lunes, 24 de junio de 2019

EL CONSOLADOR DE PLATA... 10

EL CONSOLADOR DE PLATA                         ...9
               
   Todo tío joven ha esperado recibir amor...
......
   -¿Te gusta? Se siente rico. -es todo lo que Andy informa, mirándole, labios rojos y húmedos de saliva y jugos de verga, moviendo sus trasero y ronroneando.- Si, se siente tan bien... -y algo le pasa, agitarlo parece desesperarle de excitación y se tensa todo, su espalda se arquea y cierra los ojos, lanzando un largo gemido como si le atravesara una potente corriente de placer y calenturas desde ese punto de su cuerpo.
  Con la boca abierta, parpadeando, con Hasani tragándole el tolete una y otra vez (aprovechándose del momento, necesitado del jugo de bolas), Ryan mira ese culo joven atravesado por aquella pieza... y algo quiere encajar. Una idea quiere abrirse paso en su mente. Se tiende hacia el chico, alarga una mano, y cierra el vientre sobre la cabeza del egipcio, quien queda aprisionado, con aquella mole de carne palpitante muy clavada en su boca, y casi roza la base acanalada del instrumento. Siente calor, casi una vibración extraña, como un campaneo lejano. Y la aleja, rápidamente.
  ¡Un objeto maldito! Así explicaban lo ocurrido allí...
  -Hasani, Andy, ¿dónde encontraron esa... cosa?
  El joven egipcio abandona su verga, la cual cae tiesa entre los dos chicos, bamboleándose en la nada, horizontalizada, goteante de la salivas de ambos y de los propios jugos que producía. El tolete se agita como protestando aquella falta de atenciones, y las miradas brillantes y febriles de los chicos caen sobre ella casi rapaces.
  -La encontré yo, sahib. -ronronea el joven egipcio, usando su tono más extranjero y exótico como para excitar al hombre (quien se estremece un poquito, eso hay que reconocerlo), mirándole desde sus rodillas, el culo apoyado en los talones.- Lo encontré en la otra habitación.
  -Lo que fue curioso. ¡La habíamos revisado dos veces y nada! -ríe Andy, también de rodillas, pero Ryan nota perfectamente como contrae y afloja sus nalgas, para experimentar algo en su trasero, algo que agitaba su respiración.- Estaba sobre una columna como esa. -le señala con un gesto de cabeza la lámpara.- Era imposible no verlo antes, pero...
  -¿Qué encontraron?
  -Esto. -Hasani se tiende hacia Andy, quien gimotea casi lloroso como el chico al que quieren obligarle a compartir un juguete.
   Hay risitas y luchas de manos que erizan al otro, ¿qué diablos les pasaba? Parecían los propios maricas. Finalmente el chico se tiende sobre el trasero del amigo americano y lentamente le saca aquella cosa del culo. Y mientras lo hace (Ryan le clava la vista), se notan los labios peludos de aquel culo dejándolo salir, pegados a él. Andy lloriquea de lujuria como si el desplazamiento de aquella vaina fuera la mejor cosa a experimentar en su joven vida. Queda rojo de cara, mirada nublada, con expresión algo idiotizada (parecida a la que él mismo ponía cuando se corría, reconoce el hombre mayor), y en la mano del egipcio queda aquello.
  Lo sostiene por la base. Es un objeto largo, de unos veinte centímetros, cilíndrico, como la unión de dos piezas semicirculares que se unen en sus extremos, dándole un grosor de unos ocho centímetros promedio. De metal pulido, brillante a pesar de salir del culo de un chico; pero no liso, su superficie parecía surcada de imperfecciones, terminando en una punta roma algo más estrecha. Algo curvo si se le dejaba apoyado sobre la base acanalada. Y tenía todo la apariencia de... de...
  Ryan nota como Hasani lo mira y aprieta por la base, sonriendo extasiado, como oyendo una hermosa melodía de la que no puede escapar. Y sin pensarlo más lo baja, dobla el brazo a sus espaldas y apunta la cabeza de eso hacia su culo.
  -Hasani, no... -el hombre realmente se alarma, pero no puede moverse lo suficientemente rápido y ve como el chico, ese guapo joven calentorro y cazador de mujeres se tensa, alza el rostro, cierra los ojos y sonríe mientras se clava, centímetro a centímetro esos veinte de material grueso, el cual le mete igualmente los pliegues peludos del culo. Y que mientras más y más mete, más chilla. Se lo clava todo y sigue gimiendo, de una manera que eriza al americano más adulto.
