jueves, 30 de mayo de 2019

CHICOS IMPACIENTES

AUTO DESCUBRIMIENTO...

   Joder, esto ya era un abuso, piensa; ¿era justo que el maricón ese, ese pato perdido a quien quiere chupársela, pero también metérsela, tanto que sólo puede pensar en eso aún en sus clases o en las prácticas de fútbol, retrasando cada mañana su llegada a las aulas y cada tarde a la cancha, esperándole, se retrase tanto en llegar al baño de la residencia? Le daban ganas de amenazarle, con contarle todo a los panas en común y a la novia del otro (esa zorra a la que tanto odia), para que entre en cintura. Si no le gustara tanto ese culo... Ya está, llega tarde y fingiendo que no quiere ver, que no desea tocarle. Y él ardiendo, por esa curiosidad de la edad, para experimentar mientras está en la universidad, tan sólo eso porque él no era raro... En lo que ya llevan todo un año reuniéndose en esos baños. 

DESPEDIDA DE LA CASA CLUB DE LOS MACHOS

EL CONSOLADOR DE PLATA ...5

EL CONSOLADOR DE PLATA                         ...4
   Listo para la acción...
......
   Aunque americano, por lo tanto más informal, Ryan Huston se siente de pronto abrumado e incómodo ante el estallido.
   -Amigo mío, calma. Sabe que no creemos en maldiciones. Ni lord Baskelfiel ni yo. Mi encargo...
   -Lo sé; mi amigo inglés es un coleccionista ávido, como ávidos son con Egipto. -gruñe mortificado, ¿de su estallido emocional, por las palabras del otro?- Pero hay más cosas entre el cielo y la tierra que la sola contemplación de los caprichos. -parece que va a agregar algo más, obligado por algún deber moral que le impulsa a violentar su hospitalidad, pero la llegada de dos siervos, con cuencos llenos de higos y otros frutos, le hacen callar.
   -¿De verdad le inquietan todos esos cuentos? Supongo que ha escuchado algo más desde la aparición de las ruinas. -Ryan intenta desviar su atención, probando de los frutos. El otro le mira, severo, digno, entendiendo el truco.
   -Discúlpeme, amigo. Conociéndole no debería sorprenderme su determinación. ¿Le... molestaría que Hasani se quedara conmigo? Ese muchacho anda demasiado realengo, desobligado de sus tareas. -le sorprende otra vez.
   -Me haría falta, en verdad. Ese muchacho conoce a todos, las lenguas y maneras, pero si él decide quedarse... -no entiende al otro.
   Y el asunto habría quedado así si despidiéndose después de conseguir un mapa con la ubicación exacta de las ruinas, no hubiera presenciado un seco cruce de palabras entre Hasani y su tío. Como ya se ha despedido ceremoniosamente (y para dramas su vida sin su dama), sale del atrio. El sol parecía quemarle más en la calle mientras va hacia el jeep.
   -Profesor... -escucha la llamada de Hasani, que corre hacia él, sonriendo.- ¿Pensó que se libraría de mí?
   -Tu tío... -se siente dividido en sus lealtades, viéndole tomar el volante.
   -Soy un adulto, puedo tomar mis decisiones. Ya le traeré algo del desierto para que comercie y que me perdone. -responde irreverente.
   Más tarde, en el hotel, todavía extrañado por la intensidad de Asim el viejo, se dedica a estudiar el mapa. Joder, el viaje era largo, estaba en los límites más norteños del país. Vestido como un explorador inglés, sin olvidar la corbata, el chaleco y el traje, así como el sombrero, sale y encuentra otros seis vehículos rústicos. Nota que Hasani y Andrew se las ingenian para evitar a Jean Luc, mientras le lanzan miradas socarronas y ríen con gestos torvos. Debía vigilar a esos dos o provocarían una disputa con el joven francés maricón.
   -Sahib... -una voz le sobresalta, y al volverse se lleva una desagradable y enorme sorpresa. Encuentra a un joven alto y moreno, vestido a la usanza del país, que le sonríe mientras monta algunos sacos en uno de los jeeps.- Soy Tarik, Asim el viejo me envió para acompañarles. -informa... ¡el chico que tuviera sexo con Jean Luc en el barco!
   Va a responder (una negativa, carajo), cuando este se vuelve, le mira, abre muchos los ojos azules y gime, enrojeciendo, resplandeciendo. ¡Y el joven negro le sonríe igual!, casi rueda los ojos el hombre mayor.
   -Llevamos suficientes hombres para...
   -Asim el viejo quiere que vigile a su sobrino. -le susurra este, con aire conspirativo.- Quiere que me lleve, o en su defecto que atrase el viaje una semana hasta que lleguen sus padres.
   -No puedo esperar tanto. -gruñe, molesto.
   -Seré útil, sahib. -el otro promete.
   Claro que sí, e imagino en qué y con quién. Lo piensa pero calla, indicándole con un gesto que se acomode en uno de los jeeps, el último.
   -Profesor, ¿no irá a dejar que...? -Hasani casi le cae encima, igual Andrew.
   -¿En serio vamos a llevar a ese tipo? Es el amiguito de...
   -Vamos, se hace tarde. Quiero estar lejos de Saqqara al atardecer. -les corta, molesto con toda la situación, ¿podría empeorar? Oh, claro que si, ve como Jean Luc se las arregla para ir en ese jeep.
......
   Con Andy al volante y Hasani en el asiento posterior, Ryan se siente un poco mejor mientras atraviesan la ciudad vieja y salen por el camino de las caravanas. El viaje llevará unos dos días, pero no había otro remedio. Un aeroplano quedaba fuera de la ecuación, no por costos sino porque el ejército inglés los mantenía bajo control directo y no los prestaban. Sintiendo el aire caliente, eleva el rostro, sonriendo. Mira la silueta de la pirámides alzándose y no puede contener la emoción de siempre, recordando la manida frase de Napoleón a sus tropas ante estas y la esfinge:
   "¡Mirad! ¡Recordad que desde esos monumentos, cuarenta siglos os contemplan!"
   También él siente ese escalofrío, el mismo que sentía cualquiera navegando por el mítico Nilo, o al salir de noche de una tienda de campaña para verlo todo bañado por la luz de la luna en las dunas de arena, todo dibujándose como un espejismo, un sueño grato.
   Pero el viaje es largo, llegan agarrotados y cansados a Gesa, aprovechando el cercano oasis para conseguir agua fresca para el aseo, ducharse y beber. La noche llega, cenan y fuman, y se alzan las tiendas. Contará con una para él solo. Hasani y Andrew compartirán otra, como siempre. Jean Luc tendrá la suya (¿se preguntaría alguna vez porqué nadie compartía con él?), pero no le extrañaría notar, horas más tarde, que una silueta se colaba dentro de ella. Y seguramente también dentro del chico.
   Como sea, decide no pensar en nada, no hacía ese viaje para hacer de vigilante moral del joven galo. Iba por una artefacto único de un mundo perdido en el tiempo, una valiosa pieza que demostraría que ciertos lugares legendarios existieron realmente. Lo que la haría valiosa. Y volvería a Londres con sus calzadas, jardines, teatros y cafés. Con Eileen. Pensar en ella, o tal vez fuera por el calor del día (sabe que mucho es frustración por falta de sexo), le lleva a ahogarse dentro de la larga ropa interior que usa, que cubre su torso y piernas. Da vueltas sobre las colchonetas en el piso, saliendo de ellas, abriéndose la parte delantera de la ropa interior, dando vueltas una vez más, la luz de la luna filtrándose un tanto. Se revuelve pero no puede dormir. Transpira, qué calor, y casi con rabia se despoja de esa ropa enteriza; una cálida brisa le recompensa cuando se echa así sobre las mantas. No quiere pero se empalma. La verga le crece, endurece y pica. La siente contra su abdomen. Quiere ser tocada, apretada y mimada...
   No quiere pensar en su amada de esa manera, así que evoca a las furcias que ha conocido, pero de alguna manera termina pensando, quiera o no, en Jean Luc. En lo que le contara Andy, quien se había quedado mirando también. El joven rubio cabalgando sobre la pelvis del otro, elevando y bajando su culo rojizo sobre una tranca negra y gruesa que le hacía chillar.
   Casi rugiendo de frustrada impotencia se toca la barra, separando sus musculosas y largas piernas velludas, como su abdomen y torso; una suave pelambre castaña clara lo cubre todo. En cuanto cierra la manota alrededor de la tranca, esta cobra aún más dureza y tamaño. Cuando sube y baja el puño, tensando muslos y abdomen, se siente del carajo. Se masturba intentando no pensar en nada, pero recurre a la última escena sexual que inflama sus recuerdos. Le parece ver al joven francés subiendo y bajando sobre el otro chico, uno que seguramente se coló en su tienda, y en esos momentos estarían... ¿Qué?, ¿besándose?, ¿uniendo sus labios de hombres, sus lenguas chocando y mezclando sus salivas, desnudos y duros? ¿El rubio estaría mamando al moreno, este le comería el culo preparándoselo para tomarlo una vez más?
   Su mano sube y baja, alza las caderas, arriba y abajo, friccionando su tolete dentro del puño quieto. Y se da y se da sobre la barra. Al apretarla hacia arriba la hace botar líquidos, mientras se acaricia el torso peludo, se roza los pezones, baja esa mano y se aprieta las bolas. Lo siente, está tan cerca que...
   -Profesor. -escucha la voz, petrificándole en el acto, dejándole con la boca muy abierta, como los ojos, con la cara muy roja a la luz de la luna, caderas alzadas y el puño en la base de la tranca.
   -No, no, espera... -croa ronco, paralizando, cuando ya Hasani asoma la cara.
   -Debo decirle que... ¡Oh, diablos! -grita al mirarle.
   Momento cuando el hombre, incapaz de controlarse, estalla en un orgasmo que parecía llevar tiempo atrasado, que le hace temblar, gemir entre dientes, caer de culo sobre las mantas y que se le bañe la barriga, el torso y el cuello de una abundante y espesa esperma caliente y olorosa.
CONTINÚA ...6

