martes, 4 de junio de 2019

A LOS PIES DE LOS CACHAS... 6

LOS CACHAS                         ... 5
            
   Ven, perra, sabes que quieres...
...
   Escuchar aquello le hace gemir de una manera involuntaria, de una manera rota, ronca, anhelante y entregada, una que provoca risotadas emocionadas al otro lado de las metálicas paredes de ese privado. Casi chilla de nuevo cuando nota cómo la gruesa pieza va retirándose de su culo, centímetro a centímetro; siente la cabezota medio asomarse entre los labios de su agujero, presionando los esfínteres, y aquello le produce una sensación nueva, una molestia que de alguna manera le encanta. Siente las dos enormes manos del musculoso chico cerrarse sobre su cintura, con fuerza, con un poder tal que se siente más débil, más sumiso y caliente. La tranca se le clava toda con un poderoso golpe de caderas, sus nalgas son azotadas por esa pelvis lampiña y firme. La tiene toda clavada, llenándole totalmente, las desnudas venas hinchadas latiendo contra sus entrañas, algo presionando contra su próstata, y gimotea otra vez, sintiéndose recorrido por mil estremecimiento mientras su verga, nuevamente dura, gotea incansablemente.
   Y comienza la enculada prometida. Esa tranca casi sale y regresa, dándole duro, en las nalgas con la pelvis y las bolas, adentro con el cilíndrico cuerpo, una y otra vez. Los paff, paff, paff llenando todo el baño de repente silencioso. Silencioso si no fueran por esas bofetadas de pelvis contra nalgas y sus gemidos, porque chilla alzando el rostro con una expresión de dulce tortura, la frente fruncida, los ojos medio nublados, la boca muy abierta, la espalda tensa.
   La siente, adentro y afuera, refregándole profundamente, golpeándole la próstata y las nalgas con todo, casi lanzándole hacia adelante, por lo que tiene que afincar el agarre de sus pies dentro de las cholas, y de las manos contra la pared. El tolete va y viene, sale rojizo, nervudo, y vuelve a clavarse, con todo, todavía empujando más, medio frotándose de sus nalgas, y lo siente rotar adentro. No sabe que solloza y que ríe con la boca muy abierta en una mueca de dicha.
   Siente un fuego nuevo recorrerlo, unas urgencias desconocidas, unas ganas terribles, y comienza a lanzar su culo de adelante atrás, buscando ese tolete, apretándolo fuerte cuando va retirándose, y chilla. Cae contra esa pelvis y se refriega circularmente, escuchándole reir.
   -Puta, que puta. -le oye y eso le provoca un ardor extra en las venas, por alguna razón se siente feliz, como halagado. Orgulloso. 
   Sigue empujando cuando Aspen (Dios, ama ese nombre), se queda quieto, dejándole hacer el trabajo. Y lo hace, va y viene con rapidez y determinación, deseando sentirla rastrillarle por dentro, pero también provocándole cada una de esas mini aneurismas de placer cuando se lo clavaba de golpe. Sabe que se comporta y que chilla escandalosamente, como una verdadera puta caliente y sucia al experimentar el placer de una buena verga en su concha, presionándole una y otra vez contra ese punto que le provoca estallidos de luces frente a sus párpados cerrados. Pero no puede contenerse.
   -Tómala, tómala toda, cabrón. -le gruñe Aspen, entre dientes, riendo, atrapándole nuevamente un mechón de cabello, halándole un poco, obligándole a enderezarse otro poco, cerrándole así más el culo. Y sentirla otra vez penetrándole, más forzada, le hace gritar.- Si, no conozco al marica que no le guste esto. -lo encula duro, dándole embestidas arriba y abajo, a derecha e izquierda, mientras lo retiene por el cabello, arquéandole la espalda, y lo nalguea duro, sexualmente, con la otra mano.
