viernes, 19 de julio de 2019

A LOS PIES DE LOS CACHAS... 8

LOS CACHAS                         ... 7
   Prometen la gloria...
...
   Shawn siente que la cara le enrojece todavía más, sintiendo sobre sí toda la presión de esas miradas de reto, de burla de los testigos, pero aún la más intensa de Aspen, quien no sonríe, sino que le observa de manera evaluadora, como midiéndole. Como... reprobándole mientras espera con ese brazo musculoso alzado y flexionado mostrando aquella axila rasurada, brillante de sudor. Dios, ¿cómo ese chico le ponía en ese predicamento? Pero ¿cómo resistir? Con la maldita trusa se había dado puño una y otra vez, chorreándose la mano de líquidos pero sin llegar al orgasmo. ¡Porque el otro se lo había prohibido! Con lo duro que fue estar tan cerca, casi temblándole ya, y no terminar. Tres veces. Y admitir que lo aceptó, su control a pesar de la distancia...
   -Ahhh... -jadea respirando afanado, dando el paso y cerrando los ojos cuando hunde el rostro en aquella axila transpirada, sintiendo el calor llegándole en oleadas, así como el acre aroma a masculinidad y sudor, pegando la nariz, labios y mejillas de la piel húmeda y caliente en medio de las risas de sorpresa y burla de los presentes, esos hombres grandes y musculosos que estaban allí, mirándole, en medio de ese gym donde cualquiera pudiera verle. Pero no le importa, no puede resistir, y posa los labios sobre la piel, besando, dándole chupetones y lamidas.
   Aspen ríe, como un chiquillo, el cuadrado rostro todo relajado mientras siente las cosquillas de ese sujeto que le resuella allí mientras lame su sudor como si fuera alguna golosina que necesita.
   -Joder, ¡qué marica! -gruñe uno de los tipos, montándole una manota en la nuca y casi restregándole la cara de esa axila, hecho que provoca carcajadas.
   El publicista escucha las palabras, las burlas, las risas, y tiembla de manera intensa, sintiéndose erizado y caliente. ¡Verse expuesto le excitaba! Que le controlaran...
   -Chupa, vamos, pasa tu lengua maricona y alimentate del sudor de un hombre. -le gruñe Aspen, mirándole de cerca, sonriéndole.- Te gusta, ¿verdad, cabrón? Te pones duro, la verga te tiembla, ¿no? El culo seguro que se te estremece. Como ayer, cuando tomé tu cerecita y parecía no tener suficiente de mi tolete.
   Escucharle exponerle, así, le hace gemir; y si, sabía que tenía la verga dura bajo las ropas. Cuando el chico alza el otro brazo, con el rostro rojo y la barbilla llena de saliva casi lanza un gemido y se hunde rápidamente en esa nueva axila transpirada. Por cuenta propia, la lengua afuera, lamiendo de manera lenta y deliberada.
   -Esto es casi desagradable. -ríe uno de los sujetos, el que tiene un leve aire asiático.
   -Eres un marica desagradable, ¿verdad, puto? -juguetea Aspen, palmeándole la cara con la otra mano, riendo abiertamente, disfrutando de mostrar su fortaleza, el que puede hacerle eso a otro tío. O tal vez el tener una escandalosa erección frente a ellos impunemente, sabiendo que todos no dejarían de notar su volumen. Era un chico vanidoso, pues.
   Ese leve bofetón le hace gemir nuevamente.
   -Amigo, esto es tan... extraño. -ríe un tercero.
   -Eres tan pacato. -se burla Aspen, atrapando con la mano el cabello de Shawn, alejándole el avergonzado pero excitado rostro de la axila.- Cuéntale al grupo: ¿soñaste toda la noche con mi verga, con tenerla enterrada toda en tu culo caliente y hambriento? ¿Te preguntaste si volverías a correrte sin tocarte mientras te usaba como a mi perra? -Shawn, mirándole con ojos brillante, tan sólo parpadea y mueve sus labios rojos y húmedos, por las chupadas en la axila, sin emitir sonido, moviendo los ojos en sus órbitas para ver a los otros.- Responde o vete.
   -Yo... yo...