ESOS DIAS DE PLAYA

MOJANDO
   Ah, esas modas retro...
   Sol, calor, mar, arena, el equipo portátil de sonido y dos guapos chicos, amigos, amantes de usar bikinis y tangas, encontrándose allí con otros como ellos y jugando escandalosamente dentro del agua y en la orilla, al rugby; que les encanta, especialmente cuando se tocan y soban. Esperando todos ellos que pasara algun chico algo más... serio, que les mirara y discretamente les guiñara un ojos, señalando con un gesto hacia los vestuarios, donde, de rodillas, comulgaban, y a veces hasta doble, sobre cuatro patas ante el fogoso acompañante. Esa noche, alegres, excitadamente cansados y saciados intercambiarían cuentos, calentándose un poquito, tal vez por el calor del sol abandonándoles, y compartirían esa cama, como amiguitos, usando nuevamente sus pequeñas y sensuales prendas. Soñando con aventuras y buenos ratos, con amoríos de verano... y machos. 

CACERIA EN LAS ARENAS

RELATOS DE VIAJEROS...

EL JUEGO DE TRONOS VENEZOLANO

   Así llamó Carl Sagan a la era de las sondas espaciales..
   Como ando sin oficio en la oficina, pero debo ir y no dejarme pillar, mucho, viendo películas o series, tengo tiempo y disposición para leer todo lo que cae en mis manos. Y pasó con un folletín de los Testigos de Jehová, la revista “¡Despertad!”, de los cuales llegan muchos. Y en verdad la gente los lee. Cuentan con temas interesantes si no se va con la predisposición de que cada palabra es un sermón (hay gente que se ahoga efectivamente en un vaso de agua). Al menos me lo pareció este artículo que trataba de un viajante en el siglo XIV que llegó a lugares fascinantes. Aunque también perdió algunos momentos valiosos por esa sed de aventuras.
   Me gustó porque hablaba de viajes para conocer lugares donde no se había estado antes, encontrar y conocer nuevas culturas, aprender de todo lo visto. De hecho, en la imagen de un sujeto que una mañana parte, mochila al hombro, a conocer mundo, hay una nota de nostálgico llamado a partir que vive en cada uno de nosotros. O me lo parece a mí que de chico veía por VTV (en ese entonces no era la infecta cloaca que es ahora), la serie “Ocho son Suficientes”, donde el hijo mayor de un sujeto, a punto de casarse, dueño de su propio negocio, parte sin motivo alguno más allá de no sentirse cómodo con su vida, a recorrer los caminos. Y la idea se me quedó grabada a fuego. Por otro lado, ¿qué muchacho no soñó con ser explorador, un aventurero, un joven Indiana Jones? Hay una hermosa canción del español José Luis Perales que habla de esto, Un velero llamado libertad.
   Pues bien, “cito”, el artículo en cuestión...
......
Ibn Battuta da a conocer su mundo

   EN EL año 1325, un joven partió de Tánger (Marruecos) en la primera de una serie de expediciones que lo llevarían a las regiones más distantes del mundo conocido en su época, entre ellas China, la India e Indonesia, así como Malí, Persia, Rusia, Siria, Tanzania, Turquía y los países árabes. Nos referimos a Abu Abdallah ibn Battuta, quien recorrió unos 120.000 kilómetros (75.000 millas). Su hazaña no fue superada sino hasta el advenimiento de la máquina de vapor.

   Ibn Battuta ha sido llamado el viajero del islam y el más grande viajero del mundo antiguo. Sus memorias, puestas por escrito tras su regreso definitivo a casa después de casi treinta años de travesías, arrojan luz sobre la vida y cultura del siglo XIV, principalmente en el mundo medieval islámico.
   Peregrinación a la Meca
   Ibn Battuta salió de Tánger para visitar los sitios sagrados del islam y efectuar el hach, la peregrinación a la Meca que debe realizar todo musulmán adulto que tenga las condiciones de salud y los medios económicos. Este centro religioso se ubica a 4.800 kilómetros (3.000 millas) al este de Tánger. Como solía hacer la mayoría de los peregrinos de su época, Ibn Battuta buscó la protección que ofrecían las caravanas.
   El joven recibió la misma formación que su padre, quien era cadí, o juez local; no había mejor educación en Tánger. Cuando sus compañeros de viaje se enteraban de su profesión, lo nombraban juez para que resolviera las disputas que surgían en los recorridos.
   Alejandría, el Cairo y el Alto Nilo
   Ibn Battuta bordeó la costa norte de África hasta llegar a Egipto. Allí vio el famoso faro de Alejandría —una de las maravillas del mundo antiguo—, que ya para entonces estaba parcialmente destruido. De El Cairo comentó: “Alcanza el máximo en habitantes y puede enorgullecerse por su belleza y esplendor. Punto de reunión de caminantes y viajeros, lugar de débiles y fuertes [...]. Sus habitantes se agitan como las olas del mar”. Quedó maravillado con los navíos, los jardines, los bazares, los edificios religiosos y las tradiciones de esta ilustre ciudad. Y cómo llegó a ser su costumbre, buscó y consiguió el patrocinio de imanes (jefes religiosos), ulemas (sabios musulmanes) y otros hombres distinguidos de Egipto.
   A continuación remontó el Nilo hacia el Alto Egipto. Durante el viaje disfrutó de la hospitalidad de hombres piadosos y monasterios, así como de fondas y madrazas (escuelas coránicas), que se mantenían de limosnas y eran muy comunes en las ciudades musulmanas. Su intención era ir al mar Rojo a través del desierto, navegar hacia el oeste de Arabia y de allí partir a Medina (sede de la mezquita del profeta Mahoma) y luego a la Meca. Sin embargo, una guerra le cerró el paso y no tuvo más remedio que regresar a El Cairo.
   Un largo desvío
   Aún decidido a visitar Medina y la Meca, Ibn Battuta se dirigió al norte, a Gaza. De allí fue a Hebrón y después al lugar en el que se creía que estaban las tumbas de Abrahán, Isaac y Jacob. De camino a Jerusalén —donde visitaría la Cúpula de la Roca—, hizo escala en Belén y fue testigo de la veneración que sentían por el lugar de nacimiento de Jesús quienes afirmaban ser cristianos.
   El joven expedicionario prosiguió más hacia el norte, y llegó a Damasco, donde estudió con eminentes ulemas y obtuvo su licencia para enseñar. En esta ciudad estaba la mezquita de los Omeyas, “la más grandiosa [...] del mundo en magnificencia”, en palabras del viajero. También había mercados donde se vendían joyas, telas, libros y cristalería, así como establecimientos notariales con “cinco o seis notarios, además del representante del cadí para formalizar matrimonios”. De hecho, mientras estaba en Damasco, Ibn Battuta contrajo matrimonio, aunque en realidad la mujer con la que se casó fue una más de las muchas esposas y concubinas que pasaron fugazmente por su vida.
   Ibn Battuta se unió a una caravana que iba rumbo a la Meca. En el camino, los peregrinos acamparon junto a un manantial donde había grandes estanques hechos con cueros de búfalo por los aguadores. De allí tomaban agua los viajeros para sus camellos y sus odres antes de cruzar el desierto. Finalmente, llegó a la Meca. Esta fue la primera de siete peregrinaciones que Ibn Battuta realizó a dicha ciudad. Y aunque la mayoría de los visitantes regresaba a casa después de efectuar los ritos de rigor, él decidió partir hacia Bagdad. ¿Por qué? “Simplemente, por amor a la aventura”, contesta uno de sus biógrafos.
   Ahora, ¡a recorrer el mundo!
   Los baños públicos de Bagdad —la capital del islam en aquel entonces— dejaron atónito al joven viajero, quien escribió: “En cada uno de estos baños hay muchas celdas [...]. Dentro de cada una [...] hay un pilón de mármol con dos canalillos, por uno de los cuales corre agua caliente y por el otro, agua fría”. Gracias a los buenos oficios de un emir benévolo, Ibn Battuta obtuvo audiencia ante el sultán Abu Said, de quien recibió valiosos regalos: un caballo, un vestido ceremonial y una carta para el emir de Bagdad con instrucciones de darle camellos y provisiones.
   Posteriormente, Ibn Battuta se hizo a la mar en dirección a la costa este de África, donde visitó los puertos de Mogadiscio, Mombasa y Zanzíbar antes de dirigirse a la península arábiga y el golfo Pérsico. Más tarde describiría los pueblos, las costumbres y los productos que vio durante este recorrido; habló de la hospitalidad que extendían los somalíes a los mercaderes, la costumbre de masticar nuez de betel, los cocotales de Yemen y la pesca de perlas en el golfo Pérsico. Luego siguió una larga y complicada ruta hacia la India: pasó por Egipto, Siria y Anatolia (hoy Turquía); cruzó el mar Negro; rodeó la costa norte del mar Caspio, y bajó a las actuales Kazajistán, Uzbekistán, Afganistán y Pakistán.
   De la India a la China

