...
Shawn
siente que la cara le enrojece todavía más, sintiendo sobre sí
toda la presión de esas miradas de reto, de burla de los testigos,
pero aún la más intensa de Aspen, quien no sonríe, sino que le
observa de manera evaluadora, como midiéndole. Como... reprobándole
mientras espera con ese brazo musculoso alzado y flexionado mostrando
aquella axila rasurada, brillante de sudor. Dios, ¿cómo ese chico
le ponía en ese predicamento? Pero ¿cómo resistir? Con la maldita
trusa se había dado puño una y otra vez, chorreándose la mano de
líquidos pero sin llegar al orgasmo. ¡Porque el otro se lo había
prohibido! Con lo duro que fue estar tan cerca, casi temblándole ya,
y no terminar. Tres veces. Y admitir que lo aceptó, su control a
pesar de la distancia...
-Ahhh...
-jadea respirando afanado, dando el paso y cerrando los ojos cuando
hunde el rostro en aquella axila transpirada, sintiendo el calor
llegándole en oleadas, así como el acre aroma a masculinidad y
sudor, pegando la nariz, labios y mejillas de la piel húmeda y
caliente en medio de las risas de sorpresa y burla de los presentes,
esos hombres grandes y musculosos que estaban allí, mirándole, en
medio de ese gym donde cualquiera pudiera verle. Pero no le importa,
no puede resistir, y posa los labios sobre la piel, besando, dándole
chupetones y lamidas.
Aspen
ríe, como un chiquillo, el cuadrado rostro todo relajado mientras
siente las cosquillas de ese sujeto que le resuella allí mientras
lame su sudor como si fuera alguna golosina que necesita.
-Joder,
¡qué marica! -gruñe uno de los tipos, montándole una manota en la
nuca y casi restregándole la cara de esa axila, hecho que provoca
carcajadas.
El
publicista escucha las palabras, las burlas, las risas, y tiembla de
manera intensa, sintiéndose erizado y caliente. ¡Verse expuesto le
excitaba! Que le controlaran...
-Chupa,
vamos, pasa tu lengua maricona y alimentate del sudor de un hombre.
-le gruñe Aspen, mirándole de cerca, sonriéndole.- Te gusta,
¿verdad, cabrón? Te pones duro, la verga te tiembla, ¿no? El culo
seguro que se te estremece. Como ayer, cuando tomé tu cerecita y
parecía no tener suficiente de mi tolete.
Escucharle
exponerle, así, le hace gemir; y si, sabía que tenía la verga dura
bajo las ropas. Cuando el chico alza el otro brazo, con el rostro
rojo y la barbilla llena de saliva casi lanza un gemido y se hunde
rápidamente en esa nueva axila transpirada. Por cuenta propia, la
lengua afuera, lamiendo de manera lenta y deliberada.
-Esto
es casi desagradable. -ríe uno de los sujetos, el que tiene un leve
aire asiático.
-Eres
un marica desagradable, ¿verdad, puto? -juguetea Aspen, palmeándole
la cara con la otra mano, riendo abiertamente, disfrutando de mostrar
su fortaleza, el que puede hacerle eso a otro tío. O tal vez el
tener una escandalosa erección frente a ellos impunemente, sabiendo
que todos no dejarían de notar su volumen. Era un chico vanidoso,
pues.
Ese
leve bofetón le hace gemir nuevamente.
-Amigo,
esto es tan... extraño. -ríe un tercero.
-Eres
tan pacato. -se burla Aspen, atrapando con la mano el cabello de
Shawn, alejándole el avergonzado pero excitado rostro de la axila.-
Cuéntale al grupo: ¿soñaste toda la noche con mi verga, con
tenerla enterrada toda en tu culo caliente y hambriento? ¿Te
preguntaste si volverías a correrte sin tocarte mientras te usaba
como a mi perra? -Shawn, mirándole con ojos brillante, tan sólo
parpadea y mueve sus labios rojos y húmedos, por las chupadas en la
axila, sin emitir sonido, moviendo los ojos en sus órbitas para ver
a los otros.- Responde o vete.
-Yo...
yo...
-¡Habla,
coño! -le ruge. Los otros sonríen, fascinados aunque incómodos.
