HISTORIA INTERESANTE... ... 2
Juventud,
dulce tentación...
...
-A
ver una cosa –dijo Andrés tomando la cara de Augusto. Le dio una
suave bofetada.- Si… este tipo está en otro mundo. Disfrútalo, te
lo mereces. –empezó a cerrar la puerta cuando Ángel le pregunto:
-¿Tú
qué haces despierto a esta hora?
-Estaba
descargando un capítulo de Mirai Nikki.
-¿Aun
sigue tu amor por Yuno?
-Por
supuesto. Yo quiero una Yandere
así
como ella.
-Eso
no es problema. Búscala y punto –dijo Ángel.- Bueno que te
diviertas con tu Yuno que yo me voy a divertir con este –dijo
señalando a Augusto.– Como pesa por Dios –se quejó de nuevo-,
todo ese peso es músculos y solamente espero que el músculo que me
interesa de él esté en buenas condiciones. –Andrés cerró la
puerta y Ángel siguió por el pasillo. Abrió la puerta que estaba
al lado de su cuarto y entró con Augusto.
Dentro
del cuarto, Ángel le quitó la ropa y la arrojó a un lado. De
verdad que Augusto está muy bueno. Pectorales marcados con oscuros
pezones en ellos, bíceps y deltoides delineados perfectamente y los
músculos del abdomen marcados perfectamente. Tenía unas nalgas bien
bonitas que Ángel masajeó a gusto. No era muy velludo y eso le
gustó. La verga de Augusto tenía prepucio y Ángel se entretuvo un
rato sacando y escondiendo la cabeza antes de meterla en su boca.
Sabía un poco a orín, pero de verdad que no le importó. Su verga
mediría unos 17 cms pero tenía un buen grosor, de unos 6 cm de
diámetro. Lo estaba masturbando para que se pusiera a tope y Augusto
emitía pequeños quejidos que hacían que Ángel se excitara más.
Cuando
vio que estaba bien erecta, la metió toda en su boca hasta la misma
raíz, ahuecó su garganta para poder respirar y así no le dieran
arcadas y empezó con una deliciosa felación que Augusto agradecía
dando pequeños chillidos. Después de unos veinte minutos, Ángel
decidió ir a otro sitio. Flexionó las piernas de Augusto para tener
una visión de su culo y decidió darle un beso negro delicioso.
Subía y bajaba su lengua entre el ano y las bolas hasta que ensalivo
suficiente y pudo meter el dedo medio hasta llegar a la próstata y
masajearla.
-Si
estuvieras despierto jamás olvidarías esto, pero no importa. Dentro
de poco tú me harás esto mismo a mí –le dijo como promesa.
Con
el dedo masajeando la próstata, Ángel empezó de nuevo a mamar su
verga, alternando subidas y bajadas con la penetración del dedo.
Augusto estaba bastante agitado y hubo un momento cuando Ángel creyó
sentir que se despertaba, pero sólo puso las manos en su cabeza para
“guiar” la felación.
-Sí.
Leticia, así –susurró Augusto en sueños, antes de acabar en la
boca de Ángel muy abundantemente. Este no dejó que nada se perdiera.
Cuando
se tragó todo, la verga de Augusto empezó a recuperar su tamaño y
Ángel sacó su dedo del culo, le puso el bóxer y lo colocó en
posición para dormir, para luego salir del cuarto he irse al suyo
propio a hacerse una linda paja.
Todo
esto ocurrió hace 5 meses y desde entonces no se repitió nada entre
ellos, pero Ángel era paciente y sabía que tarde o temprano se
repetiría. Ese fin de semana, Augusto estuvo en casa de Ángel.
El
problema fue que, cuando Augusto habló con Leticia, esta lo amenazó
con suicidarse si él la dejaba y cayó en esa absurda mentira. Desde
entonces se sentía atrapado en una relación sumamente tóxica para
él.
Afortunadamente
para Ángel, siempre ocurren cosas que benefician sus planes y esta
vez no pensaba dejar escapar la oportunidad.
-¡¿Ángel?!
–le llamó Augusto sujetando su hombro.
-¿Qué?
–preguntó este, distraído.
-Estoy
hablando contigo y no escuchas –se quejó Augusto.- Te decía que
ya que tenemos libre la tarde de mañana, podríamos hacerlo.
-Por
mí está bien –dijo Ángel.- Mientras más rápido mejor. Es mejor
que lo hagamos en mi casa.