   En la India, Ibn Battuta sirvió ocho años como cadí del sultán de Delhi. Conociendo su afición por los viajes, el sultán lo envió como embajador suyo al emperador mongol de la China, Toghan Temur, con un regalo diplomático compuesto por 100 caballos de raza, 100 esclavos blancos, 100 cantoras y danzarinas hindúes, 1200 piezas de tela, candelabros y jarrones de oro y plata, trajes de brocado, bonetes, aljabas, espadas, guantes con bordados de perlas y 15 eunucos.
   En el puerto de Calicut, al sur de la India, Ibn Battuta vio grandes barcos mercantes llamados juncos, que navegaban por la ruta que él planeaba seguir hacia la China. Dichos navíos tenían hasta doce velas de cañas de bambú entretejidas y tripulaciones de hasta 1.000 hombres: 600 marineros y 400 guerreros. Las familias de los marineros vivían a bordo y sembraban “verduras, legumbres y jengibre en piletas de madera”.
   Un naufragio le impidió cumplir su misión diplomática en la China, por lo que decidió marcharse a las islas Maldivas, donde se puso al servicio de un visir (funcionario musulmán). Ibn Battuta fue el primero en dar a conocer al mundo las costumbres del lugar. Con el tiempo pudo llegar a la China, y aunque encontró cosas que le agradaron, hubo otras que hirieron su sensibilidad religiosa. Es tan poca la información que ofrece sobre este país que algunos dudan que lo haya recorrido tanto como afirmaba. Cabe la posibilidad de que haya tocado solo algunos puertos del sur.
   Dolorosas noticias de camino a casa
   De vuelta en Damasco, Ibn Battuta se enteró de que un hijo que había dejado allí veinte años atrás llevaba doce de fallecido y de que su padre —quien vivía en Tánger— había muerto hacía quince años. Corría el año 1348 y la peste negra estaba arrasando con el Oriente Medio. De hecho, el viajero informó que tan solo en El Cairo morían ¡21.000 personas diariamente!
   Un año más tarde, cuando Ibn Battuta arribó a Marruecos, se encontró con que su madre había sucumbido a la peste hacía pocos meses. Veintiún años de edad tenía el expedicionario cuando se marchó de su país y 45 cuando volvió. ¿Le bastaron veinticuatro años de travesías para saciar su sed de aventura? Parece que no, pues al poco tiempo se embarcó rumbo a España. Tres años después emprendió su último recorrido, el cual lo llevó al río Níger y a Tombuctú, ciudad del país africano conocido hoy como Malí.
   Se le encomienda escribir sus memorias
   Al enterarse de los viajes de Ibn Battuta, el sultán de Fez (Marruecos) le ordenó que escribiera un relato para entretener a la corte y le asignó un secretario: Ibn Ŷuzayy. Sin embargo, su obra cayó casi en el olvido en el mundo árabe y no se tradujo a idiomas occidentales sino hasta que fue redescubierta por investigadores europeos en el siglo XIX.
   El escrito de Ibn Ŷuzayy es un compendio de las historias del expedicionario. Aunque el escriba se tomó sus libertades en la narración, la obra ofrece detalles únicos de la vida, el comercio, las tradiciones, la religión y la política en los países que visitó Ibn Battuta, en especial los del mundo medieval islámico.
   Ya así, escrito por encimita el artículo, resulta interesante para alguien que de muchacho miraba mucha televisión, se bebía suplementos como Kalimán y leía religiosamente La Cábala, cuando esta revista trataba de monstruos en lagunas, OVNIs y vampiros. La Maldición de Tutankamón, el encuentro de su tumba, era para mí la historia más apasionante del mundo, como los secretos de las pirámides. Soñaba con ser arqueólogo, ir a Egipto y desenterrar un templo o encontrar mi propia pirámide (que bien podía ser maya o azteca, también soñaba con ir a una selva centroamericana y hacer fabulosos descubrimientos). Por eso claro que estos relatos me gustan, las de alguien que fue y vio con sus propios ojos todo eso.
   Dado que los relatos eran para divertir en una corte, seguramente cuentan con detalles y descripciones más intensas todavía. Me atrajo escuchar esos nombres, esas rutas, los personajes; todo resulta de lo más llamativo, casi mágico. Viajar a lomo de camello por un desierto en medio de una animada caravana, las tiendas, las noches en las arenas. Ir sobre un elefante, conocer el esplendor de esas cortes orientales. Del artículo de los Testigos me gustaría resaltar dos puntos; primero, vaya regalito que le enviaban al rey mongol, ¿eh? Eso se explica porque esos eran los duros del momento, los “bárbaros”, ellos pararían el reloj de Asia.
   Lo que me lleva al segundo punto, la descripción del boato, lo rico de esos reinos, el esplendor de naciones que hoy suena a ruina como Yemen y Afganistán; todo eso era cierto porque aunque históricamente se vivía el “medioevo islámico” (los términos casi suenan contradictorios), la cultura islámica no pasó por el estancamiento del medioevo. Eso le ocurrió fue a los europeos. Mientras ellos languidecían en “su medioevo”, efectivamente estas culturas florecían, ricas y esplendorosas, sin guerras ni sufrimientos más allá tal vez de servir a señores algo despóticos, y tal vez ni eso; eran naciones que no tenían la necesidad de iniciar grandes migraciones de población escapando del hambre o la violencia (hasta la llegada de los mongoles). Igual ocurría con las grandes civilizaciones Maya, Azteca e Inca en el continente americano, las cuales vivían sus momentos de máxima expansión. El estancamiento era de los europeos, a ellos les tocaron los siglos oscuros (con sus detalles curiosos, eso si; le iba mejor a las mujeres en esta época, por ejemplo, que con el renacimiento y la ilustración más tarde).
   Todos estos maravillosos lugares caen cuando los mongoles arrasan a su paso y el tiempo se les va en defenderse, dándole chance a Europa a entrar en el renacimiento y desarrollar el concepto de cultura y progreso que les llevaría a imponer su punto de vista a los pueblos más “atrasados”, es decir, quienes no compartían su valorización de cultura. El eurocentrismo, que con sus variantes aún vivimos. Occidente y oriente son lo que ellos dijeron que era, la historia se cuenta como lo dispusieron ellos.
   Me gustó mucho la síntesis, el libro debe ser bueno... 