   -¡Habla, coño! -le ruge. Los otros sonríen, fascinados aunque incómodos.
   -Responde, maricón, o vete con algo de dignidad. -dice el hombre negro, cruzando esos poderosos brazos sobre su pecho.
   -¿Dignidad? El pobre lucha con las ganas de gritar que sí, que es una puta barata cuando piensa en mi verga; pero todavía se contiene. Se frena por alguna equivocada noción de vergüenza, pensando que defrauda a... qué sé yo, ¿a su padre?, no comportándose como cree que debe, en lugar de ser lo que desea en verdad. Simplemente una traviesa, coqueta y ávida putita de culturistas. -ríe Aspen, de manera abierta, como si enunciara una gran verdad de esta vida, como que el sol siempre sale por el este y se pone por el oeste. Aunque cualquiera podría discutirle que no era así y que era la Tierra la que giraba en torno a este, ¿pero a quién le importaba esa vaina en un momento como ese?- Responde, putito.
   -Sí, sí, soñé con tu... verga. -jadea estrangulado, tragando como loco, enrojeciendo más cuando los presentes ríen. Oh Dios, Aspen se estaba llevando una manota a una oreja y ladeaba el rostro. Esperando.- SI, SI, ¡SOÑÉ CON TU VERGA TODA LA NOCHE! -grita desafiante, desesperado, humillado. Las risas se dejan escuchar, pero extrañamente ya no le importa.
   -Joder, ¿es que no te queda un gramo de vergüenza? -gruñe una voz furiosa, y volviéndose, pálido y temblorosos de labios, encuentra la mirada severa de Andrew Tapping, vistiendo como para ejercitarse un rato, molesto, al lado de un desconcertado Lester Morán.
   -Amigos... -croa.
   -¡Eres un marica total Un degenerado, desagradable y sucio marica. -escupe las palabras el publicista de color, largándose exhudando rabia, seguido por la desesperada mirada de Shawn y un gesto burlón de Aspen.
   Lester casi sonríe y sigue al socio en la escapada. No fueran a verle allí y alguien recordara que todos andaban juntos por el área de las piscinas el día anterior. Y si Shawn había temblado antes, sintiéndose avergonzado por momentos, ahora tan sólo quiere que la tierra se abra y se lo trague, de pies a cabeza. Su pecho sube y baja con una respiración febril y superficial.
   -Vamos, puto; dentro de unos minutos tengo una sesion de fotos y debo verme caliente. -le gruñe Aspen, sonriéndole casi afectuoso, cubriéndole una mano con una de las suyas, grande y fuerte.
   Llevándole, sin halar, ya que Shawn le sigue, temblando de anticipación. Cruzan el establecimiento seguidos de una que otra mirada curiosa y se pierden en los vestuarios, los otros sujetos quedándose atrás, meneando sus cabezas y riendo.
   -Ahhh, ahhh. Hummm... -de la boca de Shawn escapan los gemidos incontrolablemente, aunque el mismo se pide recato, disimular un poco, al menos no llamar la atención de todo el que entrara en aquellos sanitarios, pero no puede. Desnudo de la cintura para abajo, con la franela semi enrollada bajo su cuello, su baja espalda hace equilibrios en la tapa de un inodoro, boca arriba, mientras de pie entre sus piernas, aferrándole los tobillos, un sonreido Aspen le mira desde su altura mientras le empuja aquella verga gruesa y larga, dura y caliente, llena de ganas por la edad, dentro del culo, uno que se abre ávidamente y la acepta de manera febril, los pliegues, el anillo redondo adhiriéndose a la barra en su ir y venir.
   El joven culturista sonríe cogiéndole, sin importarle que la puerta del privado estuviera abierta, que fuera a verle con la verga afuera todo el que entrara (no el resto de su cuerpo, aunque con tan poca ropa en verdad no importa), mientras le embiste el agujero al tío flaco y bonito, teniéndole brillante de transpiración, rojo lujuria y esfuerzo por la posición, chillando cada vez que su mole dura va y viene, abriéndole, refregándole las entrañas, golpeándole la pepa del culo, dilatándole la entrada al máximo, dándole con sus bolas con aquel elegante vaivén de caderas.