-Responde,
maricón, o vete con algo de dignidad. -dice el hombre negro,
cruzando esos poderosos brazos sobre su pecho.
-¿Dignidad?
El pobre lucha con las ganas de gritar que sí, que es una puta
barata cuando piensa en mi verga; pero todavía se contiene. Se frena
por alguna equivocada noción de vergüenza, pensando que defrauda
a... qué sé yo, ¿a su padre?, no comportándose como cree que
debe, en lugar de ser lo que desea en verdad. Simplemente una
traviesa, coqueta y ávida putita de culturistas. -ríe Aspen, de
manera abierta, como si enunciara una gran verdad de esta vida, como
que el sol siempre sale por el este y se pone por el oeste. Aunque
cualquiera podría discutirle que no era así y que era la Tierra la
que giraba en torno a este, ¿pero a quién le importaba esa vaina en
un momento como ese?- Responde, putito.
-Sí,
sí, soñé con tu... verga. -jadea estrangulado, tragando como loco,
enrojeciendo más cuando los presentes ríen. Oh Dios, Aspen se
estaba llevando una manota a una oreja y ladeaba el rostro.
Esperando.- SI, SI, ¡SOÑÉ CON TU VERGA TODA LA NOCHE! -grita
desafiante, desesperado, humillado. Las risas se dejan escuchar, pero
extrañamente ya no le importa.
-Joder,
¿es que no te queda un gramo de vergüenza? -gruñe una voz furiosa,
y volviéndose, pálido y temblorosos de labios, encuentra la mirada
severa de Andrew Tapping, vistiendo como para ejercitarse un rato,
molesto, al lado de un desconcertado Lester Morán.
-Amigos...
-croa.
-¡Eres
un marica total Un degenerado, desagradable y sucio marica. -escupe
las palabras el publicista de color, largándose exhudando rabia,
seguido por la desesperada mirada de Shawn y un gesto burlón de
Aspen.
Lester
casi sonríe y sigue al socio en la escapada. No fueran a verle allí
y alguien recordara que todos andaban juntos por el área de las
piscinas el día anterior. Y si Shawn había temblado antes,
sintiéndose avergonzado por momentos, ahora tan sólo quiere que la
tierra se abra y se lo trague, de pies a cabeza. Su pecho sube y baja
con una respiración febril y superficial.
-Vamos,
puto; dentro de unos minutos tengo una sesion de fotos y debo verme
caliente. -le gruñe Aspen, sonriéndole casi afectuoso, cubriéndole
una mano con una de las suyas, grande y fuerte.
Llevándole,
sin halar, ya que Shawn le sigue, temblando de anticipación. Cruzan
el establecimiento seguidos de una que otra mirada curiosa y se
pierden en los vestuarios, los otros sujetos quedándose atrás,
meneando sus cabezas y riendo.
-Ahhh,
ahhh. Hummm... -de la boca de Shawn escapan los gemidos
incontrolablemente, aunque el mismo se pide recato, disimular un
poco, al menos no llamar la atención de todo el que entrara en
aquellos sanitarios, pero no puede. Desnudo de la cintura para abajo,
con la franela semi enrollada bajo su cuello, su baja espalda hace
equilibrios en la tapa de un inodoro, boca arriba, mientras de pie
entre sus piernas, aferrándole los tobillos, un sonreido Aspen le
mira desde su altura mientras le empuja aquella verga gruesa y larga,
dura y caliente, llena de ganas por la edad, dentro del culo, uno que
se abre ávidamente y la acepta de manera febril, los pliegues, el
anillo redondo adhiriéndose a la barra en su ir y venir.
El
joven culturista sonríe cogiéndole, sin importarle que la puerta
del privado estuviera abierta, que fuera a verle con la verga afuera
todo el que entrara (no el resto de su cuerpo, aunque con tan poca
ropa en verdad no importa), mientras le embiste el agujero al tío
flaco y bonito, teniéndole brillante de transpiración, rojo lujuria
y esfuerzo por la posición, chillando cada vez que su mole dura va y
viene, abriéndole, refregándole las entrañas, golpeándole la pepa
del culo, dilatándole la entrada al máximo, dándole con sus bolas
con aquel elegante vaivén de caderas.