UN REVOLUCIONARIO EN MANHATTAN

lunes, 27 de mayo de 2019

MOMENTOS DE HOMBRES

AUTO DESCUBRIMIENTO...

   Comienza la jornada, la semana de trabajo, nada como un encuentro furtivo y secreto entre tíos un lunes por la noche para afrontarla. Así el día no parece tan terrible, no se le espera con rabia, al contrario, se le aguarda con ansias. Estar juntos, tocarse y besarse ya era estar duros bajos los calzoncillos. Bajo las manos hábiles del sujeto más alto, más viril y agresivo, algo primitivo despertaba en su interior, que deseaba ser tocado, llenado y embestido, tomado en peso por su cavernícola sexual. Algo en la dinámica entre ellos había cambiado desde que se conocieran en esa fiesta de la empresa, leyendo cada uno en los ojos del otro que buscaban algo más, atreviéndose a dar el paso. Se notaba cuando teniéndole boca abajo contra un mueble, una cama o una alfombra, arropado con su cuerpo, clavado profundamente con su verga, le susurraba al oído que amaba llenarle la vagina de güevo, que amaba dejársela llena con su semilla mientras lloriqueaba como niña. Qué macho, pensaba estremecido; uno que lo satisfacía y todavía decía, después del maratón de sexo: “Déjame ir por un par de tragos y te ensarto de nuevo”. ¿No era la dicha? Si tan sólo pudieran verse más a menudo, pasar la noche uno en brazos del otro, pero a sus mujeres seguro que no les gustaría tanto el asunto.
 
   La diferencia de tamaños, que no de complexiones, y el detalle de los calzoncillos estirados, son fetichistamente agradables visualmente. 

CHICOS IMPACIENTES

CONFUSO

VAYA GENIO...

   -Me dices que tienes algo tan importante que contarme que tengo que acompañarte así, sin vestirme, y ahora, sin que venga a cuentos, me dices que te gusta chupar sobre calzoncillos... ¿eso era lo trascendental? ¿Para qué necesitaba saberlo? ¿Qué quieres?

