viernes, 1 de noviembre de 2019

SUDAMERICA, ENTRE ELECCIONES Y CONVULSIONES

SI EL NORTE FUERA EL SUR

   Y el problema venezolano no va a mejorar para ellos...
 
   Hubo un tiempo cuando Venezuela podía vanagloriarse de ser una de las democracias más viejas, estables y progresivas del subcontinente, libre de regímenes militaristas de derecha y del morbo de las guerrillas de la izquierda, con instituciones que eran garantía de estabilidad, muchas de las cuales fueron adoptadas en otras naciones, con una moneda que aún en aquella película de 007, el bolívar, era aceptada como una de las fuertes y estables (Thunderball). Todo eso rodó como moneda devaluada en manos de socialistas. Como fue el caso.
 
   Lo extraño es que buena parte de la región, la cual siempre es una promesa a punto de salir del Tercer Mundo, de adelanto, de progreso, vuelve a estar sacudida por problemas de gobernabilidad y estabilidad. Este fin de semana hubo resultados electorales que hacen gritar a unos que la derecha va en caída libre, a otros que es la izquierda (por lo de Uruguay y el que se use el ejemplo de Venezuela para satanizar a este o aquel a quien se desea perjudicar), llegándose a la paranoia de hablar de maniobras continentales del Foro Forajido de Sao Paulo, y hasta de maquinaciones del bigote que se agita y tumba gobierno, Nicolás Maduro. Un reconocimiento tardío de algo que llevo años sosteniendo, que ese sujeto es uno de los políticos más sagaces que hay, comparado con los bisoños dentro de su partido y los bates quebrados dentro de la oposición, desde los políticos de oficio a la señora de la guerra sucia, todos puestos por él a destruirse entre sí y apuntalarle internamente, como ha hecho en estos casi cinco años que se les regaló al destruir a la MUD.
   Pero esas no son más que tonterías. Claro que hay aventureros que quieren pescar en río revuelto, y los refugiados venezolanos dan un excelente caldo de cultivo para manejar lenguajes violentos, xenófobos y nacionalistas que pueden prender en la rabia de muchos; pero son los menos determinantes. Lo que cuenta fue lo que reconoció el presidente Lenín Moreno en el Ecuador, que hay un disgusto real de sectores que se sienten traicionados y abandonados; como aceptara también el presidente chileno, Sebastián Piñera, aunque allá parece que lo que se busca es que finalmente caiga. Uno y otro saben que puede haber quien intenta colar un lenguaje florido, pero estos tienen el peso en el ala de que fueron quienes ayudaron a provocar el desastre en Venezuela que ahora les toca; el problema es la gente común y corriente que está molesta.
   La verdad es que lo del fin de semana fue una crisis de gobernabilidad; aquellos que ejercían el poder, aquí y allá, fueron electoralmente abandonados. Y mucho me temo que de haber consultas en Perú, Ecuador y la misma Chile, los resultados no serían nada alentadores. Para nuestro grupo de “amigos”, me refiero. Los gobiernos, acertados o errados, decidieron que tenían que hacerse ciertas cosas, de tal manera, y no sólo no lo consultaron sino únicamente entre ellos, sino que no convencieron a sus pueblos y a los otros representantes de la sociedad de la necesidad y pertinencia de esos cambios. En ningún momento dieron la oportunidad de que les aconsejaran un “no haga eso, no ahora, porque no es prudente”. Gobernaban, estaban en la cumbre, no escuchaban por lo alto que estaban y desde allí cayeron. Todos fueron sacudidos. De la derecha, por llamarlo de alguna manera simplista e idiota como a muchos les gusta ver el mundo, en Argentina y Colombia (imagínense, ¡una derrota del uribismo!), a los socialistas en Uruguay. A los socialistas en Ecuador, a la centro izquierda en Perú y la derecha en Chile pudo pasarles también, porque el problema es que la gente anda insatisfecha con sus gobernantes. La vida se hace no difícil, sino frustrante y sus líderes no dan señales ni de entender. Imagínense donde son ellos mismos quienes deliberadamente promueven el hambre y la miseria, pero controlan las armas para mantener a la población cautiva, como en una Cuba cualquiera o Venezuela.