-¿Tu
compañero estará allá a esa hora? –Preguntó Augusto dudando
-¿Cómo es que se llamaba? ¿Adrian?
-Andrés
–le corrigió- y no, no va estar. Tiene clases a esa hora.
-Gracias
de verdad –dijo Augusto.- Eres un gran amigo y, por favor,
ni una palabra de esto a nadie.
-Sabes
que no diré nada, pero por favor, vamos a clases que hay cosas que
hacer –dijo Ángel levantándose.
-¡Hey
chicos!- escucharon una voz femenina a sus espaldas.
-¡Dani!
–gritó Ángel y corrió a abrazar con fuerza a una muchacha algo
morena, delgada y de baja estatura. -Buenos días, Daniela. Modales
ante todo –le susurró al oído.- Una señorita debe tener modales.
-Buenos
días, cielo -le respondió ella muerta de vergüenza. Siempre se
ponía así cuando Ángel la abrazaba.
-Hola,
chicos –los saludó un joven blanco, un poco musculoso, alto y con
el cabello perfectamente peinado de lado, que estaba al lado de esta.
-Hola
–respondieron ambos, Ángel y Augusto.
-Están
llegando tarde –les reprochó Ángel.
-Tráfico.
Vil y cruel tráfico –respondió Aníbal. - ¿Entramos?
-Vamos
–respondieron los otros.
El
día transcurrió como cualquier otro. Básicamente correr de un lado
a otro entre clases. Primero teoría de Bioquímica; luego teoría y
práctica de Anatomía; almuerzo de doce a dos; teoría de
Histología; luego práctica de Histología. Terminaron saliendo a la
cinco de la tarde bastante cansados y malhumorados todos. Eduardo se
quejaba a más no poder y Carlos sólo le seguía la corriente.
Augusto estaba muy pensativo, Dani y Aníbal tenían rato de irse en
el carro de ella y Ángel estaba esperando a Andrés.
-Los
llevo a todos al Metro y de ahí cada quien a su casa –les dijo
Ángel.- Andrés debe estar llegando ya –escuchó un mensaje y lo
vio.- Si… ya está afuera.
-Hola,
Andrés –saludó primero Carlos al entrar al auto.
-Hola
–saludó Eduardo.
-Hola,
Adri… Digo… Andrés –saludó Augusto- ¿Por qué nunca me
acuerdo de tu nombre?
-Ni
idea –respondió Andrés lacónico. Ángel sabía muy bien que no
le interesaba nada lo que Augusto dijera, básicamente no le
interesaba mucho lo que dijeran las personas.- ¿Hacia dónde los
llevo? En la Cota Mil hay todo un estacionamiento y si nos vamos por
la avenida Fuerzas Armadas, los dejo en la estación La Hoyada
–explicó con frialdad.
-Por
mí está bien –dijo Eduardo.
-No
hay problema –agregó Carlos.
-Esa
es mi parada natural –dijo Augusto.
-Entonces
vámonos –dijo Ángel, sentándose de copiloto.
-¿Seguro
que quieres hacer eso? –Preguntó Andrés, media hora después
cuando ya los chicos se bajaron del carro.- Pensaba que tenías otros
planes con él llorón y su novia.
-Técnicamente
sí, eso ya lo hablamos –respondió Ángel.- Pero si puedo acelerar
las cosas, mejor para mí. Además, si esto no funciona, puedo hacer
lo otro –comentó.
-¿Dónde
lo van hacer? –Preguntó Andrés.- ¿En casa?
-Quería
hablarlo contigo primero a ver si no te molestaba –dijo Ángel.
-¿Y
si digo que me molesta que lo hagan en casa? –preguntó Andrés.
-Lo
hago en otro lado –respondió Ángel encogiéndose de hombros.-
Pero preferiría hacerlo allá, para mantener las cosas controladas.
Augusto conoce esta casa. No quiero que sepa de la existencia de las
otras. Entonces… ¿tengo permiso de hacerlo? –preguntó.
-Sólo
no hagan tanto ruido –respondió Andrés con sequedad.- Y espero
que sepas que no voy a intervenir en lo que pase. Pienso estar
durmiendo todo el día.
-Sólo
cierra tu puerta –respondió Ángel.- Las habitaciones están
diseñadas para que el sonido se aislé. Tú lo sabes. Y gracias por
dejarme hacerlo allá –agregó con una sonrisa.
-Aja
–respondió Andrés y siguió conduciendo.
Cuando
llegaron, y después de guardar el carro, cada uno tomó un destino
diferente: Ángel fue a la cocina y Andrés a su cuarto.