   -Te gusta, ¿verdad? Te gusta mucho mi verga... ¿o tal vez cualquier verga? -se burla Aspen, sonriendo leve, apretando los dientes, cerrando más esas manos grandes y fuertes alrededor de los tobillos.- Vamos, perra, desátate, goza como quieres. Siente lo puta que eres. -ordena e incrementa sus embestidas, casi arrojándole de la tapa del inodoro.
   -Ahhh, ahhh, ahhh... -es todo lo que puede gimotear, atravesado por oleada tras oleada de lujuria. Sintiendo plenamente la gruesa mole de carne tiesa separándole los labios del culo, penetrándole con fuerza, dándole con las bolas cuando se cierra contra su cuerpo. Siente cada latido de esas venas hinchadas en su interior.
   -Si, eso es, puta, aprieta así ese coño contra mi verga, atrápamela, exprímela con tus labios vaginales... -le sonríe con una mueca, y esas palabras le hacen gemir, arrugar la frente y sentir efectivamente el espasmo en su agujero, que se cierra automáticamente, provocándole otro chillido cuando la mole venosa vence su resistencia y la refriega. Siente como su propio tolete, duro, gotea contra su vientre plano, sin tocarse.- Oh, sí, mira cómo te palpita el clítoris estimulado por un hombre, por la sensualidad de un hombre, por la verga de un hombre. -le enfatiza sonriéndole casi al rostro cuando se tiende sobre él, dejándole bien clavado y alzándole más el culo.- Vamos, acaríciate las tetas para mí. Si, así... -sonríe cuando Shawn le obedece automáticamente, de manera torpe, con los dedos recorriéndose los pezones, tan sólo para gemir más. Eso le hace sonreír.- Rico, ¿verdad? A todas las putas las tetas se le ponen así cuando un hombre las usa. -le informa.- Vamos, hálatelas, duro, más duro... -le ordena, gozando de verle obedecerle y estremecerse, de oírle chillar cada vez que tira de sus erectos pezones.
   La puerta se abre y el sujeto que se asoma queda en shock, mirándoles. Aspen le ve y sonríe vanidoso, controlador, alzándose y dándole más. Shawn enrojece de vergüenza y excitación, todavía pellizcándose los pezones mientras su culo era cepillado una y otra vez por la tranca blanco rojiza del muchacho forrado de músculos. El recién llegado parpadea, alza las manos como diciendo no he visto nada y sale. Aspen ríe.
   -Seguro que le gustaste, puta. -apretándole los tobillos le alza todavía más las piernas, haciéndole rodar a punto de caer, y sigue follándole.- Vamos, maricona, recuérdame cuán no gay eras, dime de nuevo todo lo machito que eras ayer. Cuéntame otra vez sobre tu novia y todo eso. -se burla cogiéndole sin detenerse, dándole una y otra vez con la punta de la tranca sobre la próstata, provocándole chillidos y estremecimientos.- Cuéntame, ¿le hacías esto a tu novia?, ¿se estremecía ella bajo tu cuerpo como haces tú bajo mi sexo? No, ¿verdad? Eres una estafa total, pobre muchacha. -le arroja al rostro.- Puede que seas un desperdicio como hombre, como novio o hasta posible marido para una chica inocente, pero eres una buena perra. -le sonríe casi amistoso, sonrisa y palabras que le obligan a tensarse más, a arquearse sintiéndose lleno de un placer sin explicación. De orgulloso.- Me gusta mucho coger tu coño apretado, caliente y mojado; tan suavecito... -le confiesa, bajando el rostro ancho y largo, recio por la musculatura, sus caras muy cercanas.- Me gusta cogerte, putita; tu coño se siente del carajo alrededor de mi verga; hay muchos putos, todos quieren verga por sus culos, pero no todos tienen esto... -admite metiéndosela a fondo para que le entienda, sonriendo otra vez, sus labios casi uniéndose, y parte de Shawn lo desea. Cree que si el chico le besa se derretirá, estallará en un climax que le dejará sin sentido y que le amará para siempre. Pero esos labios se distienden en una sonrisa.- Quiero follarte duro esta tarde, después de la presentación, detrás del escenario... Pero para ganarte ese privilegio deberás hacer algo. Y si no lo haces, olvídate de mí para siempre. -advierte, palabra por palabra, luego sonríe casi besándole, casi, casi.
