martes, 12 de marzo de 2019

A LOS PIES DE LOS CACHAS... 2

LOS CACHAS
   Sabía a qué salía...
......

   Shawn Dawson está literalmente en shock, sin poder responder físicamente aunque todo su ser grita de rabia, humillación y vergüenza, pero especialmente de enojo contra ese sujeto que le arropaba con su cuerpo grande y sólido, transpirado, caliente como el infierno, con un olor fuerte que no era sucio, ni desaseo, era como... como... sus propias bolas después de un día en la oficina, teniendo unas doce o quince erecciones a lo largo del día. ¡Y este sujeto estaba teniendo una! Contra su culo, el cual frotaba no disimuladamente ya.

   -Dawson, ¿qué diablos pasa? ¿Qué te hace ese tipo? ¿Por qué lo dejas hacer eso? -brama, escandalizado y ofendido, Andrew Tapping, mientras Aaron Wells le mira con la boca abierta, toda la desaprobación del mundo brillando en sus ojos.

   Cuando va a responder, tal vez a pedir ayuda, el tipo le interrumpe, mirando a los otros dos.

   -No es asunto de ustedes. ¡Largo! -ordena con su tono más intimidante y duro, aferrándole aún más por el desnudo abdomen, que se le contrae literalmente, al tiempo que la verga se le pone más dura tras su culo, como si exhibir su rudeza y altanería, su carácter, le encantará.

   -Oye, amigo... -comienza, molesto, Andrew, bajando de la trotadora. Cómo dispuesto a encarárle.

   -¡Largo! -ruge este nuevamente, soltándole y bajando de la caminadora, cerrando los puños en mazas, todo el impresionante cuerpo tenso... y la silueta de aquella barra que empujaba de la elástica tela, visible, la cabecita casi dibujándose.

   Aquello, la amenaza física, pero también la verga que se dibuja claramente, es más de lo que pueden soportar los otros dos, realmente alarmados en su propia virilidad.

   -No te digo, ¿ahora te metiste a marica? -acusa Andrew a Shawn, mirando luego al socio rubio, molesto.- Vámonos de aquí.

   -Pero...

   -¡Él no se quiere ir! -insiste Andrew, como si aquello fuera una afrenta personal, como si Shawn estuviera fallándole a todos los hombres del mundo, y casi hala de Aaron, quien duda, mira al socio de trabajo todavía acusador, censurador, pero también confuso, como preguntándole qué tienes, tú no eres así, pero al final sigue al otro. No quería que le vieran en ese lugar, junto a ese tío con aquella verga tiesa.

   -Chicos, no, ¡no soy un marica!, yo... -Shawn al fin encuentra fuerzas e intenta detenerles. Que no vaya a creerle marica. ¡Que no fueran a contarle a nadie que era marica! Esa idea le horroriza por encima de todas las cosas. Intenta seguirles.

   -¿A dónde vas? No has terminado tu rutina de nena. -el sujeto, todo sonriente y casi amable, le atrapa con una manota que cierra como un cepo alrededor de una de sus muñecas, halando suave y deteniéndole. Resistiendo cuando tira de ella.

   -¿Qué haces?, suéltame. -Shawn odia su propia voz, casi parece una nena histérica, aunque se ve molesto. Este le hala aún más, le acerca y le mira con fijeza, alto y musculoso, la barra como más dura bajo la elástica tela del shorts lycra, una que evita mirar.

   -No has terminado. -le repite y le obliga a volver a la caminadora.

   -No, no, déjame ir o... o...

   -¿O llamarás a la policía para que te liberen del hombre malo en el gym? -se burla, subiendo detrás, caminando con pasos seguros y pesados, montando las manotas en los agarres del apartado, casi sobre las de Shawn, quien tuvo que sostenerse. Este se estremece y eriza de repulsa, de rabia, cuando hacen contacto.- ¿Vas a llorar pidiendo ayuda, nena? -le reta, sonriendo sarcástico, el rostro brillante con esa capa oleosa de sudor.- Hay unas chicas por allá, ¿por qué no las llamas? ¿No se ayudan entre hermanas? -se burla y ríe.

   -¿Por qué haces esto? -el hombre joven no puede evitar el gemir, abrumado y sobrepasado por la insólita situación.

   -Porque la tengo muy dura. -es la respuesta.- Y aunque seducir a una nena no me llevaría ni cinco minutos, luego querría charlar, llamarme, esperar que vuelva a verla mientras estoy aquí, que cenemos, que hablemos más, “déjame presentarte a mis amigas”, “le hablé a mamá de ti y”... -enumera y enumera rodando los ojos.- Y si la dejo y me ve con otra, a lo mejor arma una escena. Eso les encanta. Cuando en verdad todo lo que quiero es una boquita rica como la tuya rodeándome la verga, chupándomela con ganas, succionandome orina, sudor, jugos y leche. -se le encima más, y Shawn es perfectamente consciente de aquella mole que pulsa contra su trasero, una que, efectivamente, arde de ganas.

   -Eso no va a pasar, amigo, te equivocaste, ¡no soy gay! No, en serio, no lo soy, deja de reírte. Me gustan las mujeres, tengo novia. ¡Me voy a casar! -vuelve el rostro para mirarle y suena desesperado cuando sus intentos por hacerse escuchar, que a él mismo le parecen patéticos (la verdad es que se sentía horrible, no podía defender su propia hombría), es recibida con carcajadas.