En
la nevera, Ángel encontró una nota:
“Dejé
la cena dentro de la nevera. Mañana no podré venir, porque tengo
cita médica. Nos vemos el viernes”
-“Muy
bien”
-pensó.-
“Las
cosas se dan mejor de lo planeado. Si mi tía no viene mañana, podré
actuar incluso mejor”.
Para
evitarse la molestia de tener que cocinar y de los quehaceres de la
casa por la falta de tiempo, Ángel contrató a una persona encargada
de eso que resultó ser una tía-abuela. La razón de eso es que, se
trataba de alguien conocido y de confianza. No tenían pensado que
una extraña pisara su casa y estuviera sola todo el día haciendo
quién sabía qué.
Después
de leer la nota y tomar la cena de él y Andrés para meterla al
microondas, decidió mandarle un mensaje a Augusto recordándole lo
que iban hacer el día siguiente. Necesitaba mantenerlo fijo en esa
idea. No pensaba tolerar más retrasos por la zorra de Leticia.
Augusto pronto se convertiría en su “amigo especial”.
-“¿Preparado
para mañana?”-escribió.
-“Si.
Hace rato le escribí que mañana teníamos que hablar. ¿Dónde
vamos hacerlo?”
–le
respondió Augusto.
-“En
mi casa, ya te lo dije. Aquí podremos manejar las cosas si se salen
de control”
-“¿Qué
es lo que planeas? ¿Cómo vamos hacerlo?”
-“Fácil.
Tú terminas con ella. Si te amenaza de nuevo solo le harás creer
que no te importa, luego, si toma algo con lo que hacerse daño,
veremos si es capaz de hacerlo. Si no, terminas con ella y yo la
llevo a que tome un taxi. Ahora, si decide hacerse daño y derrama
sangre, entonces, definitivamente esa niña necesita ayuda
psicológica. Hablamos con sus padres sobre eso y que ellos se
ocupen”
–escribió
Ángel con tranquilidad.- Así de fácil –murmuró enviando el
mensaje.
-“¿Crees
que funcione?”
-“Debería.
En una u otra situación, tengo todo controlado”
-“¿Seguro
que no pasara nada? Ella es muy terca y tal vez no logre aceptarlo.
Ella me quiere.”
-“Si
te
quisiera no te habría engañado, Augusto. ¿O acaso ustedes tenían
una relación abierta?”-
escribió Ángel insistente. Suspiró con paciencia.
-“No,
nada de eso. Pero me preocupa mucho lo que pueda pasar”
-“A
la
hora de almuerzo, le dices que debes ir a casa de un amigo a recoger
unas cosas. Los traigo a los dos y en un momento dado yo me aparto
para que tengan espacio para hablar. Estaré vigilante por si me
necesitan. No debes preocuparte.”
-“Dicho
así, suena muy fácil”
-“Es
más complicado de lo que suena. Pero lo solucionaremos. Te dejo,
debo ir a cenar y después a estudiar. Mantente firme en tu decisión,
de nada vale lo que vamos hacer si tú no estás concentrado”
-“Bien.
Hablamos mañana.”
Mientras
terminaba de preparar la mesa para cenar, el joven se preguntaba si
valía la pena hacer todo ese esfuerzo por separarlos. Augusto era
muy hetero y no tenía garantías de que funcionara. Pero después se
dio cuenta que, de todas formas, no sería la primera vez que
terminaba teniendo sexo con un hetero.
Pensaba
esperar, de todas formas, al día siguiente.
-Mañana
no viene mi tía –le informó a Andrés mientras cenaban.- ¿Qué
te apetece cenar mañana?
-No
sé… -respondió Andrés fingiendo que pensaba.- ¿Sushi?
-Vaya…
que respuesta tan inesperada esa –dijo Ángel irónico,- será
sushi entonces. Yo lo compro después de llevar a la zorra a la
parada de taxis.
-¿Planeas
hacer algo con el llorón mañana?
-Tal
vez. Debo aprovechar que estará un poco vulnerable. -respondió
Ángel.- En la facultad hay otras mujeres interesadas en él, me
consta, y antes de tener que quitarle otra novia prefiero actuar
rápido. Y a todas estas ¿por qué tanto interés? –levantó una
ceja con duda.
-Tu
vida me entretiene. Ya te lo he dicho –respondió Andrés
encogiéndose de hombros.- Quien me divierta más, será mi amigo.