TRECE… 3

TRECE                           … 2
   Toda preparación de sus frutos...
......
   Por un segundo la mujer se queda paralizada, cruzando una mirada con Melissa, quien se la sostiene aunque inquieta, luego se despoja de sus anteojos de montura negra brillante, que sentaban bien a su rostro ovalado de cincuentona bien conservada. No era atractiva, en sí, el cabello era de un rubio cenizo, los ojos azulados estaban un tanto separados, la nariz demasiado fina, los labios demasiado delgados. Era alta, delgada y encorvaba un tanto los hombros como se notaba bajo el vestido conservador que usaba.
   -¿El profesor Hayes? ¿No es el mismo hombre que fue secuestrado ya una vez, y del cual se me aseguró que se le mantendría vigilado y protegido? -pregunta seca.
   -Sí, señora... -jadea Arthur, tensándose cuando llevando las manos a las espaldas, la mujer se le acerca.
   -¿Y fue secuestrado, la policía de Los Ángeles ya atiende el asunto y no es hasta ahora que te enteras? -los orificios nasales se le dilatan.
   -Hubo un robo, el secuestro y... un homicidio. Claro que tenían que avisarle a las autoridades y estas presentarse. Nuestro agente...
   -¡Es un imbécil! ¿Quién está encargado, el agente Graves? Oh, no, ese inutil anda en el Medio Oriente equivocándose también. ¡Se supone que Hayes debía estar monitorizado por nosotros! -las frases son expresadas sin alzar la voz, sin calor, pero al hombre le parecen gritos destemplados.- Ocúpate de recuperar el control.
   -Sí, señora Craig. -casi jadea y sale a la carrera. Melissa va a retirarse también, a paso tieso, ¿podrá escapar?
   -Un momento. -la mujer la detiene, esperando a que queden a solas. Y es cuando arruga la frente con disgusto.- ¿Cómo pudo pasar esto? ¿Cómo secuestran a un hombre que está bajo nuestro cuidado y monitoreo, el de nosotros, y no nos enteramos?
   -Es peor, señora. Lo cierto es que… no sabíamos que estaba en Los Ángeles, ni a qué fue allá. -la joven informa, tensa. Inquieta como la otra.- Imagino que a eso viene el subdirector Roberts. Su llamada fue intespectiva.
   -Si, me “quería aquí” cuando llegue. -la mujer encomilla caminando hasta una cafetera, mirándola, aceptando su negativa y sirviendo una sola taza.- Algo sabe. Ya. Cuando nosotros no. -toma aire observándola fijamente.- Estás al tanto del asunto, ¿no? -la joven se tensa.
   -Un poco.
   -¿Tan sólo un poco? Imaginé que el llamado proyecto “Portón” tenía algo que ver con tu traslado a esta sección. -la estudia fríamente.
   -¡Señora! -la joven se inquieta y tiene que luchar contra el deseo de agitarse bajo esa mirada.
   -Si. Siempre creí que Roberts te había enviado para... asegurar su presencia en el proyecto. Como subdirector de Defensa es un hombre con recursos e intereses. Lo pensé, pero en todos estos meses no has dado muestra de deslealtad. Y me he asegurado de ello. -la sorprende, así que sonríe fría y saborea su café.- ¿Pensaste que te dejaría entrar a mi círculo interno sin saber de ti? Vamos, muchacha. Creo que el asunto Hayes fue el que te trajo aquí la primera vez. ¿Qué sabes de eso?
   -Que hace un año fue secuestrado y su rescate fue costoso. Se perdió a un hombre y se desarticuló una buena unidad de respuesta. Eso... me intrigó. -parece recitar.
   -Pero esa no fue tu motivación principal, ¿verdad? -cuestiona y la otra duda, muy tensa, roja de cara.- ¿Sabes del trabajo del profesor? -la pregunta provoca un estremecimiento de la joven.
   -Más o menos, señora.
   -Y eso tampoco deberías saberlo. -puntualiza Craig.- Así que cuando llegaste aquí ya tenías en tu agenda a Hayes y su trabajo para la Defensa. Habla, querida, quiero que seas sincera porque o voy a necesitarte y a utilizarte o voy a deshacerme de ti. -la otra toma aire y parece decidirse.
   -Era criptógrafa en el Pentágono cuando llegó el informe de Irak, sobre Portón, sobre unas ruinas encontradas que parecían contener... rastros arqueológicos impresionantes. Y desconcertantes para la zona y el período histórico. Un artefacto de tecnología anacrónica.
   -Una vez corrió el rumor de que Saddam Hussein contaba con un aparato que le permitía abrir una ventana hacia otras dimensiones, una Puerta a las Estrellas, como le denominaron por la película, que encontró bajo las arenas, y con la cual intentó escapar cuando todo se le volvió en contras y terminó escondido como un conejo en un hoyo...
   -Esas historias...
   -Siempre hay historias. Y las investigamos todas por si hay el menor rastro de veracidad, por improbable que sea. Aún hoy en día se sostiene que el alto mando nazi, el que formaba el círculo metafísico del Führer, también intentó escapar con un aparato parecido, construido con los restos de un platillo volador estrellado en la Selva Negra en los años veinte del siglo pasado. -acota la señora Craig.
   -¿Una puerta a las estrellas? ¿En serio? -la joven casi sonríe pero no se ve sincera, más bien inquieta por tantas implicaciones.
   -Una máquina del tiempo, también le han llamado así, al aparato construido por los nazis y la estructura encontrada en Irak. -la mujer parece molesta.- Es cierto que suena a locura, pero tanta gente habló de ello que se planteó la cuestión: ¿Saddan la tenía y se proponía usarla? Eso... precipitó la guerra. -alza una mano cuando la otra va a hablar.- Si, la situación fue evaluada y se decidió que podría ser un arma peligrosa. De existir. ¿La invasión fue por ella? No, pero se le buscó después, y no se encontró nada... como no fueran más rumores. Sobre ruinas y gente que desaparecía cuando iba en su búsqueda.
