jueves, 6 de junio de 2019

EL CONSOLADOR DE PLATA ...7

EL CONSOLADOR DE PLATA                         ...6
          
   El macho a cargo...
......
   Ryan se siente tan incómodo con el comentario como furioso el egipcio, aunque lo disimula... bastante mal. Con ese ceño fruncido y las orejas rojas.
   -Que no comprenda nuestras costumbres... -comienza, controlando el tono, encarando al inglés.
   -Oh, pero las entiendo. Temen a los antiguos dioses del desierto. -este le silencia, mirando al americano.- Contará con el permiso para recorrer las ruinas pero... -por un momento parece embarazado, como si debiera hacer algo que odia.- ...Deberá espera hasta mañana a que una escolta enviada por el sargento Proyas les acompañe. Para preservar cualquier tipo de antiguedades. -mira de soslayo al otro.- No sea cosa de que nos acusen de saqueadores de tumbas. -con una señal de cabeza se aparta, sin mirar al egipcio, quien le observa alejarse con profundo resentimiento.
   ¿Odiaría al otro por ser un superior altanero, o era por extranjero? Como fuera no era un dato de ayuda, piensa Ryan, chasqueado por la idea de la escolta; al otro no le iba a resultar fácil mantener su puesto. No si un oficial inglés se quejaba. Era una de esas muestras desagradables del poder colonial.
   -Mañana temprano contará con su escolta, sahib. -le asegura Proyas, costandole ser amable, parpadeando cuando el otro le mira fijamente.
   -¿Ocurre algo, sargento? ¿Con las ruinas? -ese punto ya le intrigaba. El otro duda, y por un segundo cree que no responderá.
   -¿Sabe cómo le dicen a esas ruinas?: La ciudad maldita. Lo sé, el coronel Sheppard tiene razón, vivimos con un ojo en el pasado, sahib, pero nací en Loris, apenas a nueve kilómetros de aquí. Y crecí escuchando los relatos, sabiendo que... esta no es la primera vez que esas columnas emergen... -mira hacia el oeste, Ryan también, pero el sol del atardecer no permite distinguir nada.- Y siempre se le ha relacionado con... sucesos extraños. Ninguno bueno.
   -Bien, mañana sabremos. -quiere dar por concluido el tema, ver a ingleses y egipcios partiendo y dejándole sólo con su gente para montar el campamento y hacer lo que se tiene que hacer.
   -Espere la escolta. -le recuerda, como desconfiado, alejándose también.
   Pensativo, el americano sigue mirando el desierto donde ya oscurece. Mucha gente parecía temerle en verdad a ese lugar. ¿Un objeto maldito? ¡Vaya tontería! Se vuelve hacia el lugar donde los hombres acomodan los camellos y alzan las tiendas y debe presenciar un doble espectáculo incómodo. Por un lado Jean Luc y el joven nubio, Tarik, levantan una de las carpas, riendo y viéndose con tal intimidad que eran objeto de miradas curiosas, burlonas o censuradoras. Y una de ellas es la del coronel Sheppard, a quien parecía repugnarle todo aquello. Todavía tiene tiempo de escucharle cuando ya se alejan.
   -En los viejos tiempos un soldado u oficial así... -señala a Jean Luc, dirigiéndose a su chofer.- Habría sido obligado a ir al frente y morir con honor.
   Aunque no aprueba realmente al chico francés, le molesta el tono despectivo, así como la risotada ofensiva del chofer, un treintón recio como un toro, un galés de cabellos rojos. Una vez que todos han partido da un leve discurso de ya estamos aquí, veremos qué encontramos. Y duda, mirando alrededor, la luz de las hogueras donde se cocina permite comprobar que ya están solos.
   -Iremos esta noche a recorrer las ruinas. -anuncia. Y no tiene que explicar más, aunque nota desasosiego entre los trabajadores egipcios de más edad, quienes realizan curiosas señas contra el mal de ojo. Todos entienden que o buscan lo que vinieron a encontrar ahora o después, con la escolta, tal vez no pudieran tomarlo.
   Cenan y parten, la luz de la luna ilumina a los hombres, una patrulla de ocho, él, Andy, Hasani, Jean Luc y Tarik, los otros dos carga algunos morrales. Suben una duna bajo la casi fría brisa de la noche y se detienen, frente a ellos aparecen unas columnas toscamente labradas, una calzada aquí, otra allá, que parecían en realidad techos de piedra. El efecto de la luz sobre ellas es hermoso. Baja al frente de todos y se detiene, nada más cruzar la primera de las columnas siente que el viento del desierto se aquieta, que un silencio poco natural se deja sentir, cubriéndoles. Alterando un poco a los nativos del lugar, incluido Tarik.
   -¿Qué es eso?, parece un boquete en la arena. -señala Andrew, quien, ceño fruncido también, recorría todo con la mirada.
   -No, parece la parte superior de la entrada a una casa o un templo. -sentencia Ryan, sintiéndose, de pronto, temeroso de lo que puedan encontrar si penetran en tal lugar.
CONTINÚA ...8
NOTA: ¿Aclaré al principio que está historia está basada en una cinta que vi? Imagino que a estas alturas ya la han reconocido. Seguro lo harán en la entrada que sigue.

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