-Te
gusta, ¿verdad? Te gusta mucho mi verga... ¿o tal vez cualquier
verga? -se burla Aspen, sonriendo leve, apretando los dientes,
cerrando más esas manos grandes y fuertes alrededor de los
tobillos.- Vamos, perra, desátate, goza como quieres. Siente lo puta
que eres. -ordena e incrementa sus embestidas, casi arrojándole de
la tapa del inodoro.
-Ahhh,
ahhh, ahhh... -es todo lo que puede gimotear, atravesado por oleada
tras oleada de lujuria. Sintiendo plenamente la gruesa mole de carne
tiesa separándole los labios del culo, penetrándole con fuerza,
dándole con las bolas cuando se cierra contra su cuerpo. Siente cada
latido de esas venas hinchadas en su interior.
-Si,
eso es, puta, aprieta así ese coño contra mi verga, atrápamela,
exprímela con tus labios vaginales... -le sonríe con una mueca, y
esas palabras le hacen gemir, arrugar la frente y sentir
efectivamente el espasmo en su agujero, que se cierra
automáticamente, provocándole otro chillido cuando la mole venosa
vence su resistencia y la refriega. Siente como su propio tolete,
duro, gotea contra su vientre plano, sin tocarse.- Oh, sí, mira cómo
te palpita el clítoris estimulado por un hombre, por la sensualidad
de un hombre, por la verga de un hombre. -le enfatiza sonriéndole
casi al rostro cuando se tiende sobre él, dejándole bien clavado y
alzándole más el culo.- Vamos, acaríciate las tetas para mí. Si,
así... -sonríe cuando Shawn le obedece automáticamente, de manera
torpe, con los dedos recorriéndose los pezones, tan sólo para gemir
más. Eso le hace sonreír.- Rico, ¿verdad? A todas las putas las
tetas se le ponen así cuando un hombre las usa. -le informa.- Vamos,
hálatelas, duro, más duro... -le ordena, gozando de verle
obedecerle y estremecerse, de oírle chillar cada vez que tira de sus
erectos pezones.
La
puerta se abre y el sujeto que se asoma queda en shock, mirándoles.
Aspen le ve y sonríe vanidoso, controlador, alzándose y dándole
más. Shawn enrojece de vergüenza y excitación, todavía
pellizcándose los pezones mientras su culo era cepillado una y otra
vez por la tranca blanco rojiza del muchacho forrado de músculos. El
recién llegado parpadea, alza las manos como diciendo no he visto
nada y sale. Aspen ríe.
-Seguro
que le gustaste, puta. -apretándole los tobillos le alza todavía
más las piernas, haciéndole rodar a punto de caer, y sigue
follándole.- Vamos, maricona, recuérdame cuán no gay eras, dime de
nuevo todo lo machito que eras ayer. Cuéntame otra vez sobre tu
novia y todo eso. -se burla cogiéndole sin detenerse, dándole una y
otra vez con la punta de la tranca sobre la próstata, provocándole
chillidos y estremecimientos.- Cuéntame, ¿le hacías esto a tu
novia?, ¿se estremecía ella bajo tu cuerpo como haces tú bajo mi
sexo? No, ¿verdad? Eres una estafa total, pobre muchacha. -le arroja
al rostro.- Puede que seas un desperdicio como hombre, como novio o
hasta posible marido para una chica inocente, pero eres una buena
perra. -le sonríe casi amistoso, sonrisa y palabras que le obligan a
tensarse más, a arquearse sintiéndose lleno de un placer sin
explicación. De orgulloso.- Me gusta mucho coger tu coño apretado,
caliente y mojado; tan suavecito... -le confiesa, bajando el rostro
ancho y largo, recio por la musculatura, sus caras muy cercanas.- Me
gusta cogerte, putita; tu coño se siente del carajo alrededor de mi
verga; hay muchos putos, todos quieren verga por sus culos, pero no
todos tienen esto... -admite metiéndosela a fondo para que le
entienda, sonriendo otra vez, sus labios casi uniéndose, y parte de
Shawn lo desea. Cree que si el chico le besa se derretirá, estallará
en un climax que le dejará sin sentido y que le amará para siempre.
Pero esos labios se distienden en una sonrisa.- Quiero follarte duro
esta tarde, después de la presentación, detrás del escenario...