   Y Shawn se tensa, tiembla, se arquea y estalla en leche...
......
   Todavía temblando por la tanda de sexo en aquel lugar, siendo que no solamente se había entregado otra vez a ese chico, quien cepilló sus entrañas sin parar hasta dejárselas rebosantes de leche (¿cuánta esperma podía producir?, ¿y no que los esteroides encogian la verga y las pelotas?), sino porque tres sujetos habían abierto aquella puerta, mirando unos más que otros, y alejándose; todos siendo testigos de lo que le hacían y lo mucho que lo gozaba. Por no hablar de los dos orgasmos alcanzados mientras Aspen terminaba. Sin embargo, lo peor era lo exigido por este, para que se volvieran a encontrar.
   Pero no, no podía hacer eso. Estaba bien (por decirlo así) lo que ocurriera bajo el techo del gym, donde otros sujetos que ya conocían al fornido atleta vieran todo aquello, otra cosa muy diferente exponerse, como deseaba Aspen, en un lugar público. Tiembla nada más de imaginarlo mientras abre la puerta de la suite que comparte con sus socios de trabajo, preparándose para el mal momento de encontrarles. No había nadie. El alivio casi le hace caer de rodillas. Necesitaba asearse y... pensar en toda su puta vida. Si, está bien, debía admitir que le gustaba lo que ese carajito vanidoso e insolente le hacía, pero... ¿aceptarlo todo? ¿Lo que ahora quería? No, no creía poder.
   Abre la puerta de su habitación y se congela.
   -¿Morán? -le extraña encontrar al hombre allí, sentado de culo sobre sus almohada, esperando.
   -Al fin llegas, ¿mucho ajetreo? -pregunta sardónico.- Amigo, estás desatado. Tapping y yo te vimos en tus mariconerías y ni eso te hizo desistir. -le mira como intrigado.- ¿Tanto así ha resultado que te gustan los güevos? -le impacta.
   -Yo... yo...
   -No, nada de “yo, yo”, ni de analizar si eras hombre cuando llegaste y ahora eres un marica que suplica amor. Que no lo entiendes y toda esas tonterías. Deja esa parte para tu novia y tus padres. Lo que quiero saber es si la vaina te gusta tanto como parece. -le frena alzando una mano, con un tono que inquieta al otro y casi le hace obedecer.
   -Si, no sé cómo o por que, pero si. -admite, rojo de cara, bajando la mirada.
   -Imagino que porque, en el fondo, siempre fuiste un marica. No un chico gay. Un maricón total. -le aclara, ceñudo como si lo meditara, recordándole tanto a algo dicho por Aspen que se estremece. Como le inquieta la mirada fija de este.- ¿Qué te hizo ese gorilita forrado de músculos? ¿Te hizo tragarte su tranca delante de sus amigos? ¿Te hizo rogar por ella delante de todos?
   -Morán.... -croa jadeando, muy rojo de cara. Y más cuando el otro ríe.
   -Mierda, los ojos te brillan. ¡Te gustan esas vainas, que te traten como a una puta! -se pone de pie, en pantaloneta y franela.- Nunca me lo ha mamado otro carajo. Quiero ver qué se siente. Acércate. -le ordena. Y Shawn parpadea, boca abierta, muy sorprendido.
   -¡No! Claro que no.
   -Ven, coño, quiero tus labios rodeándome la verga y chupándomela hasta que me saques la leche. -repite, enfatizando cada palabra, manipulando el cierre velcro de la pantaloneta y sacándose una tranca blanco cobriza, semi dura.
   -¡Morán! -jadea angustiado por alguna razón.