-Eso
ofendería a la mayoría –respondió Ángel.- Pero, yo no soy la
mayoría, así que me da igual. A veces es bueno ser cínico y sin
sentimientos –agregó riendo.
-Tu
aún tienes sentimientos, amigo –respondió Andrés.- Solo que…
los estás suprimiendo muy bien. Bien por ti.
-Tener
sentimientos me trajo problemas en el pasado y por eso sufrí mucho
–dijo Ángel.- Pienso que debo terminar de eliminarlos. Dejar sólo
los que me interesen cuando sea necesario. Oh, mierda, mira la hora
–comentó mirando su reloj –me voy a dormir. Hoy te toca limpiar
la cena.
-Si…
que divertido –respondió Andrés.- Igual yo también debo estudiar
un poco antes de dormir. Debo preparar algo para la clase de alemán.
Wir sehen uns morgen.
-¿Ah?
–preguntó Ángel saliendo de la cocina.- Deja tu puto alemán,
coño –pidió con fastidio.
-Nie
–Respondió Andrés riendo.-
¡Lern
die Sprache Idiot!
-Eh...
¿Dank? –Preguntó Ángel.- No, no, Dank es gracias... ¿Qué fue
lo que me dijiste primero?
-“¿Wir
sehen uns morgen?”; nos vemos mañana. “Nie”, es nunca –explicó
Andrés riendo.- Y lo último fue “¡aprende el idioma, idiota!“
–explicó riendo más fuerte.
-Genial...
y yo como un pendejo te di las gracias... ¡Excelente Ángel! –se
lamentó Ángel y él también se rió.
......
Cuando
la luz de la puerta al abrirse le llegó a los ojos, el encadenado no
pudo resistir el encandilamiento. Ya tenía veinticuatro horas con el
dildo destrozándole el recto, incluso sentía como sangraba un poco.
Le ardía mucho.
-Por
favor… -dijo con un hilo de voz.- Mátame. Mátame de una vez.
-¿Por
qué tendría que ser amable contigo? -preguntó el encapuchado
apagando la máquina y sacando el dildo del culo del encadenado.- Veo
que tienes una pequeña hemorragia en el conducto anal. Genial –sacó
el dildo de la base de la máquina y lo llevó a una vendeja que
lleno con agua.- Hoy jugaremos de otra manera. Ya que anoche no hice
nada contigo, debo recuperar el tiempo perdido –dijo desatando las
manos del potro. -Debo recordarte la razón por la cual estás aquí
–dijo mientras le desataba los tobillos.- Levántate.
El
encadenado apenas y se podía mover. Sentía todo su cuerpo
entumecido por la posición adoptada durante todo un día y lo peor
era el dolor en su culo. Tosió por un buen rato antes de poder
caminar trabajosamente a donde le señalaban ir. El encapuchado
estaba detrás, vigilando. El tipo quería que se sentara en una
hamaca que estaba suspendida en el techo. Ya antes había estado ahí
y lo que vino a continuación fue una salvaje violación. Primero lo
hacía con su pene. Un monstruo que lastimaba por su grosor y lo
largo que era y cuando eyaculaba dentro, usaba el semen como
lubricante para meterle un dildo de 30 cms muy grueso que aseguraba
para que no saliera. Mientras tenía el dildo dentro, recibía
latigazos en sus bolas hasta que el encapuchado se cansaba y decidía
que era hora de una electrocución. El no podía moverse porque sus
manos y pies siempre estaban asegurados y eso era lo peor. Casi
siempre su cuerpo pendía de sus extremidades. Era lo usual desde que
le tenía prisionero.
-Un
momento –dijo el encapuchado de pronto, cuando el encadenado se
acostó en la hamaca.- ¿No has comido nada hoy verdad? –El
encadenado no respondió.- Con que estamos muy callados hoy ¿eh…?
Bueno, si no quieres hablar entonces puedo quitarte la lengua ya que
no la quieres usar ¿verdad? Lo que no se usa se desecha –dijo
mientras aseguraba los miembros del encadenado.- ¿Es eso, no quieres
conservar tu lengua?
CONTINÚA…
......
La
historia deja colar sutilmente sus intrigas, Ángel no parece tan
bueno como nos imaginábamos; Andrés parece sentir algo de interés
en una vida que no es la suya; y el trato dado a los personajes (se
sienten un tanto misteriosos), la descripción de la casa con sus
sótanos, todo ese secretismo que bien puede ser discreción o no,
hace sospechar sobre la identidad del enmascarado y la ubicación de
su sala de juegos.