Esto
preocupa... Aunque debe hacer felices a muchos.
¿Por
qué una pequeña pero gritona minoría, en la red y por los medios
(aún Patricia Poleo, inexplicablemente porque no tiene tanta edad)
decreta el destino de la protesta en Venezuela, condenándola en este
caso al fracaso como se viene viendo desde hace tres años cuando al
grito de “vamos a tumbar al régimen”, “hora cero”, “camino
sin retorno” se le dejó tomar todo el mapa político y se
desbarató la unidad, lo que le había arrebatado el Parlamento?
Siendo lo peor de todo ese y este escenario que nada se aprendió.
Veinte años no parecen demasiado para seguir esperando por arreglos
caprichosos de si lanzo tantas veces los dados caerán a mi favor,
unico momento cuando se hará algo. Aparentemente el tango tenía
razón. Los que juegan (citando el programa del momento, que va tan
mal como este país) a sus juegos de tronos no parecen ver que en
realidad están solos en eso. Hay una buena parte del país que
quiere acompañarlos, pero hacen hasta lo imposible por echarlos
(como cuando piden que Juan Guaidó se desprenda del pueblo adeco,
del copeyano, del de Primero Justicia, insultándolos además
mientras lo hace, mientra por otro lado llaman lambucios que tienen
lo que se merecen a todo el que se arrecha en un cerro. Obviamente
son idiotas funcionales pero pretenden decirle a los demás cómo
encarar los problemas.
La
realidad pequeña, la común y corriente, parecen no conocerla los
políticos y muchos de esos guerreros del teclados, donde los hay de
buena fe, simplemente necios, y los malintencionados que tienen sus
propias agendas, sea descabezar a Guaidó para poner a fulana, por
decir algo, o los que pactan con el gobierno bajo mesa para tener
debilitada a la oposición; y mientras no ven esa realidad quieren
imponer una, a contramarcha, que no resultó en el pasado lejano, ni
en el reciente, y que el 30 de marzo se comprobó de manera dramática
(¿QUÉ
PASÓ EL 30 DE ABRIL?).
Se llamó al país y a los militares, y unos y otros no acudieron
fuera de las plazas emblemáticas (tampoco es cierto que sólo en el
este capitalino, se detuvo a gente en toda Venezuela, especialmente
en el Zulia), porque en Antímano, Mamera, Caricuao y El Valle (por
citar sólo Caracas, donde el gobierno les tiene pánico cuando toman
la calle), el trabajo político de ponerlos de nuestro bando,
convencerlos de que o nadamos o nos ahogamos, no se hace. No se
quiere hacer, y mientras esa mayoría ruidosa, casi violenta que le
responde al régimen en sus términos, al grito de “vamos a
matarnos, no joda” (pero dicho de verdad), no salga, se deberá
esperar a que las presiones internacionales hagan el trabajo. Y Cuba
lleva casi siete décadas cercada de sanciones.
¿Lo
alarmante? Que mientras fracasan esos llamados a estrategias que la
mayoría no comparte, más radical se vuelven los anuncios de Juan
Guaidó, como lo de reunirse con militares de otras regiones; lo que
ya condiciona que el país no acuda a sus convocatorias. Como debió
darse cuenta este fin de semana pasado. El llamado declive por
aquellos que quieren festejar sobre su cadáver. Mientras más mira
las redes y presta oídos a gente que vive fuera y vive bien, en
lugar de acercarse a un ejército real de venezolanos arrechos, así
no compartan su visión política, la convocatoria de Juan irá
bajando más y más. Pretender buscar algunos aplausos indicando que
se pedirá a la comunidad internacional otro tipo de apoyo invocando
artículos como si estos tuvieran alguna cualidad mágica que
obligara a su ejecución lo irá debilitando.
Artículos
por cierto que sólo citan quienes deliran tanto o más que Nicolás
Maduro Moros en sus apariciones públicas, cuando se anima, y que
Diosdado Cabello, cuando se ve tan extraño al comenzar sus
peroratas. Para unos, los otros. Malo, malo. No porque el mundo ya
dijo que no son partidarios de una intervención armada (Estados
Unidos ya ha dado sorpresas al respecto, pero ponerse a contar con
esa única posibilidad es una reverenda idiotez, y un líder no puede
permitirse tal pecado), ellos, que serían los que intervendrían
para resolvernos el problema que por incapacidad no podemos ni
afrontar (unidad, unidad o la anarquía os devorará), sino porque
ahonda el drama real de la oposición, lo que los guerreros del
teclados no ven: aleja al país que anda arrecho pero no confía en
los políticos, y menos en exponer ellos sus pellejos para que otros
se monten, como ocurriera el 11 de abril aquel y como una bandita de
mentecatos intentó con la dirección de la oposición después de la
abrumadora victoria del 6 de diciembre de 2015.
Esperemos
que Juan en realidad entienda que debe tender puentes para llamar al
país real, ese que protesta por agua, luz, comida, gas, y les dé un
sentido mayor. Repito, lo que ocurre con la justicia y los indios en
el estado Bolívar, los niños que mueren desde hace años en el
Hospital de Niños de Caracas y la brutal arremetida contra el estado
Zulia, estado dejado a su suerte por el sujeto al que la oposición
en mala hora hizo gobernador, clama para que salgamos arrechos a las
calles, fuera de la basura que se nos ha vuelto la vida y la promesa
de que será todavía más basura de seguir estas sombras como van.
Pero falta quien convoque con la invitación exacta. Para ello
contaría con mucha gente que no está simplemente hablando paja
sobre pasos fantásticos en la red, sino reuniéndose con vecinos,
asociaciones y sindicatos. Que Nicolás Maduro Moros sea visto como
la razón de todos nuestros problemas, que lo es en buena medida
(pero todavía no se entiende bien, aún dentro de la oposición el
rival es quien puede llegar al trono y a eso se dedica con garras y
colmillos).
Si
esta nueva esperanza también se acaba, quién sabe cuándo se
volverá a contar con otra, quemados Henry Ramos Allup, Julio Borges
y María Corina Machado en el juego de tronos. ¿Terminará quedando
sola la casa de la unidad, sin nadie que quiera dar pelea? Parece que
es lo que se busca y para eso se trabaja, dentro y fuera de
Venezuela. Hay que reconocer que cada vez que el régimen monta una
olla de estas, picando media internet y mujeres como Patricia Poleo
(¿agente del gobierno?, qué tontería, debe ser su ego) y Nitu
Pérez Osuna, hay que reconocer que no servirán para nada útil,
pero qué hábiles son usando la fuerza de sus enemigos para que se
destrocen ellos solos. Hay que aplaudirles, y pensar que con despecho
la gente insiste en llamar burro a ese señor, uno que nos derrota
una y otra y otra vez.
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