Sabía
a qué salía...
......
Shawn
Dawson está literalmente en shock, sin poder responder físicamente
aunque todo su ser grita de rabia, humillación y vergüenza, pero
especialmente de enojo contra ese sujeto que le arropaba con su
cuerpo grande y sólido, transpirado, caliente como el infierno, con
un olor fuerte que no era sucio, ni desaseo, era como... como... sus
propias bolas después de un día en la oficina, teniendo unas doce o
quince erecciones a lo largo del día. ¡Y este sujeto estaba
teniendo una! Contra su culo, el cual frotaba no disimuladamente ya.
-Dawson,
¿qué diablos pasa? ¿Qué te hace ese tipo? ¿Por qué lo dejas
hacer eso? -brama, escandalizado y ofendido, Andrew Tapping, mientras
Aaron Wells le mira con la boca abierta, toda la desaprobación del
mundo brillando en sus ojos.
Cuando
va a responder, tal vez a pedir ayuda, el tipo le interrumpe, mirando
a los otros dos.
-No
es asunto de ustedes. ¡Largo! -ordena con su tono más intimidante y
duro, aferrándole aún más por el desnudo abdomen, que se le
contrae literalmente, al tiempo que la verga se le pone más dura
tras su culo, como si exhibir su rudeza y altanería, su carácter,
le encantará.
-Oye,
amigo... -comienza, molesto, Andrew, bajando de la trotadora. Cómo
dispuesto a encarárle.
-¡Largo!
-ruge este nuevamente, soltándole y bajando de la caminadora,
cerrando los puños en mazas, todo el impresionante cuerpo tenso... y
la silueta de aquella barra que empujaba de la elástica tela,
visible, la cabecita casi dibujándose.
Aquello,
la amenaza física, pero también la verga que se dibuja claramente,
es más de lo que pueden soportar los otros dos, realmente alarmados
en su propia virilidad.
-No
te digo, ¿ahora te metiste a marica? -acusa Andrew a Shawn, mirando
luego al socio rubio, molesto.- Vámonos de aquí.
-Pero...
-¡Él
no se quiere ir! -insiste Andrew, como si aquello fuera una afrenta
personal, como si Shawn estuviera fallándole a todos los hombres del
mundo, y casi hala de Aaron, quien duda, mira al socio de trabajo
todavía acusador, censurador, pero también confuso, como
preguntándole qué tienes, tú no eres así, pero al final sigue al
otro. No quería que le vieran en ese lugar, junto a ese tío con
aquella verga tiesa.
-Chicos,
no, ¡no soy un marica!, yo... -Shawn al fin encuentra fuerzas e
intenta detenerles. Que no vaya a creerle marica. ¡Que no fueran a
contarle a nadie que era marica! Esa idea le horroriza por encima de
todas las cosas. Intenta seguirles.
-¿A
dónde vas? No has terminado tu rutina de nena. -el sujeto, todo
sonriente y casi amable, le atrapa con una manota que cierra como un
cepo alrededor de una de sus muñecas, halando suave y deteniéndole.
Resistiendo cuando tira de ella.
-¿Qué
haces?, suéltame. -Shawn odia su propia voz, casi parece una nena
histérica, aunque se ve molesto. Este le hala aún más, le acerca y
le mira con fijeza, alto y musculoso, la barra como más dura bajo la
elástica tela del shorts lycra, una que evita mirar.
-No
has terminado. -le repite y le obliga a volver a la caminadora.
-No,
no, déjame ir o... o...
-¿O
llamarás a la policía para que te liberen del hombre malo en el
gym? -se burla, subiendo detrás, caminando con pasos seguros y
pesados, montando las manotas en los agarres del apartado, casi sobre
las de Shawn, quien tuvo que sostenerse. Este se estremece y eriza de
repulsa, de rabia, cuando hacen contacto.- ¿Vas a llorar pidiendo
ayuda, nena? -le reta, sonriendo sarcástico, el rostro brillante con
esa capa oleosa de sudor.- Hay unas chicas por allá, ¿por qué no
las llamas? ¿No se ayudan entre hermanas? -se burla y ríe.
-¿Por
qué haces esto? -el hombre joven no puede evitar el gemir, abrumado
y sobrepasado por la insólita situación.
-Porque
la tengo muy dura. -es la respuesta.- Y aunque seducir a una nena no
me llevaría ni cinco minutos, luego querría charlar, llamarme,
esperar que vuelva a verla mientras estoy aquí, que cenemos, que
hablemos más, “déjame presentarte a mis amigas”, “le hablé a
mamá de ti y”... -enumera y enumera rodando los ojos.- Y si la
dejo y me ve con otra, a lo mejor arma una escena. Eso les encanta.
Cuando en verdad todo lo que quiero es una boquita rica como la tuya
rodeándome la verga, chupándomela con ganas, succionandome orina,
sudor, jugos y leche. -se le encima más, y Shawn es perfectamente
consciente de aquella mole que pulsa contra su trasero, una que,
efectivamente, arde de ganas.
-Eso
no va a pasar, amigo, te equivocaste, ¡no soy gay! No, en serio, no
lo soy, deja de reírte. Me gustan las mujeres, tengo novia. ¡Me voy
a casar! -vuelve el rostro para mirarle y suena desesperado cuando
sus intentos por hacerse escuchar, que a él mismo le parecen
patéticos (la verdad es que se sentía horrible, no podía defender
su propia hombría), es recibida con carcajadas.