   -Deja de lloriquear, deja de luchar contra ti mismo. Te gustan las vergas. Las quieres. Quieres chupármela, aunque no sea un gorilón forrado de músculos, ¿verdad? Quieres güevo como toda buena puta maricona. -enfatiza, disfrutando sus palabras, pero más que todo maravillado, notando el enrojecimiento de Shawn, el cómo se espesa su respiración, el cómo sus pupilas se oscurecen de lujuria respondiendo automáticamente a su rudeza.- ¡VEN POR LO TUYO, PUTA! -le grita tomándosela con una mano y agitándola, ya más dura por el juego.
   Shawn ya no piensa, tan sólo mira la pieza y le parece escuchar un sonido amortiguado como a televisor desintonizado. Lo único que sabe es que camina hacia el otro, evadiendo su mirada, no deseando notar su sonrisa de triunfo sexual sobre un tipo más débil. Tiembla a un paso de Lester, mirándole al fin, estremeciéndose ante su sonrisa dura, sabia, de quien le evaluaba y le clasificaba. Este no era de los que decía palabras dulces, lo sabía aunque no imagina cómo. Era de los tíos que en una ocasión así tan sólo mete su tranca en la boca de quien sea. Y era una tranca... hermosa. No grande y llamativa como la de Aspen, pero...
   Cae de rodillas, mirándole desde allí, humilde, servil. Caliente.
   -Vamos, zorra, aliméntate.
   Temblando, notando como crece más y más, saca la lengua y recorre el tronco aún no duro del todo, que quema al contacto y endurece en segundos, descubriendo el glande de la capucha. Glande y capucha que recorre con la punta de la lengua, antes de cerrar los labios alrededor del pequeño nabo y chuparlo. Acres gotas caen en su lengua y se estremece. Y Lester, sonriendo, mirándole con una mezcla de triunfo y desprecio masculino, se la va empujando entre los labios.
   Dios, ¿estaba dejando que eso realmente pasara?, ¿que otro hombre metiera la verga en su boca?, peor, ¿un conocido?, se cuestiona lanzando otra mirada al sujeto que se alza sobre él, sonriéndole, y se pierde. Atrapándole con las manos los muslos se tiende de adelante atrás, cubriendo con labios, mejilla y lengua buena parte de la cobriza tranca que quema y suelta jugos. Pierde el sentido y toda referencia. Mientras mama de aquel tolete se deja llevar, sintiéndose caliente, sensual, disfrutando de escucharle suspirar, de gemir cuando traga y aprieta succionando, cuando la retiene con sus mejillas y la masturba de adelante atrás. No sabe ni cuando la deja salir y le lame las bolas, metiendo la nariz bajo ellas, aspirando sus olores, sintiendo la tranca quemarle un lado de la cara, intensamente, mientras entierra la boca y la nariz en el punto de unión del muslo y la pelvis.
   -Oh, si. Oh, si, te ves bien ahí, puto...
   Esas palabras le erizan todavía más, haciéndole feliz, y le mira, pero Lester tiene los ojos cerrados mientras una beatífica sonrisa ilumina su cara, aunque parece presentirle. Abre los ojos, le mira y alzando las manos le atrapa la nuca, guiándole sobre la verga, disfrutando de hacerlo, de ser mamado pero también de controlar eso, el ir y venir sobre su ahora completamente tieso tolete. Disfrutándolo aún más, aunque nunca se lo dijera a nadie, ni siquiera a sí mismo, porque otro carajo era quien se lo mamaba. Justo un conocido. Shawn comparte la idea, y eso le hace gemir y cerrar a su vez los ojos, disfrutando el control del otro, el chuparle, el sentir cada contorno y nervadura de esa barra contra sus mejillas y lengua. Cuando le retiene contra su pubis, llenándose las fosas nasales con sus pelos, se ahoga un poco, pero resiste. Aspirando con fuerza. Y hace algo que ni él sospechaba pudiera hacer, tensa los músculos de su garganta y comienza un chupar intenso, la manzana de adán subiendo y bajando de manera espasmódicas mientras sigue ordeñándole con gula.
   -Oh, Dios, lo haces tan bien, marica...