Pero para ganarte ese privilegio deberás hacer algo. Y si no lo
haces, olvídate de mí para siempre. -advierte, palabra por palabra,
luego sonríe casi besándole, casi, casi.
Y
Shawn se tensa, tiembla, se arquea y estalla en leche...
......
Todavía
temblando por la tanda de sexo en aquel lugar, siendo que no
solamente se había entregado otra vez a ese chico, quien cepilló
sus entrañas sin parar hasta dejárselas rebosantes de leche
(¿cuánta esperma podía producir?, ¿y no que los esteroides
encogian la verga y las pelotas?), sino porque tres sujetos habían
abierto aquella puerta, mirando unos más que otros, y alejándose;
todos siendo testigos de lo que le hacían y lo mucho que lo gozaba.
Por no hablar de los dos orgasmos alcanzados mientras Aspen
terminaba. Sin embargo, lo peor era lo exigido por este, para que se
volvieran a encontrar.
Pero
no, no podía hacer eso. Estaba bien (por decirlo así) lo que
ocurriera bajo el techo del gym, donde otros sujetos que ya conocían
al fornido atleta vieran todo aquello, otra cosa muy diferente
exponerse, como deseaba Aspen, en un lugar público. Tiembla nada más
de imaginarlo mientras abre la puerta de la suite que comparte con
sus socios de trabajo, preparándose para el mal momento de
encontrarles. No había nadie. El alivio casi le hace caer de
rodillas. Necesitaba asearse y... pensar en toda su puta vida. Si,
está bien, debía admitir que le gustaba lo que ese carajito
vanidoso e insolente le hacía, pero... ¿aceptarlo todo? ¿Lo que
ahora quería? No, no creía poder.
Abre
la puerta de su habitación y se congela.
-¿Morán?
-le extraña encontrar al hombre allí, sentado de culo sobre sus
almohada, esperando.
-Al
fin llegas, ¿mucho ajetreo? -pregunta sardónico.- Amigo, estás
desatado. Tapping y yo te vimos en tus mariconerías y ni eso te hizo
desistir. -le mira como intrigado.- ¿Tanto así ha resultado que te
gustan los güevos? -le impacta.
-Yo...
yo...
-No,
nada de “yo, yo”, ni de analizar si eras hombre cuando llegaste y
ahora eres un marica que suplica amor. Que no lo entiendes y toda
esas tonterías. Deja esa parte para tu novia y tus padres. Lo que
quiero saber es si la vaina te gusta tanto como parece. -le frena
alzando una mano, con un tono que inquieta al otro y casi le hace
obedecer.
-Si,
no sé cómo o por que, pero si. -admite, rojo de cara, bajando la
mirada.
-Imagino
que porque, en el fondo, siempre fuiste un marica. No un chico gay.
Un maricón total. -le aclara, ceñudo como si lo meditara,
recordándole tanto a algo dicho por Aspen que se estremece. Como le
inquieta la mirada fija de este.- ¿Qué te hizo ese gorilita forrado
de músculos? ¿Te hizo tragarte su tranca delante de sus amigos? ¿Te
hizo rogar por ella delante de todos?
-Morán....
-croa jadeando, muy rojo de cara. Y más cuando el otro ríe.
-Mierda,
los ojos te brillan. ¡Te gustan esas vainas, que te traten como a
una puta! -se pone de pie, en pantaloneta y franela.- Nunca me lo ha
mamado otro carajo. Quiero ver qué se siente. Acércate. -le ordena.
Y Shawn parpadea, boca abierta, muy sorprendido.
-¡No!
Claro que no.
-Ven,
coño, quiero tus labios rodeándome la verga y chupándomela hasta
que me saques la leche. -repite, enfatizando cada palabra,
manipulando el cierre velcro de la pantaloneta y sacándose una
tranca blanco cobriza, semi dura.
-¡Morán!
-jadea angustiado por alguna razón.
-Deja
de lloriquear, deja de luchar contra ti mismo. Te gustan las vergas.
Las quieres. Quieres chupármela, aunque no sea un gorilón forrado
de músculos, ¿verdad? Quieres güevo como toda buena puta maricona.
