viernes, 19 de julio de 2019

UN FIN DE SEMANA CUALQUIERA...

ECOS SANTOS

   No hay nada que guste y excite más que ver a uno de esos tíos lindos con uno de esos hilos dentales bien metidos en un culo joven, firme y desafiante, que lo baila acostado de panza sobre la arena. Fácilmente puedes imaginarte que muchos han apartado esa o mil tiritas como esa y enterrado sus vergas en el ansiosos agujero caliente, haciéndole chillar con una dulce mueca. Dejándoselo rebosado de esperma. Joder, esa idea te caliente y se te nota. Lo sabes porque te mira, te ha detectado con su radar busca-vergas y comienza un sube y baja de su trasero. ¿Te incita en especial o su mariconeidad se activó y ya sueña con un güevo cualquiera? No lo sabes, tan sólo piensas cómo deshacerte de tu novia y llevártelo hacia los vestuarios por un buen rato...
   Oye risitas, incluso de los amigos con quienes bajó a pasar ese día en la arena, entre las tibias aguas de la playa, rodeado de cuerpos semi desnudos, sintiéndose sobre sí las miradas. Divertidas de las chicas, aparentemente burlonas de los chicos, pero sabe que estos también ocultan una intención ardiente. Sabe que esos machitos se imaginan sorprendiéndole en los urinarios de los vestuarios, meando, llegándole por detrás, sacándoselas y metiéndosela sin más, preguntándole al tenerle bien enchufado: “¿Esto era lo que buscabas, princesa?”. Lo sabe, todo él respira agitación mientras va a los baños, sabiendo que un chico le sigue a partir de ahí, hecha ya la conexión...
   Joder, quince años era una edad de mierda para soñar con machos e ir para la playa, desafiando a sus padres vistiendo tangas, aunque nada tan escandaloso como las de sus hermanas. Y ver llegar a ese tío recio en un bikini negro tradicional, inclinándose buscando un destapador, mostrando las nalgas, la negra tela abrazándole y medio hundiéndose rico en la raja del culo, las bolas contenidas abajo, destacándose de manera impresionante, como el tolete cuando se vuelve y le grita a la mujer por el “maldito destapador” que no aparece, antes de regresar y buscar otra vez, inclinándose más, dejándole casi desmayado en la arena, de puras calenturas. Todo ese material atesorado para soñar esa noche en su cama, en una solitaria paja. Especialmente ese momento, que le asusta y emociona, cuando el tío se vuelve sobre un hombro, seguramente sabiéndose observado y deseado, como “tocado”, sus ojos encontrándose, con cierta burla paternalista brillando en ellos, antes de volver con la esposa. El tolete más definido, prometiendo horas de pasión desenfrenada a quien estuviera en su cama. Joder... ya quiere tener dieciocho y asegurarse, con una sonrisa que promete mamadas, que uno de esos tipos le seguirá a un lugar tranquilo y solitario. 

RECUERDOS VACACIONALES DE PROFES CACHONDOS

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