   Le ve dejarlo sobre el piso y comienza un sube y baja lento pero profundo, casi se lo saca de las entrañas, los labios canelas de su orificio dejan ver la redonda cabecita, para luego caer todo el trayecto sobre la barra, casi apoyando las nalgas en el piso, momento cuando más chilla, ya que este se ensancha un poco más abajo alcanzando los diez centímetros.
   Había encontrado esa vaina en aquella columna, riendo feliz por el hallazgo. Por fin había encontrado algo, sería él quien hiciera un descubrimiento, su tío… Pero al ver la figura, caída de lado, rió. Era muy evidente.
   -¡Mira esta cosa! -chilló, mientras a sus espaldas Andy tendía las mantas sobre el piso, acercándosele curioso.
   -Si es otro alacrán y quieres arrojármelo, dejaré uno en tu bolsa para que se te meta por el culo esta noche. -le gruñó, inclinándose un poco también, para mirar la brillante pieza a la luz del quinqué.- Pero ¿qué coño...? -intercambiaron una mirada.- ¿Es lo que parece que es o sólo me lo parece a mí?
   -Parece que la idea de diversión a solas, en aquella época, no era muy diferente de la de ahora. -río el egipcio. El otro, sin poder apartar los ojos del fascinante objeto, replicó.
   -¿Has visto muchos de estos? ¿Algo que quieras contarme?
   -Hay señoras que...
   -Si, claro. -y como puestos de acuerdo ambos alargan las manos y lo atrapan.- ¡Deja!
   -¡Yo lo encontré! -replica el otro, alzándose ambos. Congelándose en el acto.
   Sentían que aquella pieza de metal (seguramente plata), parecía reverberar a cierto nivel, como una plancha metálica que hubiera sido golpeada horas antes pero que aún conservara cierto eco. Se sentía en las manos. Los dos jóvenes se miraron, algo cercanos al estar aferrando el objeto.
   -Dicen que esta era una tierra de fieros guerreros. -gruñó Hasani con una sonrisa.
   -Seguro. Fieros y malos, y cuando terminaban de matar y conquistar regresaban al templo y se dedicaban a darse consuelo y gusto. -sonrió Andy.- O tal vez era el juguete de un sacerdote, el cual le dedicaba a sus dioses una ofrenda cada noche. O buscaba jóvenes esclavos de guerra, chicos viriles, sometiéndolos al poder del culto. -se estremeció al pensarlo.
   -¿Y por qué chicos y no esclavas? -Hasani tenía la mirada perdida, sin darse cuenta alzó un poco más esa pieza fálica entre ambos.
   -Porque esto parece ser hecho para un culo masculino. Por aquello de la pepa que tenemos adentro. Esta curvatura asegura que la punta... Ya sabes...
   -Sabes mucho de eso, ¿no? -todavía bromeó el egipcio, respirando pesadamente, mirando la punta de aquello.- ¿Recuerdas al francés montado sobre aquella polla negra?
   -Si, lo recordaba. Seguro que antes el muy maldito y sucio marica hizo... -ronroneó con voz ronca y opaca, Andy, acercando la punta de su lengua a esa cabecita todavía fría, pero no tanto, lamiéndola. Provocando la risita del otro, quien, sin embargo, le imitó. Aletearon sobre ella con sus lenguas.
   -¿Sabes en qué pienso? -a Hasani se le escaparon las palabras, respiración pesada, ojos brillantes.
   -¿En cuántas virginidades se perdieron con esto?
   -No. -la respiración se le espesó más.- Aunque ahora lo hago. Pero pensaba en la verga de sahib Huston. ¡Era inmensa! No como esto, claro, pero era... -informó y jadeó, incapaz de encontrar palabras.
   -¿Era bonita y te fascinó? -se burló un poco, mientras daban besitos a esa pieza.- ¿Y si vas y te cercioras de que es tan hermosa como la recuerdas? ¿Qué tal si vamos y lo vemos? -propuso cerrando los labios sobre la cabecita, chupando.
CONTINÚA ...11

2 comentarios:

  1. Hola Julio, soy yo de nuevo; te envié correo...

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    1. Épale, entré y leí, pero el internet está fatal. Lleva rato en eso. Y el apagón de esta tarde no ayudó, como no ayuda ninguno. Oye, si la tienes me gustaría comenzar con El Pepazo. Le tengo afecto al tipo ese, pobre Jacinto, jejeje...

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