lunes, 27 de mayo de 2019

VALORACION ETICA

SI EL NORTE FUERA EL SUR

   Déjame que yo te digo...
  
   Indudablemente el conocimiento es una guía hacia la sabiduría, una luz en medio de la oscuridad, un posible punto de anclaje en el caos del universo y de la existencia. Y la verdad expresada en la frase de Miguel de Unamuno es incontrovertible. Me hace recordar esa soberbia película, Invictus, sobre la vida de Nelson Mandela, protagonizada por Morgan Freeman. Fuera de lo poética que fue, lo hermosa, lo positiva, siempre he pensado que si al menos una cuarta parte de lo allí plasmado era verdad sobre el gran hombre, este era todavía mejor de lo imaginado. Mandela supo ver que habían dos caminos para Sudáfrica cuando los cambios de marea comenzaban: lograr justicia para el pueblo negro sometido a siglos de opresión aberrante utilizando los mismos métodos de exclusión, como un desquite histórico, o crear un país no usando esos mismos métodos de exclusión, uno donde todos cupieran y que no se desbarataba la nación en la ola de violencia que sacudió a muchas otras en el África negra a la salida de la tenia que fueron los amos coloniales.
   En esa película encontramos esta escena, cuando se va a unas votaciones para acabar con el nombre y los colores del equipo de rugby sudafricano porque eran un emblema del Apartheid, ese conjunto de aberrantes leyes de sometimiento y control a la población negra; y en dichas votaciones Mandela se expone al rechazo de sus seguidores evitando aquello, justificandolo ante una asistente que si atacan a los blancos por razones pequeñas y tontas, como un simple desquite porque ahora pueden, tendrá demasiados frentes abiertos cuando le toque lidiar con ellos en lo comercial, industrial y aún militar, que todavía controlaban. La asistente le recordaba que el ochenta por ciento de la población quería que se eliminara al equipo y este le responde que a veces el líder debe decirle al pueblo que está equivocado. Y es cierto.
 
   No siendo tan graves ni trascendentalistas, la frase del señor Unamuno sirve para ilustrar el hecho de que los niños preferirían mil veces comer helados, si se les deja, pero el adulto sabe que también necesitan de sopas y vegetales; que está bien que quieran jugar, que eso les divierte y les gusta mucho, pero que también deben estudiar. Convirtiéndose así en los “malos” de la partida. Y, sin embargo, como dijera el gran Albert Einstein, todo es relativo. Aún las ideas y el pensamiento según la mirada que se dé a ellas (si no pregúntenselo a Darwin, Nietzsche y Wagner), todo tiene dos caras, porque todo pensamiento es interpretativo (FILOSOFIAS, SOCIEDADES Y TENDENCIAS). Y muchas veces se siente la tentación de usar aquellas partes, o aquella mirada que nos interesa o conviene, la que, como un horóscopo en periódico viejo, pareciera que dice lo que queríamos escuchar, por lo tanto encaja y es.
 
   Un pensamiento hermoso como este puede ser interpretado por un iluminado para su causa (no hablo de esa tontería de los iluminatis), que puede creer que una sociedad, por ejemplo, debe entregar y sacrificar sus derechos a pensar, decir y actuar como le parezca en conciencia, en aras de la seguridad, por citar otro ejemplo; por lo tanto lo que escribas o hables por teléfono se tolera y justifica que sea monitoreado y luego utilizado en tu contra en el terreno que sea porque se busca criminales o terroristas, así sea en el cuarto de baño de la reina de Inglaterra, por decir algo. Y eso cuando se toman la molestia de coacionarete, acosarte y llevarte a pensar así, otros simplemente lo deciden ellos y lo hacen porque para eso son tan... iluminados. Hubo, y hay, sistemas monstruosos donde a la población se le quiso encasillar en tal o cual cuadro, ordenándoseles la vida en tal o cual función en bien del estado, tú obrero, tú atleta, tú soldado. Y ay de quien no estuviera de acuerdo. Se volvía “enemigo del pueblo”.
 
   Como se ve, la idea es hermosa, es un buen punto de partida para discutir el mundo, la realidad, sacar conclusiones. Que puede dar frutos si se cuenta con la fortuna de una personalidad no sólo fuerte sino clara; pero también deja la puerta abierta a la libre interpretación, a “déjame a mí que yo sí sé y te voy a resolver la vida poniéndote en ese lugar. Tú sólo no te muevas de allí. Te lo digo por las buenas porque tambien te puedo obligar”. Al final, el hombre (y me refiero a la humanidad), termina siendo la medida de todas las cosas. Según vea lo que logra discernir o lo que desea encontrar, usa lo que tenga a mano. Y estos caso son los peligrosos, es como quienes ven en cada exhortación a propagar una idea religiosa, por ejemplo, un llamado a usar la violencia física para imponer el punto, cuando en verdad satisface una necesidad íntima de su personalidad: un hombre violento necesita escudarse tras un dios violento. Entonces, visto esto, el mismo hombre debe ser el límite.
 
   Pero las ideas no pueden ni deben limitarse, por escandaloso o desconcertante, o aprensivo que sea algo al ser planteado. Una raza que no se prepara, que no se adapta (conservando ciertas verdades intrínsecas que lamentablemente tampoco son muy claras a veces), degenera, enferma y muchas veces sufren agonías de siglos hasta que terminan. Roma acabó, el mundo maya también. Inglaterra ya no es la señora de los mares. Los tiempos históricos pasan, a veces con más penas que glorias si las sociedades pierden el rumbo, el impulso que llevaban.
 
   Si el hombre es la medida de todas las cosas, siendo también el límite para no extraviarse ante cada nueva idea, el aprendizaje sólo puede alcanzarse a través de una valoración ética de la realidad de parte de la mayoría sensata, de las acciones y sus consecuencias al adoptar dichas ideas. Todo lo que cause guerras, miseria, sufrimiento o persecuciones debería ser considerado “malo” por la mayoría, y por lo tanto debe encontrar su oposición; sin embargo, por extraño que parezca, esto nunca es tan fácil de entender o aceptar. Pero si el día de mañana cada hombre, mujer y niño de este planeta amanece pensando que no podemos seguir contaminando el aire con desechos industriales porque de verdad como que hace más calor, como que es más difícil respirar, como que hay mayores casos de cánceres de pulmones, las sequías como que están acabando de verdad con todo y los desiertos como que están creciendo, no habrá régimen, gobierno o grupo secreto manejando el mundo desde una base en la cara oculta de la Luna que impida los cambios.
 
   Volviendo a la frase, y dejando nuevamente el tono grave, claro que molesta cuando nos aplican una de esas en la vida cotidiana. Como cuando se era niño y nos decían que íbamos para el cine, sabiendo que en una de las salas proyectaban La Guerra de las Galaxias, y al llegar nos metían a ver una película aburrida llena de moralejas. ¿No era como para molestarse y hasta llorar? 

DE LA TIERRA A LA LUNA

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