 
   Se ha perdido mucho tiempo en autodefiniciones tontas, eso de derecha e izquierda; metiéndose en problemas que son realmente urgente y que pueden agravarse y agravar cada escenario regional, pero que ya tiene harta a la gente. Por un lado las guerrillas de izquierda al lado de las drogas, y las injerencias gringas (lo más efectista que real, pero que se discute hasta la saciedad en un eterno perder el tiempo en lugar de abordar los problemas reales); y lo cierto, la crisis de los desplazados venezolanos, que tenderá a incrementarse en número y dramatismo en condiciones de vida. Hoy en día ni los que fingen creer que todo es culpa de los gringos y el bloqueo, simulan esperar que una gente tan marcadamente ladrona, violenta e irresponsable como el régimen en Caracas pueda resolver nada, así que es perfectamente evidente para todos (o debería) que más y más venezolanos escaparán de la crisis humanitaria. Si hoy es un peso grave en Brasil, Ecuador y Perú, imaginen el año que viene, los millones y millones de dólares que les costará. Eso, que es real, que será un estorbo, un peso a donde lleguen los dos o tres millones que se vayan en el 2020, alarma e irrita a los ciudadanos de la zona, pero también les molesta que sus líderes se ocupen más de eso que de ellos. Están que revientan porque el perro no ladra cuando alguien pasa, y les saca la piedra el escándalo que arma ante cada sombra. Y se entiende, a pesar de todo.
 
   Esos mandatarios debieron escuchar, hablar pero también hacer. Coincidencialmente escribí algo hace poco al respecto (LA EUROPA QUE FUE Y LA QUE ES). Cuando las naciones europeas estaban literalmente en ruinas, unas que todavía humeaban por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, estados y pueblos hicieron un pacto, a trabajar, todo el mundo, a producir y levantar otra vez las ciudades europeas, su cultura, y cada quien estaría protegido de “la cuna a la tumba” mientras se pagaba la deuda moral con aquellos que todo lo perdieron para ganar esa guerra. Hablar no produce sembradíos, planear marchas no ensamblan muebles, calzados o carros, no se pueden exportar discursos y slogans idiotas. Hay que producir bienes pero asegurándose que ello se traduzca en buenos niveles de vida para quienes trabajan, pero que también llegue a quienes poco tienen y se esfuerzan. Hablando paja no se resuelve nada, no se levantan casas ni se conjuran los problemas, pero a la gente debe cuidársele mientras se esfuerza por levantar sus sociedades. Lo demás son tonterías teóricas que no valen nada como no sea mantenernos como una eterna promesa que nunca cuaja, donde los presidentes salen del poder, entregado por la gente voto a voto, a ser reos de cárcel, dejando mal parados a nuestros atolondrados pueblos.
 
   Veremos qué va a pasar ahora. La fiesta del régimen en Caracas y en La Habana es idiota, porque aún los ganadores en Colombia y Argentina saben que, o se resuelve el problema de Venezuela (que no siga exportando miseria y refugiados), o pronto tendrán una multitud gritandoles en sus capitales. Que fueran don Lula y doña Dilma al frente del Brasil, la señora Cristina K con su gente y la Argentina detrás, doña Michelle Bachelet con los suyos en Chile, don Pepe Mujica y su partido en Uruguay y el señor Rafael Correa en representación del pueblo ecuatoriano quienes ayudaran a montar este dantesco drama a fuerza de complicidades y silencios bien pagados da una campanada sobre los puntos que tienen que cuidarse si no se desea que esto se ponga infinitamente peor.
   Y siendo ligeros, cada vez que escucho, veo o leo algo sobre la rabia de tantos en algunas ciudades de los países citados, por la presencia de los venezolanos desplazados, la verdad es que no puedo evitar sonreír y pensar: Si, definitivamente el karma es una perra malvada.

NOTA: Deseaba subir esto antes, pero el internet está fatal. 

ESPAÑA Y ESAS EXTRAÑAS MANERAS DE LOS POLITICOS

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