   -Tengo... entendido que no todos fueron rumores, ¿no? Dos unidades marines... -la otra mujer la estudia fijamente.
   -Si. Se escucharon muchos cuentos locales, de miedo, que mantenían a la gente lejos de cierta garganta en el desierto, no muy lejos de ciertas ruinas que han identificado como Ur. Y si, dos unidades partieron a investigar... y no se supo más de ellos. No se les encontró ni vivos ni muertos. -mastica las palabras.- Dándole cierta veracidad a los rumores. Claro, tal vez habían sido emboscados y asesinados, ¿pero desaparecer aún de los satélites que los monitorizaban, un momento estaban allí y al otro no, sin que ninguna señal de ellos haya quedado?
   -El profesor Hayes...
   -Es un experto en el área, también en lenguas, relatos, mitos y pueblos antiguos de la zona. Un hombre provisto de una inteligencia notable.
   -Tengo entendido que le engañaron el año pasado y fue hábilmente interrogado por un sujeto que se hizo pasar por otro académico, el cual estaba en esos momentos en Cambridge dando unas conferencias.
   -El hombres es hábil en lo suyo, y un idiota en todo lo demás. Como mis hijos... -gruñe y la joven entiende todo su malestar del día. Otro problema en casa- Aunque todo suene a milagrería, a magia, hay que tener en cuenta que le han secuestrado dos veces... Y ahora Roberts viene. -la mira fijamente.- Me quiere fuera de esta oficina. No es mi amigo. -flexiona los tensos hombros.- Bien, tomemos medidas; llama al coronel McNamara y ayuda al inútil de Arthur... -termina. La joven asiente, pero se detiene cerca de la puerta.
   -Lleva bien el timón, señora. No le será fácil a nadie descabezarla. -eso hace sonreír a la mujer que le hace una leve seña con la cabeza mientras sale.
   Una vez a solas, se recuesta del sillón, muy seria. La chica, hábilmente, había evadido su pregunta, qué la había llevado a esa oficina. Hasta saberlo no la apartaría ni la perdería de vista. No parecía una traidora, y sin embargo...
......
   La bulliciosa calle le era indiferente al hombre alto y delgado, pero fibroso, de cabellos negros con hebras grises en sus sienes y en su mandíbula al estar algo barbudo. Parecía desaseado dentro de la botas negras, el pantalón de carga, gris, la franela negra y una chaqueta buena, negra también. Y sin embargo se veía atractivo, tenía un cierto aire agresivamente viril que alegraba a ciertas miradas, especialmente femeninas, pero también para uno que otro sujeto. Parecía apartado de todos cargando la caja de una pizza grande y una bolsa con tres botellas de whisky, al cual, algo indicaba que era aficionado. El hombre, llegado a esa esquina en una calle secundaria en el Bronx, mira en ambas direcciones antes de cruzarla, entre los vehículos. Parecía tener prisa aunque su paso fuera indolente. Había un toque de control y fuerza en su persona que definitivamente se hacía notar. Tal vez porque el trasero se adivinaba firme bajo la tela áspera del pantalón.
   Y si Denton Wilson parecía apartado del mundo que le rodea, su rostro reflejaba igualmente una molestia vieja, una rabia y un pesar interno mucho tiempo guardados. Se notaba que le molestaba estar en la calle, entre otros seres humanos. Así que sigue su camino rumbo al viejo edificio donde se queda, a comer y tomar algo antes de salir a buscar cierta información. El cielo se ve algo nublado, sombrío, como su ánimo. Se detiene frente al hotel y saluda con una inclinación de cabeza a una joven rubia de cabellos largos, lacios, de apariencia inocente y dulce, que le sonríe. Una vecina de piso. Una joven prostituta que era amable y que parecía intrigada con el recio, silente y amargado vecino. A quien le coqueteaba sin lograr arrancarle nada más que una sonrisa enigmática que la intrigaba más. Siguiéndola un tanto con la mirada, viéndola subir a un taxi, entra al fin.
   Sin reparar en los dos hombres negros, uno alto y delgado, el otro también alto, pero obeso (no dando apariencia de blandura sino de fuerza), que le han seguido. Estos intercambian una mirada y cruzan la calle a pasos ágiles (el gordo se movía bien), mientras meten las manos en los bolsillos de sus chaquetas, aferrando las culatas de sus armas. Iban a cumplir con un trabajo. El sujeto con cara de dolor de bolas iba a morir víctima de un atraco callejero, pero esta vez en las puertas de su apartamento. Qué trágico...
......
   -Ahhh... ahhh… Hummm... -maldita sea, esos chillidos de gozo debían escucharse hasta en la entrada del local, todo el mundo iba a enterarse qué pasaba en ese cuarto donde la camilla traquetea, piensa alarmado el masajista Larry Valar, cubierto de sudor, los dedos clavados en esas caderas alzadas; pero no puede contenerse.- Oh, mierda... -chilla casi agónico. ¡Ese culo estaba dándole las apretadas, masajeadas y chupadas de su vida! Sentía que iba a arrancarle la verga, parecía atraparla como si fuera una mano y agitársela de manera intensa. Alza el rostro, cierra los ojos y tiene que arrojarse con mayor fuerza contra esas nalgas jóvenes y duras, penetrando aquel agujero que estaba robándole la cordura. Volviendo a chillar aunque casi se mordía los labios.- Hummm… hummm...
   Le ve estremecerse bajo sus embestidas, gemir, ladear el rostro y sonreirle, gozando la cogida que le daba, de su verga atravesándole las entrañas, refregándole por dentro, dándole en la próstata, pero también disfrutando de verle así, descontrolado por su culo joven pero vicioso, uno que nuevamente empuja de adelante atrás, masajeándole todavía más.
   Alguien golpea la puerta.
   -¿Te diviertes, Valar? ¿Son buenos los culos peludos? -y hay risas que se alejan.
CONTINÚA … 4

