SI EL NORTE FUERA EL SUR
Y
el problema venezolano no va a mejorar para ellos...
Hubo
un tiempo cuando Venezuela podía vanagloriarse de ser una de las
democracias más viejas, estables y progresivas del subcontinente,
libre de regímenes militaristas de derecha y del morbo de las
guerrillas de la izquierda, con instituciones que eran garantía de
estabilidad, muchas de las cuales fueron adoptadas en otras naciones,
con una moneda que aún en aquella película de 007, el bolívar, era
aceptada como una de las fuertes y estables (Thunderball). Todo eso
rodó como moneda devaluada en manos de socialistas. Como fue el
caso.
Lo
extraño es que buena parte de la región, la cual siempre es una
promesa a punto de salir del Tercer Mundo, de adelanto, de progreso,
vuelve a estar sacudida por problemas de gobernabilidad y
estabilidad. Este fin de semana hubo resultados electorales que hacen
gritar a unos que la derecha va en caída libre, a otros que es la
izquierda (por lo de Uruguay y el que se use el ejemplo de Venezuela
para satanizar a este o aquel a quien se desea perjudicar),
llegándose a la paranoia de hablar de maniobras continentales del
Foro Forajido de Sao Paulo, y hasta de maquinaciones del bigote que
se agita y tumba gobierno, Nicolás Maduro. Un reconocimiento tardío
de algo que llevo años sosteniendo, que ese sujeto es uno de los
políticos más sagaces que hay, comparado con los bisoños dentro de
su partido y los bates quebrados dentro de la oposición, desde los
políticos de oficio a la señora de la guerra sucia, todos puestos
por él a destruirse entre sí y apuntalarle internamente, como ha
hecho en estos casi cinco años que se les regaló al destruir a la
MUD.
Pero
esas no son más que tonterías. Claro que hay aventureros que
quieren pescar en río revuelto, y los refugiados venezolanos dan un
excelente caldo de cultivo para manejar lenguajes violentos,
xenófobos y nacionalistas que pueden prender en la rabia de muchos;
pero son los menos determinantes. Lo que cuenta fue lo que reconoció
el presidente Lenín Moreno en el Ecuador, que hay un disgusto real
de sectores que se sienten traicionados y abandonados; como aceptara
también el presidente chileno, Sebastián Piñera, aunque allá
parece que lo que se busca es que finalmente caiga. Uno y otro saben
que puede haber quien intenta colar un lenguaje florido, pero estos
tienen el peso en el ala de que fueron quienes ayudaron a provocar el
desastre en Venezuela que ahora les toca; el problema es la gente
común y corriente que está molesta.
La
verdad es que lo del fin de semana fue una crisis de gobernabilidad;
aquellos que ejercían el poder, aquí y allá, fueron electoralmente
abandonados. Y mucho me temo que de haber consultas en Perú, Ecuador
y la misma Chile, los resultados no serían nada alentadores. Para
nuestro grupo de “amigos”, me refiero. Los gobiernos, acertados o
errados, decidieron que tenían que hacerse ciertas cosas, de tal
manera, y no sólo no lo consultaron sino únicamente entre ellos,
sino que no convencieron a sus pueblos y a los otros representantes
de la sociedad de la necesidad y pertinencia de esos cambios. En
ningún momento dieron la oportunidad de que les aconsejaran un “no
haga eso, no ahora, porque no es prudente”. Gobernaban, estaban en
la cumbre, no escuchaban por lo alto que estaban y desde allí
cayeron. Todos fueron sacudidos. De la derecha, por llamarlo de
alguna manera simplista e idiota como a muchos les gusta ver el
mundo, en Argentina y Colombia (imagínense, ¡una derrota del
uribismo!), a los socialistas en Uruguay. A los socialistas en
Ecuador, a la centro izquierda en Perú y la derecha en Chile pudo
pasarles también, porque el problema es que la gente anda
insatisfecha con sus gobernantes. La vida se hace no difícil, sino
frustrante y sus líderes no dan señales ni de entender. Imagínense
donde son ellos mismos quienes deliberadamente promueven el hambre y
la miseria, pero controlan las armas para mantener a la población
cautiva, como en una Cuba cualquiera o Venezuela.