   Escucharle le excita más y más, así que con ojos llorosos por falta de aire, en cuanto Lester afloja el agarre en su nuca, se retira, dejando la cobriza pieza brillante de saliva y jugos, quedando con la boca abierta, jadeante, mirando la tranca que se bambolea y gotea saliva espesa. Alza la mirada, brillante como la de un gato, y le atrapa la base de la porra (se sentía juguetón, con Aspen era diferente; con él todo era... control y calor, cachondez total), masturbándolo, agitándosela, golpeándose suavemente la cara con ella, mojándose, sintiendo la dureza y el calor (y sentir un tolete duro contra el rostro era una experiencia que muy bien valía la pena vivir, admite), antes de cubrir nuevamente el glande con su boca y chupar, sorbiendo ruidoso. Traga y suelta, chupa y masturba con fuerza, va y viene ladeando el rostro, por un segundo la silueta de este le deforma la mejilla derecha, y todo eso le excita.
   Traga y mama, chupa y desea más, sin que hablen ya, tan sólo se miran. Sabe que terminará bebiéndose la esperma de Lester, quien mece sus caderas; que este tenía toda la intención de correrse en su boca, escupiendo su carga salobre, espesa e hirviente en ella, y la idea le llena de un calor total. Por un segundo se pierde y no sabe si chupa a Lester o a Aspen, y no le importa. Lo importante era que tenía una hermosa verga en su boca, deseosa de alimentarle, de llenarla con su crema, y la sola idea le tenía goteando bajo el pantalón (como todavía gotea algo de esperma de su culo).
   -Mierda, mierda... -le oye gruñir, ronco, pesado, tensando las piernas.
   No necesitaba decirle nada más, tragándola hasta chocar de su propia mano, siente como la barra se contrae y luego se dilata, más dura, haciéndole consciente de cada nervadura llena de sangre, y gime cuando siente el golpe contra su garganta, hirviente, el semen resbalando lentamente esófago abajo. Aleja su rostro un poco, mientras agita el puño sobre la barra y los siguientes disparos llenan su boca, cubren su lengua, y la traga paladeando, mareado, preguntándose si acaso estaba volviéndose loco: Esa vaina sabía deliciosa, y dulce.
   Y Lester Morán se estremece y gruñe mientras mece sus caderas, siendo todavía chupado y masturbado.
......
   Una vez bajo la fina lluvia de la regadera, Shawn tiene tiempo para pensar en todo lo ocurrido, en lo mucho que disfrutó el trato que Aspen le daba, pero también de la verga de Morán, y rojo de vergüenza debe admitir que sí, que le gustan los güevos. Sale, envuelto en una toalla, húmedo, todavía confuso por todo lo vivido con el socio de trabajo, agradecido de que este le sonriera al final y le dijera que se calmara, que no pensaba contarle nada a nadie, guiñandole un ojo:
   -Y, si se da, se repite, ¿no? -agregó antes de salir.
   Eso le hace sonreír, pero ahora... Aspen. Dios, debía estar compitiendo en esos momentos, exhibiéndose bello, sensual y poderosos frente a muchos, tíos y tías que admirarían y desearían ese cuerpo perfecto. Uno que él había tocado, lamido, chupado. Que le había poseído. La idea de bajar esa tarde y encontrarle le avergüenza de nuevo. ¿Todavía pensaba en sexo después de dos encuentros y tres lechadas?, estaba peor de lo que imaginaba. Pero ese chico...
   Sin embargo aún quedaba pendiente lo que este le exigiera. Eso que sí no cumplía mejor era que ni le buscara. ¿Se atrevería a decirle adiós? Duda horriblemente, mordiéndose el pulgar.
   ¡A la mierda!
   Vistiendo una larga pantaloneta, y una sandalias, se llega al área de las piscinas y jadea. Su pecho sube y baja con esfuerzo. Eso estaba lleno de hombres atractivos, jóvenes y musculosos, y de muchas mujeres sencillamente hermosas, tetonas y sensuales. Duda y duda, hasta que finalmente lo hace. Sabiendo que tiene que obedecer.
   Baja su pantaloneta, saliendo de ella, quedando cubierto por una pequeña y muy breve tanga hilo dental color rosa, de un modelo muy coqueto y femenino que se mete entre sus nalgas. Enrojeciendo cuando todas las miradas se vuelven hacia él.
CONTINUA ... 9

No hay comentarios.:

Publicar un comentario