EL JUEGO DE TRONOS VENEZOLANO

   Laureano Márquez lo hizo de nuevo...
 
   Que rabia, ya había hablado de esto por las redes, del problema dentro de la oposición por la pelea entre los aspirantes al Trono de Hierro, siendo tachado de ridículo por mariacorinistas y ramosallupcistas, por no hablar de los julioborganos y quienes siguen a reyes muertos como Claudio Fermín y ahora a Henri Falcón. Claro, ¡cómo no soy Laureano Márquez!
 
   Dios, cómo me reí leyendo esto. Definitivamente fuera de politólogo, de una profunda mirada para analizar y diagnosticar el momento, el señor Márquez es realmente un gran humorista. Puede hacer ameno, interesante y jocoso aún temas dolorosos. Hace reír, al menos sonreir, mientras leemos sobre la tragedia. Desde Los niuyores, donde ahora parece que está, nos envía sus palabras:
...
   Laureano Márquez.

Los juegos por el “Trono de Hierro” en Venezuela

¿En qué se parece Juego de Tronos a Venezuela? La primera similitud es que si te perdiste un capítulo, tanto en el país como en la saga, no entiendes nada de lo que está sucediendo.

Por ejemplo: si no sabes que la oposición —el grupo de partidos y líderes políticos que se han opuesto al régimen de Nicolás Maduro— fue burlada en los intentos de diálogo en Santo Domingo no entenderás por qué la actual dirigencia opositora es tan renuente a un diálogo sin garantías de cumplimiento de los acuerdos. Ese diálogo fracasó a principios de 2018, cuando el mediador, el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero, estuvo parcializado por la postura de Maduro.

Si te perdiste el capítulo en que el “rey loco” se robó las elecciones, no podrás entender por qué, con una desaprobación de más de 80 por ciento en contra el régimen, la gente no sale a votar en unos comicios en los que ya perdió toda la confianza. Si desconoces que Maduro tiene gente armada en las calles, tan violentos y dispuestos torturarte y matarte como Drogo (palabra —qué coincidencia— que en el lenguaje popular venezolano designa al que está bajo el efecto de las drogas), nunca comprenderás por qué, a pesar del gran descontento en contra del régimen, muchos tienen temor de salir a manifestarse en las calles para expresar su disgusto.

Sin embargo, así como Juego de tronos tendrá su ansiado desenlace esta noche, también la usurpación de poderes en Venezuela está llegando a su término con la reciente aparición en escena de Jon Guaidó, un legítimo aspirante al Trono de Hierro. Pero demos un repaso a la historia.