-enfatiza, disfrutando sus palabras, pero más que todo maravillado,
notando el enrojecimiento de Shawn, el cómo se espesa su
respiración, el cómo sus pupilas se oscurecen de lujuria
respondiendo automáticamente a su rudeza.- ¡VEN POR LO TUYO, PUTA!
-le grita tomándosela con una mano y agitándola, ya más dura por
el juego.
Shawn
ya no piensa, tan sólo mira la pieza y le parece escuchar un sonido
amortiguado como a televisor desintonizado. Lo único que sabe es que
camina hacia el otro, evadiendo su mirada, no deseando notar su
sonrisa de triunfo sexual sobre un tipo más débil. Tiembla a un
paso de Lester, mirándole al fin, estremeciéndose ante su sonrisa
dura, sabia, de quien le evaluaba y le clasificaba. Este no era de
los que decía palabras dulces, lo sabía aunque no imagina cómo.
Era de los tíos que en una ocasión así tan sólo mete su tranca en
la boca de quien sea. Y era una tranca... hermosa. No grande y
llamativa como la de Aspen, pero...
Cae
de rodillas, mirándole desde allí, humilde, servil. Caliente.
-Vamos,
zorra, aliméntate.
Temblando,
notando como crece más y más, saca la lengua y recorre el tronco
aún no duro del todo, que quema al contacto y endurece en segundos,
descubriendo el glande de la capucha. Glande y capucha que recorre
con la punta de la lengua, antes de cerrar los labios alrededor del
pequeño nabo y chuparlo. Acres gotas caen en su lengua y se
estremece. Y Lester, sonriendo, mirándole con una mezcla de triunfo
y desprecio masculino, se la va empujando entre los labios.
Dios,
¿estaba dejando que eso realmente pasara?, ¿que otro hombre metiera
la verga en su boca?, peor, ¿un conocido?, se cuestiona lanzando
otra mirada al sujeto que se alza sobre él, sonriéndole, y se
pierde. Atrapándole con las manos los muslos se tiende de adelante
atrás, cubriendo con labios, mejilla y lengua buena parte de la
cobriza tranca que quema y suelta jugos. Pierde el sentido y toda
referencia. Mientras mama de aquel tolete se deja llevar, sintiéndose
caliente, sensual, disfrutando de escucharle suspirar, de gemir
cuando traga y aprieta succionando, cuando la retiene con sus
mejillas y la masturba de adelante atrás. No sabe ni cuando la deja
salir y le lame las bolas, metiendo la nariz bajo ellas, aspirando
sus olores, sintiendo la tranca quemarle un lado de la cara,
intensamente, mientras entierra la boca y la nariz en el punto de
unión del muslo y la pelvis.
-Oh,
si. Oh, si, te ves bien ahí, puto...
Esas
palabras le erizan todavía más, haciéndole feliz, y le mira, pero
Lester tiene los ojos cerrados mientras una beatífica sonrisa
ilumina su cara, aunque parece presentirle. Abre los ojos, le mira y
alzando las manos le atrapa la nuca, guiándole sobre la verga,
disfrutando de hacerlo, de ser mamado pero también de controlar eso,
el ir y venir sobre su ahora completamente tieso tolete.
Disfrutándolo aún más, aunque nunca se lo dijera a nadie, ni
siquiera a sí mismo, porque otro carajo era quien se lo mamaba.
Justo un conocido. Shawn comparte la idea, y eso le hace gemir y
cerrar a su vez los ojos, disfrutando el control del otro, el
chuparle, el sentir cada contorno y nervadura de esa barra contra sus
mejillas y lengua. Cuando le retiene contra su pubis, llenándose las
fosas nasales con sus pelos, se ahoga un poco, pero resiste.
Aspirando con fuerza. Y hace algo que ni él sospechaba pudiera
hacer, tensa los músculos de su garganta y comienza un chupar
intenso, la manzana de adán subiendo y bajando de manera
espasmódicas mientras sigue ordeñándole con gula.
-Oh,
Dios, lo haces tan bien, marica...