Se
ha perdido mucho tiempo en autodefiniciones tontas, eso de derecha e
izquierda; metiéndose en problemas que son realmente urgente y que
pueden agravarse y agravar cada escenario regional, pero que ya tiene
harta a la gente. Por un lado las guerrillas de izquierda al lado de
las drogas, y las injerencias gringas (lo más efectista que real,
pero que se discute hasta la saciedad en un eterno perder el tiempo
en lugar de abordar los problemas reales); y lo cierto, la crisis de
los desplazados venezolanos, que tenderá a incrementarse en número
y dramatismo en condiciones de vida. Hoy en día ni los que fingen
creer que todo es culpa de los gringos y el bloqueo, simulan esperar
que una gente tan marcadamente ladrona, violenta e irresponsable como
el régimen en Caracas pueda resolver nada, así que es perfectamente
evidente para todos (o debería) que más y más venezolanos
escaparán de la crisis humanitaria. Si hoy es un peso grave en
Brasil, Ecuador y Perú, imaginen el año que viene, los millones y
millones de dólares que les costará. Eso, que es real, que será un
estorbo, un peso a donde lleguen los dos o tres millones que se vayan
en el 2020, alarma e irrita a los ciudadanos de la zona, pero también
les molesta que sus líderes se ocupen más de eso que de ellos.
Están que revientan porque el perro no ladra cuando alguien pasa, y
les saca la piedra el escándalo que arma ante cada sombra. Y se
entiende, a pesar de todo.
Esos
mandatarios debieron escuchar, hablar pero también hacer.
Coincidencialmente escribí algo hace poco al respecto (LA EUROPA QUE FUE Y LA QUE ES). Cuando las naciones europeas estaban literalmente en
ruinas, unas que todavía humeaban por los bombardeos de la Segunda
Guerra Mundial, estados y pueblos hicieron un pacto, a trabajar, todo
el mundo, a producir y levantar otra vez las ciudades europeas, su
cultura, y cada quien estaría protegido de “la cuna a la tumba”
mientras se pagaba la deuda moral con aquellos que todo lo perdieron
para ganar esa guerra. Hablar no produce sembradíos, planear marchas
no ensamblan muebles, calzados o carros, no se pueden exportar
discursos y slogans idiotas. Hay que producir bienes pero
asegurándose que ello se traduzca en buenos niveles de vida para
quienes trabajan, pero que también llegue a quienes poco tienen y se
esfuerzan. Hablando paja no se resuelve nada, no se levantan casas ni
se conjuran los problemas, pero a la gente debe cuidársele mientras
se esfuerza por levantar sus sociedades. Lo demás son tonterías
teóricas que no valen nada como no sea mantenernos como una eterna
promesa que nunca cuaja, donde los presidentes salen del poder,
entregado por la gente voto a voto, a ser reos de cárcel, dejando
mal parados a nuestros atolondrados pueblos.
Veremos
qué va a pasar ahora. La fiesta del régimen en Caracas y en La
Habana es idiota, porque aún los ganadores en Colombia y Argentina
saben que, o se resuelve el problema de Venezuela (que no siga
exportando miseria y refugiados), o pronto tendrán una multitud
gritandoles en sus capitales. Que fueran don Lula y doña Dilma al
frente del Brasil, la señora Cristina K con su gente y la Argentina
detrás, doña Michelle Bachelet con los suyos en Chile, don Pepe
Mujica y su partido en Uruguay y el señor Rafael Correa en
representación del pueblo ecuatoriano quienes ayudaran a montar este
dantesco drama a fuerza de complicidades y silencios bien pagados da
una campanada sobre los puntos que tienen que cuidarse si no se desea
que esto se ponga infinitamente peor.
Y
siendo ligeros, cada vez que escucho, veo o leo algo sobre la rabia
de tantos en algunas ciudades de los países citados, por la
presencia de los venezolanos desplazados, la verdad es que no puedo
evitar sonreír y pensar: Si, definitivamente el karma es una perra
malvada.
NOTA:
Deseaba subir esto antes, pero el internet está fatal.
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