   -Que mujer tan tonta, ¿no te ha visto ese no sé qué de hambre vieja y no saciada? -le suelta a la cara, viéndole desde más arriba, acercándole el rostro, desafiante.- Seguro lo sospechas, aunque tal vez eres tan tonto como todos los maricas y no lo sabes aún, pero eso es hambre de vergas. De... -separa un poco su pelvis y Shawn respira con un poco de alivio, como si no estar en contacto con esa dura virilidad le permitiera pensar. Dura poco, el sujeto le toma una mano y, luchando contra su resistencia, la lleva a su entrepiernas, obligándole a dejarla allí, a cerrar dedos y palma sobre la tranca que da saltos de contento.- ...Tener una bien dura sólo para ti.

   -No, no, suéltame, por favor, nos ven. -mortalmente rojo de cara, casi llorosos cuando nota que efectivamente una que otra persona les lanzan miradas de sorpresa o burla, Shawn niega todo aquello, cada vello de su cuerpo erizado al tener esa barra contra la palma, sobre la elástica y tenue tela, tanto que le parece, o cree, que siente cada vena hinchada de sangre y lujuria. ¡Ese carajo estaba así por él!- No soy gay...

   -Bien, digamos que lo sé. -le sorprende el sujeto, casi cruel, pegándole otra vez la pelvis del culo, aplastandole la mano entre ambos, contra esa barra que ahora sostiene a solas.- No eres gay… eres peor que eso. Eres un completo marica en simientes. Un sujeto que se arrastrará y hará lo que sea, por degradante que resulte, por tener una de estas para él. -le asegura con una fuerza y convicción que aterra al sorprendido y erizado sujeto, al tiempo que retira la pelvis, tomándole otra vez la mano, separándose el shorts de lycra y metiéndosela, obligándole a cerrar los dedos alrededor de una barra que se siente increíblemente gruesa, nervuda, dura y caliente.

   -Ahhh... -se le escapa a Shawn, de horror, ese sujeto estaba haciendo que lo tocara, allí, delante de gente que pasaba, les miraba y reía, como si aquello no fuera totalmente extraño. ¡Y ese tolete pulsaba obscenamente contra su mano! Duro y ardiente. Una parte de su mente, paralizada como lo estaría cualquier sujeto que de repente abre una puerta y encuentra una serpiente alzada como esperándole, se pregunta con igual aterrada fascinación cómo ese tipo podía estar haciendo aquello, sin ningún recato. Sin importarle que le gritara que no era gay.

   -Por favor, si esto fue por lo que dije antes... -suplica.

   -Oh, no, ya te lo dije; no te angusties por eso, no estoy molesto por esas palabras que salieron de tu boquita desocupada, lo dijiste por eso, por desocupado. Ahora, cuando le tengas alrededor de mi verga, chupando y tragando, todo estará bien.

   -¡Que no soy...! -comienza a gritar desesperado, todavía aferrándole el tolete dentro del shorts.

   -¡Silencio, coño! -le ruge, alejándose, soltándole, y rojo de cara, apabullado, Shawn se vuelve justo a tiempo para verle cubrir la barra con su shorts elástico que se ajusta de manera alarmante a cada rugosidad de aquella barra. Al detenerse y seguir el otro caminando en el aparato, rueda, choca y queda en sus brazos, mismos que como troncos de árboles le rodean la cintura mientras ríe. Y camina.

   -¿Ves?, eso está mejor, ya respondes como la marica que llegarás a ser dentro de poco, buscando los brazos de un macho que te represente.

   -¡No! -lucha por soltarse, por escapar de las miradas de dos chicas hermosas que pasan, les miran y ríen.

   -Vamos, es hora de que seas mi perra. -responde este, atrapándole una mano nuevamente y halándole.

   Llevándole casi a rastras a un destino desconocido. Uno que le aterroriza pero del cual no parece poder escapar mientras trastabilla un paso atrás del recio macho que quiere, decide y hace. Eso... eso, sencillamente, no podía estar pasando, ¿verdad? Un adulto como él no podía ser tomado u obligado en un lugar público, lleno de personas, a...

   Tragando en seco, incapaz de reaccionar y liberarse, Shawn es halado inflexiblemente tras ese sujeto joven, alto, musculoso y poderoso, que muestra una escandalosa erección bajo su ajustado shorts, sin importarle que le vean, que le señalen o sonrían. Al contrario, parecía complacido. ¡Y le arrastraba a él!

   -No, no, suéltame, ¿acaso te volviste loco? -gimotea y se frena, intentando pararle, pero es arrastrado de manera patética.

   Todavía lucha, con los dedos intenta escapar del cepo que es el puño del joven, el cual no se detiene, no le oye, no le para a su rabia, confusión y temor. Sin importarle, obviamente, que quisiera acompañarle o no. Dios, ¿será que le tocará gritar como una nena pidiendo ayuda? Se lo plantea cuando reconoce unos pasillos que sabe a dónde llevan, a los vestuarios.

CONTINÚA ... 3

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