   -Ahhh... -la combinación tiene a Shawn casi al borde de un desmayo de sobrecarga, y ríe mientras lágrimas ardientes ruedan por sus mejillas.
   -Joder, escuchen cómo chilla... -oye del otro lado.
   -Es un puto de culo caliente.- agrega otra voz.
   -Ese Aspen ha convertido a muchos. -informa otra y hay risas oscuras, roncas de lujuria.
   Eso lo sabe, sonriendo sintiéndose de pronto... osado, atrevido. Imaginando a Aspen dándole duro por el culo, afuera, mientras se sostiene de un lavamanos, con las piernas muy separadas, su tranca goteando y agitándose mientras atrás se veía la tranca del culturista, gruesa, larga, rojiza, penetrándole una y otra vez, con esos carajos mirándole, llamándole perra, puta, cada uno de ellos acariciándose un tolete que...
   -Oh, Dios... -chilla estremeciéndose más, casi alcanzando un orgamo nada mas de sentir a Aspen enculándole duro, de imaginarle usándole frente a los otros. No entiende toda esa lujuria, estaba más allá de su comprensión el por qué ardía cada centímetro de su cuerpo estimulado; el cómo esas nalgadas lentas, duras, podían afectarle tanto. Todo aquello era más de lo que podía asimilar o manejar, aunque ya su agujero aceptara con avidez la gruesa mole dura y caliente que lo penetra.
   Oye las risas, los “se nota que es toda una puta”, y la vergüenza le hace enrojecer y arder la cara, los hombros y nalgas mientras sigue buscando esa tranca, atrapándola toda, ordeñándola con fuerza, refregándose de esa pelvis mientras el chico (¡Aspen, Aspen!), ríe y le nalguea, halando su cabello, diciéndole que sí, que la atrapara así, que se la chupara con el coño. Este, clavándole los dedos ahora en la cintura (casi cae de boca, por una embestida, cuando le suelta el cabello y tiene que aferrarse con manos temblorosas de donde sea), incrementa las arremetidas, adentro y afuera, duro, refregándole con rabia e intensidad, haciéndole consciente de su masculinidad, una que... Oh, mierda, sí, ¡amaba!
   Ignora que gimotea en trance, que ríe lentamente. Que grita.
   -Cógeme, cógeme por favor, cógeme más, más... -no sabe que lloriquea mirándole sobre un hombro, tan joven, tan musculoso, tan alto y fuerte. Tan creído.
   -Ruégame, puta, pídeme que llene tu vagina con mi esperma. -le ordena, sonriendo juguetón y malvado. Le suelta una cadera y le propina otra fuerte palmada, paff, que le hace chillar de agónico éxtasis mientras su agujero tiembla y se cierra con calentura alrededor de la pieza.- Recuérdame qué tan heterosexual eras, que tan macho; recuérdamelo mientras me pides que te llene con mi leche... -y medio ríe, coreado por los sujetos afuera.
   -¡Ahhh...! -Shawn casi cree sufrir un accidente cerebro vascular de tanta estimulación. Se agita cuando este se le tiende, arropándole la baja espalda con su abdomen en cuadros duros y marcados.
   -Ruégame, putita, quiero escucharte...
   -Por favor, por favor, papi, llena mi vagina de heterosexual con tu leche...
   -¡MÁS ALTO!
   -¡CÓGEME, CÓGEME, POR FAVOR! -grita, sintiéndose liberado, entre riente y lloroso. Hay pitidos, risas y aplausos del otro lado de ese privado y siente que va a correre.
   -Tómala toda, zorra barata...
   La verga intensifica su vaivén, con fuerza, dándole nuevamente arriba y abajo, de derecha a izquierda, la punta deslizándose contra este o aquel trozo de su sensible recto, golpeándole una y otra vez la próstata. Era tan consciente de ella, de las refregadas y estimulaciones que grita y grita, las piernas apenas sosteniéndole.
   -Oh, Dios... -chilla, cara contraída, frente fruncida, ojos muy abiertos, como la boca, estremeciéndose intensamente. De alguna manera, mientras esa poderosa barra masculina tomaba su culo, y su hombría al mismo tiempo, su virilidad, había alcanzando un orgasmo intenso. Chilla y chilla mientras del ojete de su verga manan los chorros de esperma. Sin haberse tocado.
