
El
macho a cargo...
......
Ryan
se siente tan incómodo con el comentario como furioso el egipcio,
aunque lo disimula... bastante mal. Con ese ceño fruncido y las
orejas rojas.
-Que
no comprenda nuestras costumbres... -comienza, controlando el tono,
encarando al inglés.
-Oh,
pero las entiendo. Temen a los antiguos dioses del desierto. -este le
silencia, mirando al americano.- Contará con el permiso para
recorrer las ruinas pero... -por un momento parece embarazado, como
si debiera hacer algo que odia.- ...Deberá espera hasta mañana a
que una escolta enviada por el sargento Proyas les acompañe. Para
preservar cualquier tipo de antiguedades. -mira de soslayo al otro.-
No sea cosa de que nos acusen de saqueadores de tumbas. -con una
señal de cabeza se aparta, sin mirar al egipcio, quien le observa
alejarse con profundo resentimiento.
¿Odiaría
al otro por ser un superior altanero, o era por extranjero? Como
fuera no era un dato de ayuda, piensa Ryan, chasqueado por la idea de
la escolta; al otro no le iba a resultar fácil mantener su puesto.
No si un oficial inglés se quejaba. Era una de esas muestras
desagradables del poder colonial.
-Mañana
temprano contará con su escolta, sahib. -le asegura Proyas,
costandole ser amable, parpadeando cuando el otro le mira fijamente.
-¿Ocurre
algo, sargento? ¿Con las ruinas? -ese punto ya le intrigaba. El otro
duda, y por un segundo cree que no responderá.
-¿Sabe
cómo le dicen a esas ruinas?: La ciudad maldita. Lo sé, el coronel
Sheppard tiene razón, vivimos con un ojo en el pasado, sahib, pero
nací en Loris, apenas a nueve kilómetros de aquí. Y crecí
escuchando los relatos, sabiendo que... esta no es la primera vez que
esas columnas emergen... -mira hacia el oeste, Ryan también, pero el
sol del atardecer no permite distinguir nada.- Y siempre se le ha
relacionado con... sucesos extraños. Ninguno bueno.
-Bien,
mañana sabremos. -quiere dar por concluido el tema, ver a ingleses y
egipcios partiendo y dejándole sólo con su gente para montar el
campamento y hacer lo que se tiene que hacer.
-Espere
la escolta. -le recuerda, como desconfiado, alejándose también.
Pensativo,
el americano sigue mirando el desierto donde ya oscurece. Mucha gente
parecía temerle en verdad a ese lugar. ¿Un objeto maldito? ¡Vaya
tontería! Se vuelve hacia el lugar donde los hombres acomodan los
camellos y alzan las tiendas y debe presenciar un doble espectáculo
incómodo. Por un lado Jean Luc y el joven nubio, Tarik, levantan una
de las carpas, riendo y viéndose con tal intimidad que eran objeto
de miradas curiosas, burlonas o censuradoras. Y una de ellas es la
del coronel Sheppard, a quien parecía repugnarle todo aquello.
Todavía tiene tiempo de escucharle cuando ya se alejan.
-En
los viejos tiempos un soldado u oficial así... -señala a Jean Luc,
dirigiéndose a su chofer.- Habría sido obligado a ir al frente y
morir con honor.
Aunque
no aprueba realmente al chico francés, le molesta el tono
despectivo, así como la risotada ofensiva del chofer, un treintón
recio como un toro, un galés de cabellos rojos. Una vez que todos
han partido da un leve discurso de ya estamos aquí, veremos qué
encontramos. Y duda, mirando alrededor, la luz de las hogueras donde
se cocina permite comprobar que ya están solos.
-Iremos
esta noche a recorrer las ruinas. -anuncia. Y no tiene que explicar
más, aunque nota desasosiego entre los trabajadores egipcios de más
edad, quienes realizan curiosas señas contra el mal de ojo. Todos
entienden que o buscan lo que vinieron a encontrar ahora o después,
con la escolta, tal vez no pudieran tomarlo.
Cenan
y parten, la luz de la luna ilumina a los hombres, una patrulla de
ocho, él, Andy, Hasani, Jean Luc y Tarik, los otros dos carga
algunos morrales. Suben una duna bajo la casi fría brisa de la noche
y se detienen, frente a ellos aparecen unas columnas toscamente
labradas, una calzada aquí, otra allá, que parecían en realidad
techos de piedra. El efecto de la luz sobre ellas es hermoso. Baja al
frente de todos y se detiene, nada más cruzar la primera de las
columnas siente que el viento del desierto se aquieta, que un
silencio poco natural se deja sentir, cubriéndoles. Alterando un
poco a los nativos del lugar, incluido Tarik.
-¿Qué
es eso?, parece un boquete en la arena. -señala Andrew, quien, ceño
fruncido también, recorría todo con la mirada.
-No,
parece la parte superior de la entrada a una casa o un templo.
-sentencia Ryan, sintiéndose, de pronto, temeroso de lo que puedan
encontrar si penetran en tal lugar.
CONTINÚA ...8
NOTA:
¿Aclaré al principio que está historia está basada en una cinta
que vi? Imagino que a estas alturas ya la han reconocido. Seguro lo
harán en la entrada que sigue.
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