-Que
mujer tan tonta, ¿no te ha visto ese no sé qué de hambre vieja y
no saciada? -le suelta a la cara, viéndole desde más arriba,
acercándole el rostro, desafiante.- Seguro lo sospechas, aunque tal
vez eres tan tonto como todos los maricas y no lo sabes aún, pero
eso es hambre de vergas. De... -separa un poco su pelvis y Shawn
respira con un poco de alivio, como si no estar en contacto con esa
dura virilidad le permitiera pensar. Dura poco, el sujeto le toma una
mano y, luchando contra su resistencia, la lleva a su entrepiernas,
obligándole a dejarla allí, a cerrar dedos y palma sobre la tranca
que da saltos de contento.- ...Tener una bien dura sólo para ti.
-No,
no, suéltame, por favor, nos ven. -mortalmente rojo de cara, casi
llorosos cuando nota que efectivamente una que otra persona les
lanzan miradas de sorpresa o burla, Shawn niega todo aquello, cada
vello de su cuerpo erizado al tener esa barra contra la palma, sobre
la elástica y tenue tela, tanto que le parece, o cree, que siente
cada vena hinchada de sangre y lujuria. ¡Ese carajo estaba así por
él!- No soy gay...
-Bien,
digamos que lo sé. -le sorprende el sujeto, casi cruel, pegándole
otra vez la pelvis del culo, aplastandole la mano entre ambos, contra
esa barra que ahora sostiene a solas.- No eres gay… eres peor que
eso. Eres un completo marica en simientes. Un sujeto que se
arrastrará y hará lo que sea, por degradante que resulte, por tener
una de estas para él. -le asegura con una fuerza y convicción que
aterra al sorprendido y erizado sujeto, al tiempo que retira la
pelvis, tomándole otra vez la mano, separándose el shorts de lycra
y metiéndosela, obligándole a cerrar los dedos alrededor de una
barra que se siente increíblemente gruesa, nervuda, dura y caliente.
-Ahhh...
-se le escapa a Shawn, de horror, ese sujeto estaba haciendo que lo
tocara, allí, delante de gente que pasaba, les miraba y reía, como
si aquello no fuera totalmente extraño. ¡Y ese tolete pulsaba
obscenamente contra su mano! Duro y ardiente. Una parte de su mente,
paralizada como lo estaría cualquier sujeto que de repente abre una
puerta y encuentra una serpiente alzada como esperándole, se
pregunta con igual aterrada fascinación cómo ese tipo podía estar
haciendo aquello, sin ningún recato. Sin importarle que le gritara
que no era gay.
-Por
favor, si esto fue por lo que dije antes... -suplica.
-Oh,
no, ya te lo dije; no te angusties por eso, no estoy molesto por esas
palabras que salieron de tu boquita desocupada, lo dijiste por eso,
por desocupado. Ahora, cuando le tengas alrededor de mi verga,
chupando y tragando, todo estará bien.
-¡Que
no soy...! -comienza a gritar desesperado, todavía aferrándole el
tolete dentro del shorts.
-¡Silencio,
coño! -le ruge, alejándose, soltándole, y rojo de cara,
apabullado, Shawn se vuelve justo a tiempo para verle cubrir la barra
con su shorts elástico que se ajusta de manera alarmante a cada
rugosidad de aquella barra. Al detenerse y seguir el otro caminando
en el aparato, rueda, choca y queda en sus brazos, mismos que como
troncos de árboles le rodean la cintura mientras ríe. Y camina.
-¿Ves?,
eso está mejor, ya respondes como la marica que llegarás a ser
dentro de poco, buscando los brazos de un macho que te represente.
-¡No!
-lucha por soltarse, por escapar de las miradas de dos chicas
hermosas que pasan, les miran y ríen.
-Vamos,
es hora de que seas mi perra. -responde este, atrapándole una mano
nuevamente y halándole.
Llevándole
casi a rastras a un destino desconocido. Uno que le aterroriza pero
del cual no parece poder escapar mientras trastabilla un paso atrás
del recio macho que quiere, decide y hace. Eso... eso, sencillamente,
no podía estar pasando, ¿verdad? Un adulto como él no podía ser
tomado u obligado en un lugar público, lleno de personas, a...
Tragando
en seco, incapaz de reaccionar y liberarse, Shawn es halado
inflexiblemente tras ese sujeto joven, alto, musculoso y poderoso,
que muestra una escandalosa erección bajo su ajustado shorts, sin
importarle que le vean, que le señalen o sonrían. Al contrario,
parecía complacido. ¡Y le arrastraba a él!
-No,
no, suéltame, ¿acaso te volviste loco? -gimotea y se frena,
intentando pararle, pero es arrastrado de manera patética.
Todavía
lucha, con los dedos intenta escapar del cepo que es el puño del
joven, el cual no se detiene, no le oye, no le para a su rabia,
confusión y temor. Sin importarle, obviamente, que quisiera
acompañarle o no. Dios, ¿será que le tocará gritar como una nena
pidiendo ayuda? Se lo plantea cuando reconoce unos pasillos que sabe
a dónde llevan, a los vestuarios.
CONTINÚA ... 3
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