   Su culo cerrándose salvajemente alrededor de la gruesa barra que lo penetra. Y oye los gruñidos de Aspen, los jadeos. Los...
   -Vuélvete! -le oye rugir, sacándosela, encontrándole todavía mareado por el intenso clímax, viéndose obligado a caer de rodillas, su culo titilándole hambriento, de frente al macho que se aferra la base de la tranca, apuntándole.
   -Ahhh... -chilla sobrepasado de la emoción cuando un disparo abundante, espeso, viscoso y caliente le cruza el lado derecho de la frente y el ojo, que cierra, chorreando suavemente; el siguiente golpeándole la nariz, llenándole las fosas nasales con aquel aroma que le hace temblar todavía má. Tan perdido que abre la boca y Aspen dirige a ella un tercer y cuarto trallazos, abundantes, que mojan sus labios y barbilla, pero especialmente la lengua. Que se cubre con mucha esperma, sintiéndola caliente, poniendo a trabajar cada papila gustativa. Y era tal su locura que la saborea, su garganta subiendo y bajando, tragandolo todo con un abandono y deleite que hace sonreír al chico, con vanidad. Sabía que su semen le sabía rico a los maricas.
   -Joder, ¿viste como si querías ser mi puta? Esto te gusta, ser un recipiente para mi virilidad y mi esperma. Ser un marica... -le indica sonriéndole cuando le mira sobre sus rodillas, todo cubierto de leche.
......
   ¿Qué sigue?, el paseo de la vergüenza. De rodillas, la cara bañada de esperma, le toca ver al chico subir su shorts de licra, la barra mojándolo, abultando feamente, sin camisa, saliendo. Seguro de sí, de que su postura sería admirada por los otros machos... y que tal vez más de un puto entre ellos podría dejarse ver. Tragando y respirando afanado, Shawn le ve irse, nota como cinco sujetos le miran desde la puerta, que ríen, que le señalan, que le preguntan si no quiere seguir mamando o que entre ellos le atiendan el culo.
   No entiende su shock, su embotamiento cuando se pone de pie acomodándose la poca ropa que usa, pasándose una mano por el rostro, limpiándose, no deseando perder el tiempo lavándose. Tan sólo deseando escapar. No oye a los que le piden que se quede y chupe un poco más, que tenían tanta leche entre todos que podrían ahogarle en ella.
   Sale de los vestuarios y le parece que todos le miran. Con pasos rígidos se aleja de allí con el corazón latiéndole dolorosamente ahora en el pecho. Toma un ascensor para regresar al piso, temiendo ese momento. Cuando encuentre a sus colegas en la firma. Compañeros de trabajo... rivales de promociones muchos ellos. Tíos que sabían que... Enrojece feo. Una pareja entra, un chico y una joven, riendo, mirándose con amor, saludándole. Él asiente, pero se mantiene apartado.
   -¿No sientes un olor raro? -pregunta ella a los pocos segundos.
   -No, ¿a qué? -se extraña el joven.
   -Seguro no lo notas porque vives apestando a eso... -medio ríe ella.- Huele a semen... -y en cuanto lo dice, toda traviesa, se congela y mira a Shawn.
   Ardiendo de vergüenza, este sale, y todavía le toca escuchar que la parejita ríe. Se detiene frente a la entrada de la suite de cuatro habitaciones, oyendo...
   -¡No puedes hablar en serio! -es la alarmada voz de Aaron Wells, su colega rubio.
   -Tú lo viste, se fue con ese carajo, se dejó manosear y... -gruñe Andrew Tapping.
   -Es peor que todo eso, coño, les digo que a estas horas deben haberlo preñado en ese baño. -tercia Lester Morán, y Shawn cierra los ojos mareado.- ¡No sólo es un marica sino que ruega por ser enculado en los baños de los gimnasios!
CONTINÚA....  

A LOS PIES DE LOS CACHAS... 7

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