fama y chicas, pero que no despreciarían la oportunidad
de follar bajo su techo, de ser mamados cuando desearan... Y más si
veían como el amigo del alma, su amigo de siempre, llenaba primero
esa concha de esperma caliente.
Oh,
si, piensa el chico; la vida era mucho más que vegetar en el medio
oeste conservador y religioso, rodeado de gente que esperaba que
terminara trabajando en el campo, sin parar, sin descanso, muy
seriamente...
NOTA: Todo esto era para subirlo ayer, pero el apagón de las nueve de la mañana de ayer me dejó sin internet hasta hace rato, porque tampoco fue que regresó con el apagón de esta tarde. Qué vida.
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