El comienzo


Al igual que en Juego de tronos, en Venezuela todo comenzó con la confederación de los siete reinos, que fueron las provincias iniciales de la Capitanía General de la Venezuela (de allí las siete estrellas iniciales de la bandera). Estos siete reinos tuvieron varias guerras, muy crueles y devastadoras todas. La primera contra España por la independencia de los reinos. Alcanzada la autonomía de la península, pelearon entre sí durante un siglo (el XIX) y llegaron al siglo XX en manos de dictaduras militares, tiempo en que los guerreros uniformados se adueñaron del poder.

Mucho costó sentar a los demócratas en el Trono de Hierro, pero se mantuvieron allí durante casi cuatro décadas, los mejores años de los siete reinos. Al final, corrupción, injusticias y pobreza acumulada en un territorio de riquezas dio al traste con la civilidad y llevó al trono a Hugo I, de la casa Chávez de Barinas. El rey Hugo I, con la promesa de salvar a los pueblos de la indolencia y corrupción, terminó construyendo el régimen más despótico y corrupto que jamás habían conocido los siete reinos.

Movido únicamente por la ambición de poder, acabó con las instituciones, la división de poderes, la libertad de prensa y la democracia. Cuando enfermó gravemente nombró como su sucesor a Nicolás Maduro, quien se autodesignó su “hijo” político. Pero, como Joffrey Baratheon —el “bastardo usurpador” de la serie— terminó siendo “cruel, caprichoso, imprudente, cobarde y con una marcada vena sádica” (como se le ha descrito), lo que se pone de manifiesto en la dura represión de la que están siendo víctimas los venezolanos. Con él hemos visto escenas de crueldad al más puro estilo de Juego de tronos.

La destrucción

En la última temporada de la serie, Daenerys Targaryen destruye Desembarco del Rey. Todo es reducido a cenizas con el fuego del dragón y se arremete con violencia extrema en contra de la población indefensa. La sensación que se vive en Venezuela es también de aniquilamiento. Todo cuanto conformaba un país, tenido en otros tiempos por el más rico de Sudamérica, está siendo destruido: la industria petrolera (de la que depende el reino), la producción industrial, la agricultura y la ganadería. Todas las fuentes de riqueza del país han sido fulminadas como si un dragón de fuego hubiese pasado sobre ellas. La expoliación minera ha devastado extensas zonas selváticas protegidas con la participación de la guerrilla colombiana, que ha incursionado en el sur del país. A ello hay que añadir la presencia del narcotráfico, amparado y dirigido, según algunos informes, desde las más altas esferas del poder.

Venezuela tiene varias “reinas que no arden”, que incendian todos aquellos organismos en los que incursionan hasta trastocar su sentido: Delcy Rodríguez, la vicepresidenta, se ha metido en las llamas de diversos cargos del Estado, dejando tras de sí, ruinas; Tibisay Lucena, la presidenta del Consejo Electoral, ha convertido al que fue alguna vez un organismo imparcial en una oficina a la orden de Maduro. Incluso Cilia Flores, la llamada “primera combatiente” y esposa de Maduro: su lucha siempre es oculta pero, se dice, su influencia se ve en muchas decisiones públicas. Por eso Cilia es más parecida, por lo ambiciosa, a Cersei Lannister, siempre dispuesta a intrigar para encumbrar a su familia en todo tipo de corruptelas. Así pues, si bien no es “madre de dragones”, es tía de dos narcotraficantes juzgados en Nueva York por la justicia estadounidense (lo que también es candela, como diría un cubano).

El desenlace


¿Cuál será el desenlace de esta terrible trama venezolana? Por lo pronto, cuando todos pensaban que la oposición estaba desmantelada, que no había esperanza alguna de unidad, aparece en escena Jon Guaidó. De ser un personaje desconocido, como quien vuelve a la vida luego de un largo letargo, Guaidó se convierte en el líder de la oposición y en el legítimo heredero del Trono de Hierro. Coinciden en él una serie de circunstancias favorables: en primer lugar, desde el 10 de enero de 2019 está vacante el trono como consecuencia del desconocimiento nacional e internacional del fraude electoral perpetrado por Maduro (“el bastardo usurpador”) en mayo de 2018.

La constitución de los siete reinos establece que al producirse la vacante de la presidencia sin tener mandatario electo, el presidente de la Asamblea Nacional —en este caso Guaidó— se encarga automáticamente del gobierno con un mandato interino que convoque nuevas elecciones.

Sin embargo, pese al reconocimiento casi unánime de las naciones democráticas del mundo, Guaidó sigue sin poder tomar efectivamente el poder. Este sigue en manos del usurpador. La amenaza de una invasión del norte cobra fuerza, pero los chinos y rusos también juegan.
La gran pregunta sigue en el aire: ¿podrá Venezuela conseguir acabar con la devastación y retomar el rumbo de la democracia y la libertad?

Hoy conoceremos el final de Juego de tronos: sabremos si se quedará en el poder el delirio desbocado de la Madre de los Dragones o si llega al trono una líder o un líder sensato. Y, quizás pronto, conoceremos el final del chavismo, que en dos décadas ha destruido Venezuela. No sabemos cómo será el desenlace. Pero sí sabemos que el día después de la salida de rey usurpador, los venezolanos debemos asegurarnos de que el reino tenga ideas, manos y la creatividad que necesitamos para la reconstrucción.

Se requerirá, sin duda, de guionistas de ingenio.

   Curiosamente también la frase final puede equipararse al programa de televisión, la columna aparece entre el irritante capítulo cinco y el naufragio del sexto, también Juego de Tronos necesitó de mejores escritores. El el señor Márquez más generosos que yo cuando mira hacia las casas opositoras en el país, todos peleando con veneno por una silla que no han desocupado. ¿Se llegará a un concilio? ¿Tendrá que esperar Venezuela otros veinte años más mientras se comprende que lo importante no es quien monte el trasero en el Trono sino sacar el del sujeto que ahora está? Y digo veinte años más, para cuarenta, siendo optimista, los cubanos llevan casi el doble de eso.
 
   Y de eso nada se aprendió. 

RELATOS DE VIAJEROS...