Escucharle
le excita más y más, así que con ojos llorosos por falta de aire,
en cuanto Lester afloja el agarre en su nuca, se retira, dejando la
cobriza pieza brillante de saliva y jugos, quedando con la boca
abierta, jadeante, mirando la tranca que se bambolea y gotea saliva
espesa. Alza la mirada, brillante como la de un gato, y le atrapa la
base de la porra (se sentía juguetón, con Aspen era diferente; con
él todo era... control y calor, cachondez total), masturbándolo,
agitándosela, golpeándose suavemente la cara con ella, mojándose,
sintiendo la dureza y el calor (y sentir un tolete duro contra el
rostro era una experiencia que muy bien valía la pena vivir,
admite), antes de cubrir nuevamente el glande con su boca y chupar,
sorbiendo ruidoso. Traga y suelta, chupa y masturba con fuerza, va y
viene ladeando el rostro, por un segundo la silueta de este le
deforma la mejilla derecha, y todo eso le excita.
Traga
y mama, chupa y desea más, sin que hablen ya, tan sólo se miran.
Sabe que terminará bebiéndose la esperma de Lester, quien mece sus
caderas; que este tenía toda la intención de correrse en su boca,
escupiendo su carga salobre, espesa e hirviente en ella, y la idea le
llena de un calor total. Por un segundo se pierde y no sabe si chupa
a Lester o a Aspen, y no le importa. Lo importante era que tenía una
hermosa verga en su boca, deseosa de alimentarle, de llenarla con su
crema, y la sola idea le tenía goteando bajo el pantalón (como
todavía gotea algo de esperma de su culo).
-Mierda,
mierda... -le oye gruñir, ronco, pesado, tensando las piernas.
No
necesitaba decirle nada más, tragándola hasta chocar de su propia
mano, siente como la barra se contrae y luego se dilata, más dura,
haciéndole consciente de cada nervadura llena de sangre, y gime
cuando siente el golpe contra su garganta, hirviente, el semen
resbalando lentamente esófago abajo. Aleja su rostro un poco,
mientras agita el puño sobre la barra y los siguientes disparos
llenan su boca, cubren su lengua, y la traga paladeando, mareado,
preguntándose si acaso estaba volviéndose loco: Esa vaina sabía
deliciosa, y dulce.
Y
Lester Morán se estremece y gruñe mientras mece sus caderas, siendo
todavía chupado y masturbado.
......
Una
vez bajo la fina lluvia de la regadera, Shawn tiene tiempo para
pensar en todo lo ocurrido, en lo mucho que disfrutó el trato que
Aspen le daba, pero también de la verga de Morán, y rojo de
vergüenza debe admitir que sí, que le gustan los güevos. Sale,
envuelto en una toalla, húmedo, todavía confuso por todo lo vivido
con el socio de trabajo, agradecido de que este le sonriera al final
y le dijera que se calmara, que no pensaba contarle nada a nadie,
guiñandole un ojo:
-Y,
si se da, se repite, ¿no? -agregó antes de salir.
Eso
le hace sonreír, pero ahora... Aspen. Dios, debía estar compitiendo
en esos momentos, exhibiéndose bello, sensual y poderosos frente a
muchos, tíos y tías que admirarían y desearían ese cuerpo
perfecto. Uno que él había tocado, lamido, chupado. Que le había
poseído. La idea de bajar esa tarde y encontrarle le avergüenza de
nuevo. ¿Todavía pensaba en sexo después de dos encuentros y tres
lechadas?, estaba peor de lo que imaginaba. Pero ese chico...
Sin
embargo aún quedaba pendiente lo que este le exigiera. Eso que sí
no cumplía mejor era que ni le buscara. ¿Se atrevería a decirle
adiós? Duda horriblemente, mordiéndose el pulgar.
¡A
la mierda!
Vistiendo
una larga pantaloneta, y una sandalias, se llega al área de las
piscinas y jadea. Su pecho sube y baja con esfuerzo. Eso estaba lleno
de hombres atractivos, jóvenes y musculosos, y de muchas mujeres
sencillamente hermosas, tetonas y sensuales. Duda y duda, hasta que
finalmente lo hace. Sabiendo que tiene que obedecer.
Baja
su pantaloneta, saliendo de ella, quedando cubierto por una pequeña
y muy breve tanga hilo dental color rosa, de un modelo muy coqueto y
femenino que se mete entre sus nalgas. Enrojeciendo cuando todas las
miradas se vuelven hacia él.
CONTINUA ... 9
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